Brásicas miento de moho blanco algodonoso sobre las hojas. Finalmente la cabeza del repollo se recubre con el moho algodonoso seguido de un desarrollo de escle- rocios en la cabeza. El patógeno sobrevive en el suelo y en los desechos de la planta como esclerocios de pared gruesa, que pue- den permanecer viables durante varios años. Pueden infectar la planta de dos maneras diferentes: mice- liogénicamente y carpogénicamente. De la primera manera, los esclerocios germinan y las hifas infec- tan directamente el tallo basal, siendo este método de infección de importancia primaria en algunas regiones. De la manera carpogénica, los esclerocios producen apotecios. Los apotecios desarrollados, se localizan sobre el suelo o enterrados, liberando sobre 10 millones de ascosporas las cuales infectan las par- tes superiores de la planta (Figura 1). Las ascosporas liberadas al aires son responsables de la mayor parte de las epidemias que S. sclerotiorum causa a nivel mundial. Como ejemplo, en la podredumbre del tallo de la colza, las ascosporas alcanzan las hojas, nudos y otras partes de la planta. En repollo, la mayor parte de las infecciones en campo ocurren después de la for- mación de la cabeza. En algunos huéspedes el número de esclerocios en el campo afecta la incidencia de la enfermedad. Un esclerocio por 5 kg de suelo puede causar sobre un 40% de severidad en la enfermedad. El número de esclerocios producidos por S. sclero- tiorum en distintos tejidos de la planta también es variable y es un factor importante para determinar los niveles de inóculo. Por ejemplo, una raíz infectada de zanahoria produce hasta 30 esclerocios, mientras que una cabeza infectada de repollo produce entre 250 hasta 500 esclerocios. Manejo de la enfermedad El manejo del moho blanco supone una gestión complicada a nivel mundial, es inconsistente y cara debido a la presencia de un amplio rango de hués- pedes y a la supervivencia de los propágulos del hongo. Actualmente, el control de la podredumbre de Sclerotinia, especialmente en canola, se lleva a cabo fundamentalmente a través de prácticas culturales y la aplicación de fungicidas foliares que proveen, como mucho, solo protección parcial y esporádica. Además su aplicación puede llegar a ser muy cara. Como métodos culturales se usan la rotación de cul- tivos y una labranza mínima de la tierra. Sin embargo, en la práctica, los dos o tres años de descanso entre los cultivos huésped empleados en las rotaciones a menudo no son efectivos para reducir la viabilidad de los esclerocios, los cuales pueden sobrevivir por lo menos durante tres años en el suelo. Aunque, se hallan disponibles varios fungicidas para su uso en campos de canola, su eficacia depende fuertemente del tiempo de aplicación, el desarrollo de la planta, y las condiciones ambientales. Además, se han detec- tado resistencias al fungicida. En el último informe de la Organización Europea de Protección de Plantas Mediterráneas (EPPO) sobre buenas prácticas de pro- tección de brásicas hortícolas (brásicas aprovechadas por su hoja, cabeza o flor y raíz) no se encuentra una metodología y/o fungicida que pueda contro- 16 Figura 1. Ciclo vital de Sclerotinia sclerotiorum y epidemiología en Brassica spp.