46 GESTIÓN INTEGRADA Figura 1. Esquema trófico de los componentes y relaciones principales relacionados con la sanidad vegetal en un agroecosistema. El verde, rojo y azul se incluyen los componentes objeto de la malherbología, la entomología agrícola y la patología vegetal respectivamente. Las flechas indican flujos de energía de un componente a otro, las de doble sentido reflejan relaciones mutuas entre componentes y las discontinuas indican el inicio de cadenas que no se representan (de Phytoma, octubre 2013). ecosistema agrícola en el que queremos operar. Y la visión debe ser integrada, global, más allá de las parcelas propias de las distintas disciplinas científicas implicadas. La Ecolo- gía —como disciplina científica integradora— nos da esa visión. Desgraciadamente, la Ecología no siempre ha aten- dido las necesidades del ecosistema agrícola, de manera que algún autor ha dicho que el control integrado de plagas ha dado más a la Ecología de lo que ha recibido de ella. Es una lástima porque una más decidida aportación de los ecólogos al conocimiento de los ecosistemas agrícolas be- neficiaría muy rápidamente la GIP. Desde aquí, por lo tanto, puede hacerse una llamada a la investigación en Ecología para que dedique más esfuerzos a los agrosistemas. En lo que se refiere específicamente a las líneas de inves- tigación en control de plagas destacan tres ámbitos en los que se ha acelerado el progreso del conocimiento y de sus aplicaciones tecnológicas. Me estoy refiriendo al campo del control de plagas propiamente dichas; no me voy a re- ferir al control de enfermedades y malas hierbas por falta de espacio y porque, además, no los conozco con la misma intensidad. El primer ámbito incluye el control bio- lógico. Hoy en día en Europa, y muy concretamente en Es- paña, hay más control biológico que nunca; no hay más que ver cómo la aplicación del mismo en el último decenio en cultivos tales como los frutícolas, los cítricos y los hor- tícolas protegidos (menos en fresa) ha permitido la reduc- ción de productos fitosanitarios y su más eficiente uso. No hablo exclusivamente del control biológico en el que se sueltan enemigos naturales, sino también de aquél en el que se aplican las técnicas de conservación de enemigos naturales que son la base en fruticultura o citricultura. Aquí, en ese primer ámbito de progreso de la GIP también podríamos incluir el control microbiano en el que empiezan a disponerse de manera creciente de preparados a base de bacterias, virus y hongos que causan enfermedad en las plagas y se espera que la presencia en el mercado de esos bioplaguicidas crezca de manera notable en los pró- ximos lustros. El segundo ámbito de la gestión integrada de plagas en el que se progresa aceleradamente es en el de las relaciones entre las plantas cultivadas y los insectos y ácaros fitófa- gos. Esa relación se está viendo que es tremendamente compleja y rica en mecanismos que pueden ser aprove- chados para comprender mejor la naturaleza de los daños tecnología