día, a cada rato, va quitando sólo una pizca, la punta, que al ser en su mayoría agua, ni hay que recogerla, añadiéndose al suelo. Pues eso es lo que los robots vienen a hacer. A revolucionar las tareas agrícolas. A hacerlas de otra manera. Tratando casi hoja por hoja, gracias al apoyo de sensores, digitalización y gestión de datos y algo- ritmos. Conectados en red, basados en datos. Ha llegado su momento Eso es al menos lo que el profesor Simon Blackmore, de la Universidad de Estudios Agrícolas Harper Adams, en Reino Unido, lleva años divul- gando. El pasado 29 de noviembre participó en el Foro Internacional de la Robótica Agrícola (FIRA), que tuvo lugar en Toulouse (Francia), organizado por la empresa Naïo Technologies, y que reunió a destaca- dos actores de esta disciplina, con más de 400 participantes. Lo que el robot es capaz de ver: distingue entre el cultivo y las malas hierbas. Agricultura muy diferente Sus planteamientos son, cuanto menos, llamativos. A rma que en la moderna agricultura gastamos demasiada energía en ‘romper’ y ‘arreglar’ una y otra vez el suelo. Fumigando toneladas de productos químicos para que solo sean efectivos un 0,01% de ellos. Dañando el suelo por la compactación que provocan grandes máquinas. Y asegura que en las economías de escala este incesante incremento del tamaño de la maquinaria ha tocado techo: las máquinas ya no pueden ser más grandes (entre otras cosas porque ya no caben ni en la carretera ni en los túneles del tren). Y, por supuesto, no valen para las parcelas más pequeñas, que son muchas más por el mundo que las grandes explotaciones. Eliminación de malas hierbas con micro pulverización. Blackmore aboga por dejar el modelo ‘industrial’ para ir a uno más exible, que se adapte a los precios de los productos, las leyes o las circunstancias climáticas según el momento, basándose en datos y en la automatización, reduciendo el impacto ambiental. Micro - operaciones en los cultivos agrícolas Esta nueva propuesta se asemeja al ejemplo puesto inicialmente del ‘mulching’; micro-operaciones en el terreno; preparación localizada del suelo, localización de plagas y problemas de la cosecha en tiempo real con sensores de todo tipo; micro tratamientos de protección de culti- vos (pulverizando sólo una gota en cada hoja), eliminación manual de malas hierbas, cosecha selectiva de sólo los frutos verdaderamente listos para vender (evitando mermas), microsiembra; microroturación (con pequeños rotocultivadores o labor vertical); trabajo con drones, por ejemplo, para la pulverización de tratamientos o la vigilancia. A n de cuentas ¿por qué trabajar toneladas de suelo si cada semilla solo necesita tener listos los tres centímetros cúbicos que la rodean? En la Universidad Harper Adams desarrollan desde hace tiempo la ‘Hectárea manos libres’, la primera parcela totalmente automatizada. Han podido demostrar y desmontar muchos mitos asumidos. Por eso pueden decir con conocimiento de causa que los robots no son sólo para las grandes (y súper modernas) explotaciones, sino que real- mente donde más productividad incrementan es en las explotaciones más pequeñas. De hecho, a rma que en las grandes explotaciones, los grandes tractores pueden ser todavía mucho tiempo la opción más productiva. Tampoco son tan caros, o al menos mucho menos que la gran mayoría de los grandes tractores y ahorran costes de operación. El robot Dino, de Naio Technologies, elimina hierbas mecánicamente. >>35 INGENIERÍA HORTÍCOLA