Salud 72 cultivos sucesivos en el laboratorio descubrieron que la bacteria que tenían en sus cultivos había perdido su capacidad de causar la enfermedad, es decir, ya no era patógena sino que era una bacteria atenuada; en ese momento se propuso utilizar esta nueva bacteria como vacuna para la tuberculosis. En honor a los investigadores que la obtuvieron la denominaron ‘Bacilo de Calmette y Guérin’, o lo que es lo mismo: BCG (ver figura 2). Años antes de la obtención de la BCG, el Dr. Coley, un médico que trataba a pacientes de cáncer, observó que algunos de sus pacientes se habían curado des- pués de un episodio febril. Esto le hizo pensar que el hecho de que los pacientes hubieran estado en contacto con bacterias causantes de la fiebre les había curado de cáncer. Así, desarrolló una terapia para los pacientes de cáncer consistente en la administración de bacterias muertas y, con esta nueva terapia, que más tarde se conocería como inmunoterapia, con- siguió exitosamente curar a algunos pacientes con tumores inoperables (Coley, 1910). Ya en aquellos años se intentó también utilizar BCG en el tratamiento de algunos tumores aunque la apa- rición posterior de otras terapias, como las eficaces quimioterapia y radioterapia, hizo abandonar estos estudios. En los años 70, sin embargo, el urólogo canadiense Álvaro Morales publicó sus buenos resul- tados sobre el uso de la BCG en pacientes de cáncer de vejiga y, desde entonces, la BCG se utiliza para el tratamiento de este tipo de cáncer. La BCG frena el crecimiento descontrolado de las células del tumor y, además, activa el sistema inmu- nológico del paciente generando una respuesta en el cuerpo humano que ayuda a luchar contra el tumor. Si bien efectiva, la BCG en el tratamiento del cáncer de vejiga provoca algunos efectos secundarios en el paciente que pueden resultar graves (ver figura 2). En algunos pacientes se ha descrito una infección por BCG en el caso de que la bacteria, en vez de quedar retenida dentro de la vejiga, haya pasado a la circu- lación sanguínea del paciente tras un problema en el proceso de administración. Cómo mejorar el tratamiento del cáncer de vejiga El tratamiento actual con el uso de la BCG puede mejo- rarse de dos maneras distintas: 1) disminuyendo los problemas secundarios que puede ocasionar, como los casos de infecciones; y/o, 2) optimizando su administra- ción en el paciente, para mejorar su eficacia. 1) Para evitar el problema de las infecciones causadas por BCG, numerosos laboratorios han intentado uti- lizar, por ejemplo, extractos de BCG o BCG muerta, pero se ha demostrado que es necesario que la bacteria esté viva para que sea totalmente eficaz (Secanella-Fandos et al., 2014). Otra estrategia alter- nativa es el uso de bacterias similares a BCG pero que sean incapaces de causar enfermedad en huma- nos. Siguiendo esta última estrategia, nuestro grupo descubrió recientemente la capacidad antitumoral de Mycobacterium brumae. M. brumae es también una micobacteria como BCG, pero a diferencia de BCG que en su origen derivó de un patógeno, como hemos explicado anteriormente, el hábitat natural de M. brumae es ambiental. Fue descubierta en muestras de suelo y en el agua del río Llobregat (Barcelona) en 1993 (Luquin et al., 1993). Desde entonces no se han descrito casos de infección ni en humanos ni en animales debidos a M. brumae. M. brumae, en estudios en el laboratorio, demues- tra tener similar capacidad a BCG, tanto de frenar el crecimiento tumoral como de estimular el sistema inmunológico (Noguera-Ortega et al., 2016). Así, M. brumae se plantea como una buena alternativa para evitar los problemas de la BCG. 2) Con el fin de mejorar la actividad antitumoral de estas bacterias, se puede plantear una mejora en el sistema de administración dentro de la vejiga. Las micobacte- rias se caracterizan por tener una envuelta lipídica que recubre las células y que les proporciona una naturaleza altamente hidrofóbica (ver figura 3a). Cuando las mico- bacterias se encuentran en líquidos acuosos tienden a formar agregados, de la misma forma que el aceite mezclado con agua tiende a agruparse en gotas más grandes (ver figura 3b). La BCG se introduce en la vejiga de los pacientes con cáncer en un líquido acuoso y, por tanto, forma agregados. Se ha demostrado que cuando se forman agregados disminuye la capacidad antitumoral del BCG (Ratliff et al., 1994). Es fácil pensar que el hecho de agregarse o formarse grumos dificulta la interacción con las células del sistema inmune del paciente. En nuestro laboratorio pensamos que dis- minuir la formación de agregados, encontrando un sistema en el que las bacterias estén más disgregadas, podría mejorar su capacidad antitumoral. Una posible formulación serían las emulsiones, puesto que se sabe que las emulsiones aceite-agua tienen, por un lado, un efecto activador del sistema inmunitario y, por otro, pueden tener un efecto en la disminución del tamaño de los agregados.