62 ENTREVISTA Precisamente en la última jornada organizada por el Colegio, usted impartió una ponencia sobre la impor- tancia del asesor en el nuevo marco de la GIP. ¿Cómo se ha introducido en los últimos años esa figura en el campo almeriense? ¿Con qué dificultades se ha en- contrado? En Almería el técnico de campo tiene esta normativa am- pliamente superada, porque en todas las empresas, ante las exigencias de los propios mercados extranjeros, ya se habían auto-instaurado una serie de normas o certificados (Global GAP, BRC, ISO, UNE, etc.), que en muchos casos superaban la nueva norma. Lo que sí viene a reforzar es la fidelidad y confianza entre el agricultor y técnico. A día de hoy por una finca pueden circular diversos técnicos, cada uno responsable de diferentes ámbitos, desde los de la cooperativa a los de las empresas comercializado- ras, pero el agricultor debe tener muy claro que su asesor, quien le tiene que validar su cuaderno de explotación con su firma, es solo uno y tiene que ser un técnico de su total y absoluta confianza. ¿Existen los planes de formación adecuados para que un ingeniero agrícola cuente con los conocimientos necesarios sobre todo lo que conlleva el Real Decreto de Uso Sostenible de Fitosanitarios? Desde el Consejo General, organismo competente para tratar este tipo de temas con las administraciones centra- les, se ha puesto en marcha la negociación-convenio para la realización de cursos de GIP. Se pretende tanto com- plementar la formación de aquellos titulados que se han especializado en algún campo sin realizar los créditos obli- gatorios en GIP, como ofrecer una formación continua a aquellos profesionales que ya se dedican al asesoramien- to. Por ejemplo, en Aragón ya se ha firmado un convenio entre todas las partes implicadas, que está sirviendo de ejemplo al resto de España por su rapidez y porque ha sido fruto del consenso entre las partes: organizaciones agra- rias, administraciones, ingenieros agrónomos, etc. ¿Considera que la figura del ingeniero agrícola ha ganado en prestigio en el propio sector gracias a la figura del asesor? La norma, al contemplar el establecimiento y firma de un documento contractual entre agricultor y asesor y la vali- dación del registro de tratamientos, trata de acreditar do- cumentalmente la buena labor que tanto ingenieros agrí- colas como agricultores venimos realizando hasta ahora y que supone una garantía para la seguridad alimentaria. ¿Qué le pediría el técnico al agricultor? Un poco más de confianza hacia el asesor. Una misma explotación puede tener varios técnicos agrarios que ase- soren al agricultor, pero a la hora de actuar y tomar éste las decisiones tiene que contar con quien le va a validar y a firmar el cuaderno. Si un agricultor quiere abonar o tra- tar su explotación con un producto porque se lo ha reco- mendado, por ejemplo, el técnico de una casa comercial, éste ha de pedir antes la opinión de su técnico asesor que le va a validar el tratamiento. En definitiva, es una forma de tecnificar la explotación y profesionalizar más al agri- cultor. Hay una gran presión comercial, que es muy legí- tima, pero de cara al futuro se debería establecer un criterio por el cual al final el agricultor se acabe "fiando" de su técnico independiente. Como Colegio, ¿qué echan en falta en esa comunica- ción entre el agricultor y su técnico asesor? Mejoraría mucho esa comunicación si hubiese una mejo- ra en la organización de la comercialización de los produc- panorama