IA35 - Almazaras

20 guos pero que, fundamentalmente, unos y otros, por la disponibilidad de agua pasan a intensivos y superintensivos, con grandes y estables producciones, hoy impensables para el olivar tradicional. Sólo una más justa gestión hidráulica, con repartos más equitativos de este recurso, el agua, puede salvar a este olivar tradicional, en donde observo un excesivo pesimismo, que, como primera consecuencia, trae el desánimo para futuras generaciones que garanticen su continuidad, ya que no ven la manera de afrontar este gran reto. Sin duda, un más justo reparto del agua, junto a una adecuada política hidráulica, y todo unido a una estrategia de diferenciación, para la que existen solventes argumentos, haría recuperar el ánimo a estas nuevas generaciones. Tenemos un excelente producto, nuestro aceite de oliva, del que cada vez se reconocen más beneficios saludables, sociales y medioambientales, con una demanda, sobre todo internacional, cada vez mayor, y, sin duda, con un montón de argumentos a su favor para recuperar los consumos nacionales y seguir creciendo en el exterior. Pero para esto hace falta que seamos nosotros, los productores, y fundamentalmente los del tradicional, los primeros convencidos de que este futuro es así, esperanzador. También la Administración puede hacer mucho en esta línea, ya hemos citado las políticas hidráulicas, pero también en las normativas, puede ayudar mucho. El futuro, sin duda que nos viene con muchas incertidumbres, pero también con muchas oportunidades, y de las primeras sí se deberían eliminar aquellas que aportan poco, y dificultan mucho, entre las que destacaría, por ejemplo, una mayor armonización de normas nacionales e internacionales; reformas de algunas determinaciones que, unas veces por su lentitud, y otras por su inseguridad tal y como se aplican, por ejemplo, el panel test, generan mucha incertidumbre, y, muy pendientes de algunas que se avecinan, y que no van a ir en esa línea de facilitar y agilizar las cosas, como son los MOHS y MOHA. El sector productor y envasador deberían tomarse mucho más en serio lo de “primer productor mundial”, y ejercer más como verdaderos líderes, porque los muchos huecos que deja esa falta de liderazgo casi siempre son ocupados por oportunistas, ajenos al esfuerzo que significa el camino desde el campo hasta la botella, o por una clase política que cuando toma las riendas nos hunde en una maraña de normas y obligaciones. Repito, nos esperan muchas innovaciones en casi todos los eslabones de la cadena de valor, pero su gestión debe estar en manos de quienes de verdad sufren o se beneficia de los logros y fracasos, y no de “quienes ni les va ni les viene”. No quisiera acabar sin mencionar la gran importancia que en todo esto vamos a tener los laboratorios, sobre todos los que garanticemos la máxima competencia técnica y calidad de nuestras analíticas, y en los que la formación y el asesoramiento a todos los eslabones de la cadena de valor, sean ejes importantes en sus actuaciones, y para ello la información y sinergias de todo tipo a través de estructuras internacionales, como es nuestro caso con el Grupo Tentamus, serán de vital importancia. n ANÁLISIS

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