La ventilación natural permite controlar los valores de temperatura, humedad y concentración de an- hidrido carbónico en el interior del invernadero. Sin embargo, su capacidad de operación se ve limitada por las condiciones exteriores, puesto que la ventilación se basa en la renovación del aire interior por aire exterior normalmente más fresco, menos húmedo y con una concentración constante de CO2. Del mismo modo el blanqueo de la cubierta del invernadero supone una re- ducción de la radiación solar que se transmite dentro del invernadero, que de un lado permite a los cultivos reali- zar su actividad fotosintética, y de otro aporta la energía que calienta las plantas, el suelo y el aire. La gran ventaja de estas dos técnicas tradicionalmente utilizadas en los invernaderos de la costa mediterránea española es que no conllevan un coste significativo eco- nómico, energético y de agua en su funcionamiento dia- rio. La apertura y cierre de las ventanas de un in- vernadero mediante moto-reductores eléctricos supone solo 0,02 MJ de energía por kg de tomate producido (para una producción media de 19,0 kg/m2), lo que cons- tituye un potencial de calentamiento global de 0,003 kg CO2eq/kg. Esto representa apenas el 0,5% de la energía necesaria (4 MJ/kg y 0,25 kg CO2eq/kg) en un inverna- dero de tipo multitúnel de cubierta plástica en Almería (Torrellas y col., 2013). A modo de comparación citar que la producción de 1 kg de tomate en un invernadero de cristal con sistema de cogeneración e iluminación artifi- cial en Holanda supone unas necesidades de energía global (Global Energy Requirement) de 11,9 MJ/kg (1,18 kg CO2eq/kg) para obtener una producción de 76,5 kg/m2 (van Zundert, 2012). Del mismo modo, en inver- naderos multitúnel con calefacción en Francia se nece- sitan 31,6 MJ/kg (2,02 kg CO2eq/kg) para obtener una producción de 44,0 kg/m2 (Boulard y col., 2011). Durante las últimas décadas la investigación sobre si- mulación de invernaderos basada en balances de masa y energía ha conducido al desarrollo de modelos dinámi- cos que enfocan los diferentes aspectos físicos del clima del invernadero. Estos modelos son herramientas útiles para evaluar los procesos de transferencia de energía en los invernaderos, aunque presentan el incon- veniente de que la mayoría de ellos han sido desarrolla- dos y validados en países del norte de Europa (Boulard et al., 1996; Körner, 2003) o de regiones subtropicales (Luo y col., 2005).