OLIVAR 12 Figura 2. Olivar afectado por erosión en surcos. clasifica en erosión en surcos y erosión en cárcavas. Los surcos son canales de pequeño tamaño (< 20 cm) que desaparecen tras el laboreo (Figura 2), mientras que las cárcavas son canales de mayor tamaño (> 20 cm) que no pueden eliminarse por laboreo, impiden el paso de la maquinaria y requieren técnicas específicas de correc- ción (Figura 3) (Gómez-Gutierrez et al., 2011). La erosión en surcos está íntimamente relacionada con la erosión laminar, tanto que a veces se consideran ambos procesos conjuntamente, desde el punto de vista de su cuantificación y control. Todas aquellas prác- ticas agrícolas que dejan el suelo desprovisto de cobertura vegetal, como el laboreo tradicional o el no-laboreo con suelo desnudo, pro- vocan un incremento de erosión laminar y en surcos. Las cubiertas vegetales, u otras cubiertas inertes como los restos de hoja o poda picada, son los principales aliados del agricultor en el control de la erosión laminar y en surcos (Guzmán-Álvarez et al., 2009). Especialmente compleja desde el punto de vista de su génesis, evolución y restauración, es la erosión en cárcavas (Poesen et al., 2003; Valentín et al., 2005). Es habitual que una cárcava repre- sente la evolución natural de los surcos en las partes medias y bajas de la ladera (Figura 4). Sin embargo, muchas veces su aparición es súbita, y debida a distintos factores. Por ejemplo, en olivar es común encontrar cárcavas asociadas a zonas de drenaje de carre- teras (Figura 5). No sólo las dimensiones diferencian los surcos y las cárcavas, también su dinámica de crecimiento y su capacidad de transporte. Los surcos crecen básicamente de forma longitudinal y su capacidad de transporte raramente excede los fragmentos de 9 cm de diámetro. Las cárcavas se extienden, como los surcos, en sen- tido longitudinal, pero además incrementan su anchura mediante deslizamientos de sus taludes (Figura 6), siendo este un mecanismo que dificulta notablemente su control. Las cárcavas que surgen en laderas agrícolas relacionadas con la evolución de los surcos se denominan cárcavas efímeras o de media ladera. Éstas suelen pre- sentar profundidades no superiores a 1 ó 1,5 m y generan caudales máximos de 1 m3 s-1 (Gómez-Gutiérrez et al., 2011). Las cárcavas que se desarrollan en las vaguadas, por el contrario, se denominan cárcavas de fondo de valle. Son estructuras de tamaño considera- ble (> 3 m de profundidad y descargas > 1 m3 s-1), que se entrelazan y confunden con la red hidrográfica de barrancos y arroyos (Gómez- Gutiérrez et al., 2011). La capacidad de transporte de una cárcava de fondo de valle es muy elevada, siendo capaz de movilizar rocas de varias decenas de cm de diámetro. Desde el punto de vista de su control, se acuden a técnicas de corrección transversal como diques, o longitudinales, como escolleras, así como otras muchas acciones relacionadas con la revegetación de la cárcava destinadas a disminuir el influjo de escorrentía en la cabecera y estabilizar los taludes y el lecho (Gómez et al., 2011). Todas estas técnicas, sin embargo, son altamente costosas en tiempo y recursos, y comple- jas de planificar e implementar en el terreno, ya que normalmente han de efectuarse a nivel de cuenca hidrográfica para que sean verdaderamente efectivas. Metodologías empleadas en la medida de la erosión en el olivar Dada la complejidad del fenómeno erosivo, se comprende que su estudio haya de abordarse a varias escalas espaciales, que van desde la parcela agrícola hasta la cuenca hidrográfica (nivel regio- nal). Cada escala de estudio, a su vez, permite o requiere un tipo de aproximación metodológica determinada (Merritt, 2003). Figura 3. Olivar afectado por erosión en cárcavas. Nótese que la cárcava, al contrario que los surcos, no puede ser eliminada por laboreo. Figura 4. Formación de una cárcava efímera por evolución de surcos (foto: M.I. Cano). Figura 5. Formación de cárcavas debido a drenajes de carreteras. a) JV-2338, Torredelcampo (Jaén); b) A-311, Fuerte del Rey (Jaén); c) JV-2311, Bailen (Jaén). Figura 6. Ensanchamiento de cárcavas por deslizamientos del talud. a) Finca ‘El Cortijuelo’, Martos (Jaén) (foto: A. Moreno); b) Finca ‘Rentillas bajas’, Bailén (Jaén).