20 CONTROL medioambientales o de seguridad alimentaria): en primer lugar, la baja sensibilidad de Bemisia tabaci de los pesticidas comúnmente utilizados y el rápido desarrollo de resistencias y, en segundo lugar, la presencia de diferentes estados de mosca blanca en la planta (Figura 1) y la continua migración de los adultos (Figura 2) a los cultivos vecinos. Actualmente, la medida más eficaz para evitar la transmisión de estas virosis consis- te en combinar el uso de los agro- textiles que actúan como barreras físicas impidiendo el paso del vector con un adecuado programa de lucha integrada que reduzca la población del insecto en contacto con los cul- tivos. Bajo invernadero las barreras físicas más utilizadas son las mallas antiinsectos (instaladas en las aber- turas de ventilación) y en el caso de los cultivos al aire libre se emplean, principalmente, telas no tejidas de polipropileno como cubiertas flotantes (man- tas térmicas). En el mercado es posible encontrar una amplia variedad de mallas antiinsectos con diferentes densidades y gro- sores de hilos (Figura 3). Algunos tejidos incluso son de- finidos comercialmente como 'mallas anti-trip' o 'mallas anti-mosca blanca'. El uso de esta terminología en los agrotextiles está muy extendida aunque el calificativo no responde a ningún tipo de control que asegure la eficacia de estas mallas frente a Bemisia tabaci o Frankliniella oc- cidentalis. La estrategia de diseño seguida por los fabri- cantes para la elaboración de mallas antiinsectos consiste en obtener tejidos con poros de geometría rectangular (frecuentemente esta estrategia tiene un trasfondo eco- nómico relacionado con la velocidad de producción). Este criterio se consigue aumentando la densidad de los hilos de urdimbre con respecto a los de trama, de forma que se restringe la entrada de los insectos limitando la sepa- ración entre los hilos de urdimbre al valor de la sección transversal del diámetro del tagma considerado (tórax o abdomen) de los individuos adultos (Oliva y Álvarez, 2013). En muchas ocasiones se considera el tórax en lugar del abdomen ya que este tagma es más rígido y, aunque este hecho no está contrastado, puede ser más Figura 3: Imagen de una malla antiinsectos vista a través de la lupa binocular. limitante. Por ejemplo, si se quiere diseñar una malla 'anti-Bemisia tabaci' la separación entre los hilos de ur- dimbre tendría como valor máximo el tamaño medio del tórax del insecto, es decir, en torno a 215 μm que es la medida del tórax de los machos (de menor tamaño que las hembras) (Bethke y Paine, 1991). Sin embargo, es obvio que en una población de insectos existen indivi- duos de tamaños muy distintos en torno a ese valor medio. También existen diferencias significativas entre las dimensiones de machos y hembras e incluso algunas especies tienen habilidades específicas que les permiten atravesar los textiles con mayor facilidad (como Frankli- niella occidentalis). Además, otro de los problemas deri- vados de esta estrategia se debe a que no se tienen en cuenta otras variables que inciden sobre la eficacia de las mallas, como es el efecto del aire sobre el insecto al atra- vesar el textil. La eficacia de las mallas antiinsectos no se puede deter- minar mediante la simple comparación entre las dimen- siones del cuerpo de los insectos y el tamaño de los poros. También hay que tener en cuenta la habilidad del insecto para pasar a través de los poros del textil y, por tanto, es imprescindible realizar ensayos de laboratorio para determinar la capacidad de exclusión de los agrotex- tiles. Pero, además, la eficacia de una malla antiinsectos tecnología