Fertilización La rentabilidad de la horticultura protegida cada vez está más asociada a la eficiencia en el uso de los recur- sos, en este caso de los fertilizantes, que al objetivo inicial de obtener una elevada producción. El aumento del precio de los fertilizantes, la carga ambiental que conlleva la obtención de los mismos y la necesidad de controlar la contaminación del suelo y de las aguas subterráneas han contribuido a la búsqueda de estra- tegias que contribuyan a aumentar dicha eficiencia sin afectar de forma negativa a la producción de fruto. Las condiciones que se generan bajo invernadero hacen que las propiedades físico-químicas del suelo cambien rápidamente debido a las altas temperatu- ras y a los aportes elevados tanto de agua como de fertilizantes, para mantener un cultivo intensivo con una extracción considerable de nutrientes. La solución del suelo bajo invernadero es más fácil de controlar que al aire libre, debido a la ausencia de lluvia y a la práctica habitual del aporte simultáneo del agua y los fertilizantes a lo largo del ciclo de cultivo. En muchos casos el contenido de Ca, Mg y S en el suelo y en el agua e incluso a veces el P inmovilizado en el suelo (Segura et al., 2012) son suficientes para compensar las necesidades del cultivo. En la fase inicial del ciclo de cultivo es cuando ocurren las mayores pérdidas de N debido al aporte de la materia orgánica y a los primeros riegos de plantación (Thomson et al., 2007). Los cultivos en sustrato suelen ser sistemas abiertos con una fracción de lavado que oscila entre el 30 y el 50%, y representan una de las fuentes de conta- minación del agua subterránea y de eutrofización, por lo que la reutilización de las soluciones lixiviadas se presenta como una alternativa para incrementar la eficiencia en el uso de los fertilizantes a la vez que contribuye a la reducción de la contaminación del medio ambiente especialmente por nitratos. Absorción de nutrientes La tasa de absorción de nutrientes está determi- nada por la demanda de la planta, que a su vez depende de su tasa de crecimiento y del propio contenido nutricional de la solución nutritiva. Las actuaciones sobre el clima que impliquen modi- ficaciones en la tasa de crecimiento de la planta y en su distribución de asimilados influirá, a su vez, en la absorción mineral (Gieling, 2001; Roca, 2009). Si bien, la concentración de absorción de un elemento, entendida como la relación de los nutrientes absorbidos por litro de agua consumida (mmol/L) no tiene sentido desde el punto de vista fisiológico, su determinación puede orientar en la formulación de las soluciones nutritivas, según tipo de cultivo y factores climáticos (Sonneveld, 2000). Normalmente, con elevados niveles de radiación la absorción de agua prevalece a la de nutrientes, siendo una práctica habitual en la zona mediterrá- nea reducir la concentración de la solución nutritiva en los días soleados o bien, en el caso de cultivo en sustrato, en las horas de máxima radiación. La relación entre la concentración de los nutrientes aportados y absorbidos varía a lo largo del desa- rrollo del cultivo y es diferente con cada nutriente. En un cultivo de tomate, en ciclo de primavera, se observó cómo en la primera fase del ciclo de cul- tivo los nutrientes N, Ca y K eran absorbidos a una concentración mayor que la aportada en la solución nutritiva, y en mayor medida en el cultivo sometido a una mayor intensidad de radiación incidente. Una vez transcurrida la primera fase, tanto el N y como el Ca eran absorbidos a la mitad de la concentración aportada, mientras que la absorción de K se man- tuvo próxima a la concentración aportada durante todo el ciclo (Fig. 1) (Medrano et al., 2005). Figura 1. Relación entre la concentración de absorción (Cabs., mmol/L) y la concentración en la solución nutritiva (Csn, mmol/L). Cultivo de tomate (Medrano et al., 2005). 30