El hongo Magnaporthe oryzae (anamorfo Pyricularia oryzae) que fue considerado en 2012 por los expertos como el hongo patógeno más importante en cuanto a los efectos económicos y sociales ocasionados (Dean et al., 2012). Tenemos que tener en cuenta que es el cultivo más impor- tante para la mitad de la población mundial. Países del mundo como China, India, Pakistán y otras regio- nes altamente pobladas, dependen del arroz como alimento principal. Por todo ello y debido a la amplia distribución de estos cultivos podemos decir que este patógeno y la enfermedad (denominada piriculariosis, quemazón, el ‘fallat de l’arròs’, el ‘cucat’ o añublo) tienen unos efectos devastadores en la producción de arroz mundial. Por ejemplo, cálculos recientes esti- man que la pérdida anual producida por M. oryzae son equivalentes a las necesidades calóricas de entre 212 y 742 millones de personas (Fisher et al., 2012). A su vez M. oryzae se ha convertido en los últi- mos años en un organismo modelo donde estudiar mecanismos generales de las interacciones planta- patógeno. Numerosos grupos de investigadores en todo el mundo (especialmente en Asia) estudian cómo el hongo infecta a la planta y cómo es capaz de evitar los sistemas de protección basal de la planta. Si habla- mos de Europa, Italia y España producen un 80% del total de arroz de la Unión Europea (50% Italia y un 30% España). En España hay aproximadamente 115.000 hectáreas dedicadas a la producción de arroz y tienen un rendimiento de 7,75 toneladas/hectá- reas (a partir de datos de la SGCHI1). Andalucía es la región con una mayor producción de arroz seguida de Extremadura y Cataluña (ver grafica). En la última década, las infecciones por piricularia se han origi- nado en casi todas las regiones productoras españolas (Cataluña, Valencia, Extremadura, Andalucía, etc.). El hongo Magnaporthe oryzae tiene un ciclo de vida corto en la planta y por tanto múltiples infecciones se pueden llevar a cabo en un campo infectado por este patógeno (Illana et al., 2013). El hongo penetra por la hoja gracias a una estructura de forma semiesfé- rica denominada apresorio (en la foto se observa una espora germinada formando un apresorio). Debido a una gran presión (aproximadamente 8 Mpa) ejer- cida sobre la superficie de la hoja, el hongo es capaz de penetrar en la planta (ver foto). Una vez dentro crece de una manera biotrófica, es decir, sin afectar demasiado al crecimiento de la planta y sin matar a las células vegetales. Al cabo de unos tres días los efectos del hongo sobre la hoja comienzan a ser visibles y a generar lesiones debido a la necrosis o muerte de las células de la hoja (ver foto). En ese punto, realmente podemos decir que el hongo empieza a matar a la planta y se alimenta de los restos de las células vege- tales muertas. Arroz Fotografía. Arriba a la izq., un campo de arroz, y abajo efectos del patógeno sobre las hojas de arroz. A la dcha., espora del hongo formando apresorio 5