OLIVAR Medidas de la erosión laminar y en surcos Se han realizado medidas empíricas de la pérdida de suelo en oliva- res mediante la instalación de parcelas experimentales, que acotan zonas de ladera de superficie variable (habitualmente, de 50 a 500 m2) en las que se recogen las aguas de escorrentía y los sedimen- tos que contienen tras un episodio de lluvia natural o simulada. Con este método se estima, principalmente, la pérdida de suelo debida a erosión laminar y en pequeños surcos, ya que las cárcavas normalmente exceden la dimensión de la parcela y no permiten su correcta caracterización. Las parcelas experimentales se han empleado frecuentemente en el olivar y han permitido comparar de forma precisa las pérdidas de suelo asociadas a distintos mane- jos. Gómez et al. (2009) encuentran la máxima pérdida en laboreo convencional (23 Mg ha-1 año-1), mientras que Durán et al. (2009) asocian las mayores pérdidas a sistemas de no-laboreo con suelo desnudo (19 y 17 Mg ha-1 año-1, respectivamente). En los casos citados, las parcelas con cubierta vegetal, u hojas y restos de poda picada como demuestran Lozano-García et al. (2011), arrojaron valores muy inferiores de pérdida de suelo. Dada la gran variabilidad del suelo, resulta difícil generalizar medi- das empíricas puntuales a otras localizaciones. Para ello se aplican modelos de base estadística, que permiten la extrapolación de los resultados de parcelas experimentales a nivel regional. Entre estos modelos destacan los que emplean la metodología tipo RUSLE (Renàrd et al., 1997), de gran aplicabilidad hoy en día gracias a la creciente disponibilidad de datos topográficos de elevada resolu- ción, como los modelos digitales de elevación (MDE) basados en LiDAR, a la extensión de las técnicas de teledetección (imágenes aéreas y de satélite), y al empleo de los sistemas de información geográfica (SIG). El inventario nacional de erosión del suelo (INES) es una fuente importante de datos sobre pérdidas de suelo poten- ciales basado en RUSLE. Según INES (2004), la superficie afectada por erosión de la provincia de Jaén es la mayor de Andalucía y una de las mayores de España. Las tasas de erosión en la Provincia arro- jan un valor medio de 32 Mg ha-1 año-1, con más de 1.000 km2 con tasas extremas superiores a los 100 Mg ha-1 año-1. Tal como indican Romero et al., (2007), comparado con las medidas experimentales, RUSLE tiende a sobrestimar las pérdidas de suelo intensas. Este puede ser el caso del olivar, donde la erosión estimada en parcelas suele ser inferior a 25 Mg ha-1 año-1 (inferiores incluso a 1 Mg ha-1 año-1 en olivares con cubierta), mientras que RUSLE suele arrojar valores medios de hasta 80 Mg ha-1 año-1 (López-Cuervo et al., 1990; Gómez et al., 2003) o 100 Mg ha-1 año-1 en el caso de fincas de no laboreo sobre margas (Vanwalleghem et al., 2011). En los últimos años, se dispone de un modelo RUSLE a nivel europeo (Panagos et al., 2015) con una resolución aún mayor que INES (100 m), que arroja valores medios para el olivar de la provincia de Jaén muy similares al anterior (40 Mg ha-1 año-1). Se prevé que este modelo se emplee de forma estándar en el seguimiento y monitorización de las buenas prácticas agrarias y medioambientales especificadas en la política agraria común (PAC), que estima como insostenible toda tasa de erosión superior a 5-10 Mg ha-1 año-1 (Panagos et al., 2015). Estimaciones globales de la erosión en cuencas mediante modelización Es importante subrayar que una parte significativa de las pérdi- das de suelo estimadas en parcelas experimentales o con RUSLE, son re-depositadas en otras zonas adyacentes donde la pen- diente es menor, o transportadas por la red hidrográfica fuera de la cuenca. En este sentido, ambas metodologías aportan poca información acerca de la cantidad real de sedimentos aportados a escala de cuenca hidrográfica (Merritt, 2003). Ramos et al. (2008) demuestran mediante sustracción de MDE de alta precisión la removilización de material en una ladera de olivar en Lahiguera (Jaén), con acumulación neta en la parte baja de la misma. Por otra parte, Calero et al. (2015) estimaron una transferencia neta de la erosión producida en la cuenca olivarera vertiente al embalse de Doña Aldonza (Jaén) de sólo el 3%. Así, las aportaciones de sedi- mentos parecen ser netamente inferiores a lo estimado por RUSLE, lo que implica que gran parte del material erosionado es simple- mente re-depositado dentro de la misma cuenca. Los estudios a nivel de cuenca, por tanto, nos dan una visión más completa del proceso erosivo, incluyendo los fenómenos de ero- sión debida a cárcavas. En olivar se han aplicado modelos de base física y/o conceptual como AnnAGNPS (Taguas et al., 2012). Estos autores estiman pérdidas de suelo de entre 2 Mg ha-1 año-1, (suelos con cubierta y medidas de control de cárcavas) y 4 Mg ha-1 año-1 (laboreo tradicional sin medidas de control de cárcavas), valores más coherentes con los valores de transferencia de cuencas a embalses antes comentados. Se trata, en cualquier caso, de mode- los complejos que requieren gran cantidad de inputs, así como calibraciones relativamente complejas de llevar a cabo, al requerir medidas empíricas de caudales de escorrentía y sedimentos en cuencas experimentales de extensión controlada. Estimación de la erosión en cárcavas mediante técnicas geomáticas Más allá de la modelización, la evolución de sistemas de cárcavas en el tiempo puede abordarse a través de levantamientos geomé- tricos directos. Éstos se fundamentan en técnicas geomáticas que van desde la captura de puntos discretos mediante topografía clásica y GNSS, o masiva desde LiDAR (terrestre o aéreo), hasta la captura de imágenes de distinta resolución. Para la caracteri- zación superficial (anchura y longitud) hoy día resulta suficiente con el empleo de ortofotografía aérea, o en su defecto imágenes de satélite de alta resolución. En un estudio del olivar de los tér- minos de Torredelcampo, Fuerte del Rey y LaHiguera (Jaén), sobre una extensión de más de 100 km2, nuestro grupo de investigación (Ribeiro, 2018) ha obtenido un incremento en la densidad lineal de cárcavas entre 2009 y 2011 de 1,15 a 2 km km-2, respectivamente (Figura 7). Se trata de valores incluso superiores a los rangos más elevados definidos por Gómez (2015) para Andalucía. Así mismo, en un seguimiento fotogramétrico de 5 grandes sistemas de cár- cavas de fondo de valle en la zona de Santo Tomé (Jaén), llevado a cabo entre los años 2009 y 2013, Alarcón-Torres (inédito) encuen- tra incrementos de anchura medios del 40%. La estimación de la profundidad y el volumen de cárcavas requiere, no obstante, otras aproximaciones que permitan una reconstrucción en 3D del 13 Figura 7. Medida del aumento en la densidad lineal de cárcavas entre 2009 y 2011 mediante fotointerpretación (Fuerte del rey, Jaén). a) Fotografía aérea 2009; b) Fotografía aérea 2011; c) Fotografía aérea 2009 indicando las cárcavas registradas (1,15 km km-2); d) Fotografía aérea 2011 indicando las cárcavas registradas (2,00 km km-2).