Introducción Nuestra situación actual se enfrenta a lo que se conoce como el ‘trilema de la salud’, que nos dice que la alimentación, la salud y el medio ambiente están íntimamente vinculados, siendo necesario establecer un equilibrio entre los mismos para conseguir una vida más saludable en un planeta más sostenible. Actualmente, el consumo de alimentos de origen vegetal con propiedades nutracéuticas es uno de los factores cruciales para el bienestar y la promoción de la salud mediante la prevención de diversas enferme- dades como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Las plantas pertenecientes a distintas especies de Brassica se consumen en todo el mundo, siendo los principales consumidores China, India, Rusia, Corea y Japón (FAOSTAT, 2013). La importancia de estas verduras radica en su alto contenido en componentes antioxidan- tes (vitamina C, carotenoides y compuestos fenólicos), y otros compuestos específicos de la familia Brassicaceae (glucosinolatos) que promueven la salud (D'Antuono et al., 2009). En particular, la protección contra las enfer- medades degenerativas, a cargo de los glucosinolatos y sus productos de degradación enzimática, se ha estu- diado desde hace décadas y ha sido exhaustivamente revisada (Fahey et al., 1997; Mithen et al., 2000; Traka et al., 2009; Lozano-Baena et al., 2015). Brassica rapa fue la primera especie de Brassica domesticada por el hombre hace miles de años (Gómez-Campo, 1999). En el noroeste de España y Portugal se cultiva Brassica rapa subsp. rapa para obtener nabos, nabizas y grelos. Los nabos son las raíces engrosadas, las nabizas son las hojas jóve- nes y los grelos son los tallos con brotes florales y hojas circundantes. Estos cultivos hortícolas tienen una gran tradición formando parte de numerosos platos de la cocina tradicional de esta zona (p. ej. 'Caldo gallego' o 'Lacón con grelos') (Foto 1). Estas verduras se caracterizan por un peculiar sabor amargo y picante, relacionado con su contenido en gluco- sinolatos y sus productos de hidrólisis, habiéndose demostrado las propiedades quimiopreventivas de los mismos (Obregón, S., 2016). En la dieta mediterránea, basada en un elevado con- sumo de frutas y hortalizas, estos cultivos podrían ocupar un lugar destacado, desconociéndose trabajos previos sobre las posibilidades de producir nabizas y grelos en el sur de España. Brásicas Foto 1: Grelos en el mercado de Santiago de Compostela. 39