Salud Pero en mi opinión no creo que los beneficios de los AOVEs deban quedar únicamente en su ingesta, sino en su uso, en su inhalación, en el contacto físico de su uso. Seguro que no es desconocido para el lector el gran estrés que existe en los 'países desarrollados', como por ejemplo en Japón. Fue noticia que en este país se han prodigado bares donde rom- pen vajillas acordándose de sus jefes. ¿No sería más interesante que en dicho bar se pusieran ellos a cocinar, a impregnarse de esos aromas a fin de mejorar su estado emocional? Si no fun- ciona siempre se podrá romper la botella junto con los platos. El empleo terapéutico de la cocina con AOVE puede ser impor- tante. Imaginemos una posología de este AOVE ¿unas gambas al ajillo con un buen AOVE levanta el ánimo? Sí quien se queje de que la temperatura merma la calidad nutricional del plato al elevar la temperatura del AOVE sin faltarle razón; entonces, un lacón Gallego con Pimentón de La Vera, sal maldón y un buen AOVE. 20 Pero no solo sentimos emociones y placer por nuestros senti- dos del gusto y el olfato. No hay que olvidarse de que hay que transmitir una historia junto con nuestro gran AOVE. Del mundo del vino tenemos mucho que aprender. Hay un experimento curioso que se aplica perfectamente al mundo de los AOVEs: en una cata a ciegas de vinos, los vinos a los que se dotaba de más información sobre su origen, proceso de elaboración, etc., eran mejor valorados. Lo mismo ocurre con los AOVEs y con los platos, y la importancia de explicar al comensal lo que está comiendo. Esta información es crucial para potenciar la recompensa de la ingesta de dicho plato o alimento. Lo interesante de cómo interacciona el AOVE con nuestro cere- bro no es nada pseudocientífico, sino que se están publicando resultados de cómo nuestro cerebro reacciona a los aromas de diferentes calidades de Aceites de Oliva. En un reciente trabajo (Vivancos et al., 2016b) se han obtenido, mediante neuroimáge- nes por resonancia magnética funcional, diferentes respuestas cerebrales producidas al estimular las neuronas que participan en el proceso olfatorio tras percibir el aroma de aceites defec- tuosos y de diferentes AOVEs. En resumen, se observa que tanto los aromas buenos como malos activan un grupo de neuronas claramente vinculados con el proceso olfativo per se, un segundo grupo de neuronas para los aromas negativos, y finalmente un tercer grupo de neuronas vinculado con la intensidad y la familiaridad del aroma. Los aromas son capaces de almacenar recuerdos que necesitan muchas palabras para ser descritos Este último grupo de neuronas es el importante para favorecer la vinculación de nuestro cliente con nuestro producto, y que podría vincularse con la formación de los consumidores. Esa familiaridad y capacidad de crear un vínculo entre el aroma de un buen AOVE y un recuerdo satisfactorio es crucial para dos aspectos: 1. Personal: nuestros gustos o lo que hemos comido desde pequeños queda memorizado en nuestra memoria olfativa, ejemplo de nuestro aprendizaje al probar nuevos alimentos, experimentar y aprender que nos gusta. Porque cuando nacemos no nos gustan todos los alimentos. Rechazamos los amargos, para luego, tras llegar a etapas más madu- ras, valorar como positivo los sabores como la rúcula, el café, el lúpulo de la cerveza, etc. ¿Y por qué vamos a un restaurante mexicano y pedimos comida picante? Existen factores 'masoquistas' también a la hora de comer que no dan placer, y que bien predicados conseguiríamos que el consumidor aprendiera a valorarlo.