ENTREVISTA horticultura 32 yecto fue perdiendo mucha variabilidad. A prin- cipios del siglo XX, conociéndose ya las Leyes de Mendel, se empezaron a aplicar los primeros programas de mejora genética en EE UU, pero utilizando muy pocas variedades. Ello provocó que la variación de los genes fuese cada vez más pequeña. Y con ello que sea mucho más complicado encontrar genes frente a resisten- cias, al igual que ocurre en otras especies como el tomate, el pimiento o la sandía. En cambio, en otras especies próximas, como el almendro o el ciruelo se han mantenido niveles de varia- bilidad mucho más altos que podrían ser ahora usados para enriquecer el genoma del meloco- tonero. Insuflar nueva variabilidad en el melo- cotón comercial es también uno de nuestros objetivos. ¿Es esta precisamente una de las parti- cularidades que se encontraron en la se- cuenciación del genoma del melocotón? Cuando se secuencia sólo se hace de un indivi- duo, por lo que uno no puede hacerse la idea de la variabilidad del conjunto, pero en el artículo que hemos publicado se ha incluido la variabi- lidad de catorce individuos diferentes. Se ve muy claramente que hay muy poca variabilidad. Por ejemplo, a medida que uno se acerca a va- riedades como las chinas la variabilidad es mucho más alta y, en cambio, las europeas y norteamericanas son más uniformes. Esto se hizo a partir de un resecuenciado que permite, con relativamente poco dinero, secuenciar una cantidad importante de ADN de una variedad. Los resultados se pueden comparar posterior- mente con la secuencia estándar —un haploide de la variedad Lovell— y de esta forma obtener información de la variabilidad de esta variedad a nivel de todo el genoma completo. ¿Qué similitudes se han encontrado con otras especies de su misma familia? El primer genoma que se secuenció fue el del manzano, realizado por grupos de investigación italianos del Trentino, y después vino el de la fresa diploide y ahora el melocotón. Entre ellos existen muchas similitudes con genomas muy parecidos entre ellos, aunque con particularida- des como el manzano, cuyo genoma se ha du- plicado recientemente. Lo interesante es que, conociendo un gen que funciona de una manera determinada, se pueden hacer predicciones sobre su posición en cualquiera de los otros ge- nomas. A medida que vamos conociendo mejor estos genomas encontramos más y más ejem- plos. Uno muy sencillo es el que determina el color de la pulpa de la manzana, situado en el cromosoma 9, que si analizamos el punto co- rrespondiente del genoma del melocotón o del cerezo encontramos genes prácticamente idén- ticos que determinan el color de la pulpa, de la piel y de las anteras. Otro aspecto interesante es que los genomas de las plantas proceden de eventos de duplica- ción y triplicación de sus genomas que ocurrie- ron hace muchos millones de años y que son evidentes una vez secuenciado el genoma. En el melocotonero hemos encontrado siete regio- nes que muestran su triplicación ancestral, tal como puede verse en la figura adjunta. El melón, la fresa diploide, ahora el me- locotón, ¿en qué otras especies se está trabajando desde en el CRAG? Nuestra inversión principal fue en el melón, cuya secuenciación lideramos por la importan- cia que tiene en nuestro país y porque pudimos contar con la colaboración y financiación de va- rias empresas, instituciones y de Genoma Espa- ña. Desde el CRAG ensamblamos la secuencia completa de esta especie, pero nuestra expe- riencia nos ha servido también para formar parte del amplísimo equipo que ha hecho lo pro- pio con el melocotón y la fresa diploide. Uno de los proyectos que tenemos actualmente sobre la mesa es la secuenciación desde cero del genoma del almendro, muy parecido al del melocotón, y que estamos realizando junto al Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG), y otros grupos de investigación nacionales e in- ternacionales (el CITA de Aragón y la Universi- dad de Adelaida). Esperamos que dentro de un par de años podamos contar con la secuencia acabada. A ello le hemos de añadir el trabajo que se está realizando de resecuenciar, estu- diando la variabilidad genética de variedades diferentes utilizando no solo algunos marcado- res, sino la secuencia genética entera. Se trata de un trabajo realizado por 28 centros de investigación y universidades de cinco países. ¿Estas macro-colabora- ciones son cada vez más comunes, a la vez que fundamentales, para abordar este tipo de proyectos? Va en aumento porque trabajar en grupos muy pequeños tiene hoy poco sentido, por ello los proyectos punteros que hacen avanzar a la cien- Regiones triplicadas en el genoma del melocotón. Figura tomada de Verde et al. Nature Genetics 45, 487-494 (2013). Foto: Jayson Kingsbeer.