de reducir las pérdidas al medio de nitrógeno reactivo (nitrato, amoniaco, óxidos de nitrógeno) procedente de los cultivos agrícolas”, explica Daniel Marino, investigador del grupo de investigación NUMAPS de la UPV/EHU que ha llevado a cabo este estudio en colaboración con el Dr. Pedro Aparicio-Tejo de la Universidad Pública de Navarra. “Una de las estrategias para acercarse a ese objetico es mantener el nitrógeno (N) estable en suelo durante más tiempo mediante el uso de fertilizantes de base amoniacal estabilizados junto con inhibidores de la nitrificación. Así, al contrario que el nitrato (NO3-), que al ser un ion con carga negativa se puede pierde por lixiviación, el amonio (NH4+), al estar cargado positivamente, se mantiene en el suelo adsorbido a las arcillas que están cargadas nega- tivamente. En este contexto global, el estudio parte de la necesidad de entender mejor la fisiología de las plantas cuando se fertilizan exclusivamente con amonio”. Daniel Marino, investigador del grupo de investigación NUMAPS de la UPV/EHU. Foto: Nate Steiner. El nitrógeno es un elemento “esencial tanto para las plantas como para cualquier ser vivo" ya que es "funda- mental para la síntesis de biomoléculas como las proteínas o los ácidos nucleicos (ADN y ARN)". En el caso de la agricultura, "con las cosechas sucesivas los suelos se van empobreciendo en N y por tanto es necesario suple- mentar el suelo con N extra, normalmente en forma de fertilizante inorgánico (urea, nitrato o amonio) o como fertilizante orgánico, por ejemplo abono verde o purines que en el suelo tiene que ser mineralizados hasta formas inorgánicas de N. De hecho, la manera más habitual en que las plantas toman el nitrógeno del suelo es en forma inorgánica, como nitrato o amonio. Este N, una vez en el interior de la planta, es asimilado formando aminoácidos que después serán utilizados para la síntesis de proteínas”, señala el investigador. Brásicas 69