/ REPOSTERÍA La relación de Enric Rosich con la pastelería se inicia en las Navidades de 1980. “El parón de las vacaciones del colegio y la casualidad hicieron que entrara por primera vez en un obrador para ayudar al dueño, que se había quedado sin ayudante por su marcha al servicio mili- tar. Entonces ya me dije que lo de la pastelería me iba a gustar”. Y lo que tenía que ser una eventualidad, según recuerda su propia familia, se convirtió en una afirmación que ha durado hasta hoy. El idilio de Rosich con los macarons llegó años más tarde. “En los primeros libros que pude comprar sobre pastelería francesa aparecían con este extraño nombre de macarons algo que empecé a conocer por comentarios, mitos y leyen- das”, recuerda. En 1993, Enric Rosich tuvo ocasión de estudiar con el repu- tado pastelero alsaciano Pierre Hermé, quien entonces traba- jaba en el famoso establecimiento Fauchon y cuyo nombre está tan ligado hoy a los macarons como el Sena a la Ciudad de la Luz. “Conocí a Pierre Hermé en Barcelona. Él visitaba la feria Tecno Alimentaria y yo estaba en el stand de una repu- tada firma de chocolates. Allí nos presentaron y aunque en aquel tiempo yo hablaba lo justito de francés, creo que nos caímos bien. Recuerdo que fuimos a cenar una paella al Poble Espanyol y allí me ofreció la posibilidad de hacer una tempo- rada de formación en París junto a él y su equipo”. MACARON ‘MADE IN ROSICH’ 8/ Los macarons están de moda pero lo cierto es que no son una creación reciente, más bien todo lo contrario. No se conoce con exactitud su origen pero sí se sabe que es una delicia centenaria. Sea como fuere, hoy en nuestro país la palabra macaron está asociada al nombre de Enric Rosich. “En España los he puesto de moda yo”, afirma el maestro repostero a Interempresas.