Las hojas de alcachofa tienen propiedades terapéuticas con una gran cantidad de compuestos antioxidantes que pueden usarse para el tratamiento de trastornos digestivos, mejorando la función biliar y hepática y reduciendo el azúcar en sangre y el colesterol. Los ácidos fenólicos y flavonoides se distribuyen ampliamente como subproductos con una alta actividad antioxidante en las plan- tas. Mejoran el sistema de defensa contra el estrés en las plantas y proporcionan beneficios para la salud humana, así como propieda- des terapéuticas (Ayaz et al., 2000). El cultivo de la alcachofa y el procesado industrial también se traducen en una alta proporción (casi el 80% del total de biomasa) de subproductos. Numerosos estudios muestran que la composición polifenólica de la alcachofa puede verse afectada por las partes de la planta (Fratianni et al., 2007), tiempo de la cosecha y genotipo de la planta (Lombardo et al., 2010). En este sentido, y basado en el excelente concepto saludable que los consumidores tienen para esta hortaliza, la obtención de variedades con mayor contenido fenólico podría ser un componente destacado de calidad que podría incrementar su apetencia al consumo. Sin embargo, pese a todas estas cualidades, el cultivo de esta hor- taliza se encuentra muy estancado en los últimos 10 años, con una producción anual mundial de 1.500 toneladas (MAGRAMA, 2017). Italia representa el 50 % de la producción mundial, seguida de Egipto y España, siendo en la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana (cuenca del Mediterráneo) donde se cultiva más del 70 % de la producción total. Estos datos, nos tienen que hacer plantearnos un cambio generalizado en la producción y comercia- lización del cultivo, ya que el formato actual no augura un futuro prometedor pese a las grandes características del producto ante- riormente descritas. Respecto a la producción, la principal razón por la que el cultivo de alcachofa no aumenta es debido a los altos costes de produc- ción, principalmente por los altos costes de mano de obra, ya que el cultivo de la alcachofa se basa tradicionalmente en cultivares de propagación vegetativa, especialmente 'Blanca de Tudela' cuyos esquejes son los más cultivados por todos los agricultores del mediterráneo, se trata de una variedad muy precoz y pro- ductiva con buena adaptación a nuestras condiciones de cultivo (Fotografía 1). Sin embargo, la efectividad de la reproducción asexual es limitada debido a la baja tasa de multiplicación y la acu- mulación de patógenos. En este escenario, las variedades propagadas por semillas han ganado importancia económica debido a varias ventajas, tales como: reducción de los costos laborales y manejo agrícola, con- versión en un cultivo anual e introducción en las rotaciones de cultivos, uso eficiente tanto de la humedad como de los fertilizan- tes, alta protección contra patógenos y plagas, entre otros. Por otro lado, respecto a la comercialización, los capítulos de alcachofa están destinados al consumo en fresco o se procesan industrial- mente como productos congelados o en conserva. Sin embargo, en la actualidad las necesidades de los consumidores van encamina- das a productos frescos con valor agregado en términos de calidad, conveniencia, valor nutricional y facilidad de preparación, y en este sentido han aumentado la producción industrial de productos recién cortados o cuarta gama. Numerosas empresas productoras y comercializadoras, auguran el futuro de la alcachofa bajo un gran cambio, motivado por una mayor facilidad en el consumo. Y es que, estamos ante una sin- gular hortaliza, en la que su preparación culinaria lleva consigo la 23 ALCACHOFA