/REPOSTERÍA 10 / “El macaron está lleno de tabúes, leyendas y mitos. Es lo más complicado de hacer en la pastelería y no tengo ninguna intención de que esto deje de ser así. La vida me dio un privilegio y ahora lo quiero aprovechar” Hay quien afirma que los macarons proceden de Italia y quienes sostienen que son franceses, país donde los vene- ran desde el siglo XVIII. En este sentido, Rosich afirma: “Cada uno se atribuye el origen, pero lo que sí que estoy es convencido de que el macaron es muy antiguo”. Esta delicia de la repostería es un almendrado, es decir, una mezcla de almendras, azúcar y huevo, ingredientes básicos y comunes desde el origen de la Humanidad. “El macaron que yo hago, el parisino, conocido en el argot como el Gerbet, no deja de ser un almendrado algo más refinado en su estética y enriquecido con un relleno”. Repostería y meteorología En todo caso, siendo como es un pastelito típico francés, es curioso cómo ha traspasado fronteras y, en pocos años, se puede decir que no hay nadie hoy que no conozca el aspecto y el sabor de esta creación. “En España los he puesto de moda yo. Mejor dicho, mi mujer Nuria y yo mismo”. En su día, explica el repostero, apostaron por ellos como concepto de pastelería monovarietal. “Nos pusimos a ello y lo hemos hecho con rotundidad, seriedad, constan- cia y profesionalidad. Nos gusta saber que los expertos en macarons nos sitúan entre los tres mejores del mundo. Eso no se consigue por casualidad o viendo recetas en youtube o en foros de la Termomix. El macaron es muchísimo más La repostería ha estado siempre vinculada a productos grasos y poco saludables, pero, según Rosich, el concepto que tenemos en España difiere de la de otros países euro- peos. “Creo que la pastelería y su consumo en otros países está muy condicionada por su clima, incluso por sus hora- rios. Ellos, siendo países más fríos que nosotros, necesi- que eso. Es el deseo inalcanzable, es la humildad del tan ese dulce para funcionar. Aquí la cosa es bastante trabajo diario, la cima de la pastelería...”. De París a Barcelona diferente”, apunta Rosich. Hoy Rosich repasa los inicios de su negocio, cuyo principal reto fue decidirse a abrir una tienda dedicada a un solo producto. “Teníamos en contra que la gente ni lo conocía ni sabía y, a favor, que lo sabíamos hacer bien. La respuesta fue contundente: Trabajando duro, en menos de un año ya teníamos nuestra segunda tienda con capital propio y con las bases consolidadas”. Pese al éxito de sus dos negocios en la Ciudad Condal, Rosich se muestra escéptico con fórmulas como las fran- quicias. “Los macarons no son camisas ni chocolates con formas varias y cajitas muy bonitas. Están vivos, son productos frescos y necesitan de un buen profesional en la tienda que sepa cómo hacerlo. Tuvimos en su día contactos con unos ‘expertos en franquicias’ pero nosotros tratamos de no trabajar con vendedores de humo. Si nuestra economía nos lo permite y nuestra empresa tiene la necesidad de crecer, lo haremos, pero no tenemos prisa por hacerlo de momento.