Poscosecha Figura 2: Efecto del CO2 en el control del pardeamiento del raquis de uva de mesa (Vitis vinifera L.). del fruto (Del Cura et al., 1996), inhibió la producción autocatalítica y basal del etileno, ejercida a través de una activación de la síntesis de poliaminas (Muñoz et al., 1999), disminuyendo, asimismo, la tasa respiratoria y la velocidad de degradación del almidón (Figura 1). Durante la conservación de frutos no climatéricos, se observó que uvas tratadas con CO2 presentaron una menor pérdida de acidez al final de la conservación a 0 °C y en el caso de fresas tratadas con CO2 una fir- meza mayor que la correspondiente a las mantenidas en aire. Por otro lado, se observó que altos niveles de CO2 retrasaron los procesos de envejecimiento. La mejora de la apariencia externa y el menor índice de marchitamiento de tejidos fotosintéticos como el raquis (Figura 2), en el caso de racimos de uva, se vio asociado con una activación del sistema antioxidante enzimático (Sanchez-Ballesta et al., 2006). En el caso de la piel de la chirimoya, este efecto se corresponde con un mantenimiento del contenido de clorofilas y de la maquinaria fotosintética (Del Cura et al., 1996). Estos efectos resultan particularmente interesantes en el ámbito de su comercialización ya que la apa- riencia visual es la primera impresión que recibe el consumidor y el componente más importante para su aceptación y posible compra. La aplicación de 20 kPa CO2 durante periodos cortos (3 días) permitió una activación moderada del proceso de fermentación (Blanch et al., 2015) y fue un trata- miento eficaz en la reducción y retraso de la aparición de podredumbre en uva de mesa y fresa. Estos frutos necesitan una alta humedad relativa a fin de evitar importantes pérdidas de calidad, siendo altamente susceptibles de ataque fúngico. En uvas tratadas con CO2, se observó una disminución significativa de los granos infectados por hongos en comparación con los no tratados al final de la conservación a 0 °C. Sin embargo, este efecto beneficioso parece no estar mediado por la inducción de genes que codifican proteínas relacionadas con la patogénesis (PRs), tales como una quitinasa y una ß-1,3-glucanasa de clase I (Romero et al., 2006). Efecto de altos niveles de CO2 en respuesta al daño asociado a las bajas temperaturas La conservación a bajas temperaturas puede inducir una serie de alteraciones fisiológicas que condu- cen a una pérdida de calidad y en consecuencia a importantes pérdidas económicas para la industria hortofrutícola, incluso en aquellos frutos tolerantes al frío como uva y fresa. En frutos tropicales como chirimoya, susceptibles de desarrollar daños por frío, la aplicación de un trata- miento con altos niveles de CO2 activó la síntesis de compuestos nitrogenados de defensa (Merodio et al., 1998) que ayudan a contrarrestar la acidificación citoplásmica (Muñoz et al., 2001) y a evitar el endu- recimiento de la pulpa (Maldonado et al., 2002) y la aparición de manchas provocadas por la aplicación de temperaturas inferiores a la crítica. Con este tratamiento gaseoso, además, se activan mecanismos relacionados con una mejora del estado hídrico, de la estructura celular y del balance iónico (Goñi et al. 2011) activando la síntesis de metabo- litos osmoprotectores y de proteínas con función crioprotectora y de defensa frente a la deshidrata- ción. Entre ellos cabría citar, en fresa y uva de mesa, la acumulación de una serie de compuestos directa- mente asociados con el metabolismo de carbohidratos como son los fructooligosacaridos (FOS) (Blanch et al., 2011). Estos compuestos, además de ejercer un papel protector de la membrana plasmática a través de su interacción con lípidos (Vereyken et al., 2001), muestran una alta capacidad para interactuar con moléculas de agua (Blanch et al., 2012b), permitiendo 88