Arroz Este estadío de crecimiento se denomina necrotrófico. Finalmente a los seis o siete días, el hongo emerge del tejido vegetal y de cada lesión se generan miles de esporas al día durante dos semanas. Las esporas se diseminan por viento o agua y están listas para iniciar un nuevo ciclo de infección. Durante todo este pro- ceso se produce una merma importante en el cultivo pudiendo afectar severamente la producción de los granos de arroz. Dependiendo en la época o parte de la planta donde se produce el ataque la severidad puede ser variable. Las lesiones que produce el hongo en las hojas son de forma alargada, de color marrón uniforme. Más adelante presenta centros grisáceos y bordes de color marrón (se pueden observar en las fotos las lesiones de hojas de arroz infectadas con M. oryzae). También puede producir daños en los nudos, en diferentes partes de la panícula y en los granos. En muchas ocasiones, los granos terminan vacíos o deficientemente llenos y grisáceos. Dependiendo de la variedad y las condiciones predisponentes, las pérdidas ocasionadas por la infección pueden llegar a reducir en más de un 65% los rendimientos en la producción de granos de arroz. Como hemos dicho, no es fácil acabar con este hongo en campos donde ya se han producido infecciones, ya que las esporas del hongo quedan en el campo de una temporada a otra. Posiblemente el inicio de una nueva infección se produce gracias a otro mecanismo de penetración del hongo en la planta que se lleva a cabo a través de las raíces (Sesma & Osbourn, 2004). Este mecanismo de penetración no está suficientemente estudiado y aún quedan dudas de que se produzcan realmente en los cultivos. Existen variedades de arroz más resistentes a la infec- ción por Magnaporthe (piricularia) pero en su mayoría el hongo al cabo de unos años vuelve a tener la capa- cidad de infectar a estas variedades 'resistentes'. Esto es debido a que el hongo tiene gran capacidad de modificarse genéticamente y con ello adaptarse a infectar de nuevo a variedades anteriormente resis- tentes. Es por eso que está considerada como una enfermedad criptogámica compleja debido a la varia- bilidad patogénica y la rapidez con la que este hongo consigue evadir las defensas basales del arroz. Sabemos adicionalmente que ciertas condiciones ambientales favorecen la infección de los campos. Cuando la temperatura oscila entre 22-29 °C y cuando hay una humedad relativa muy elevada (sobre un 90%) podemos decir que, con mucha probabilidad, el hongo es capaz de infectar y posiblemente lo hará sino se toman las medidas oportunas. Los cultivos que están cerca del mar cumplen con estas condiciones de humedad más habitualmente, por lo tanto estos campos tienen una probabilidad alta de infección. Asimismo sabemos que una elevada concentración de nitrógeno en el agua de riego favorece la infec- ción. Por lo tanto, un exceso de abonado favorece en muchas ocasiones la piricurialosis. Es conveniente por parte de los arroceros controlar estos factores que favorecen la infección. Cultivos de arroz con poca variabilidad genética también favorece los ataques por el patógeno. Por consiguiente es importante hacer rotaciones de las variedades de arroz que se cultivan en las distintas temporadas. En cuanto a formulaciones fitosanitarias que controlen el hongo, actualmente sólo un fungicida, el tricicla- zol, puede controlar la infección. El uso del triciclazol está actualmente prohibido por la Unión Europea. Aunque excepcionalmente la UE y MAGRAMA está autorizando su uso al no existir muchas alternativas 6 Distribución de la superficie y produccion de arroz en España por CC AA. Datos S.G.T (noviembre 2015).