OLIVAR Introducción La provincia de Jaén es el área geográfica con mayor extensión del cultivo de olivar en el mundo. El cultivo ocupa un 48% de la superficie arable de la provincia (MAPAMA, 2015), y supone el 59% de la superficie de olivar en España, el 30% en Europa y el 19% en el mundo (FAOSTAT data, http://www.fao.org/faos- tat). Además, es la región con una mayor cuota de producción a nivel mundial, superando el 17% (CAP, 2015). Por ello, el olivar vertebra la vida económica, cultural y social de la provincia, siendo además su paisaje más emblemático, y su manejo agronómico tiene importantes repercusiones socio-económicas y ambientales. Sin embargo, la sostenibilidad de este cultivo no está exenta de amenazas. La inten- sificación a la que los suelos de olivar han estado sometidos en las últimas décadas ha mermado sig- nificativamente su calidad (Calero et al., 2018), lo que se traduce en una disminución en su capacidad a medio-largo plazo para sustentar la producción agrícola, la protección ambiental, y la propia salud y bien- estar humano. Entre las principales amenazas del suelo se cuenta la erosión del suelo. A nivel global, este proceso es uno de los fenómenos de degra- dación ambiental más preocupantes a los que se enfrenta el ser humano, no solo para el suelo, sino para el conjunto de la biosfera (Kaiser, 2004). La superficie arable degradada a nivel mundial por la erosión se estima en 1.640 millones de hectáreas (17% de la super- ficie emergida), lo que supone un 39% del total de las tierras aptas para la agricultura. Este porcentaje aumentó un 40% entre 1.970 y 2.000 y una de cada seis hectáreas afectadas por erosión ha per- dido la capacidad de soportar niveles productivos aceptables (Lal, 1998). Actualmente, la erosión hídrica es la principal causa de la degradación del suelo en el olivar, siendo la superficie afectada en la provincia de Jaén de las mayores de Andalucía y España, donde el 80% del olivar de Jaén presenta tasas de erosión superiores a 10 Mg ha-1 año-1 (INES, 2006; Panagos et al., 2015; CHG, 2010), valor considerado por muchos autores como insostenible, al superar la capacidad de regeneración del suelo (Gómez et al. 2003). Con el presente trabajo se pretende realizar una breve sinopsis que apunte a los aspectos más significativos del estudio de la erosión en el olivar, incluyendo su definición, los diferentes procesos que engloba, las metodologías que se aplican en su cuantificación y las implicaciones ambientales y económicas que el fenómeno pre- senta en la actualidad en la Provincia de Jaén y zonas limítrofes. Procesos erosivos en el olivar La erosión del suelo se define como la “ruptura de los agregados del suelo y posterior transporte de un lugar a otro de las partícu- las liberadas, debido a la actuación de los agentes erosivos” (Lal, 2002). La erosión del suelo forma parte del ciclo geológico natural y se halla estrechamente acoplada a los procesos de transporte y sedimentación, lo que hace de su estudio algo complejo a nivel espacial y temporal. En función del agente causante del proceso nos encontramos con la erosión hídrica y la erosión eólica, cuando los agentes implicados son, respectivamente, el agua o el viento. A estos dos tipos de erosión, que afectan principalmente en superfi- cie del suelo, habría que sumar la erosión debida a desequilibrios gravitacionales, cuyo ejemplo más conocido son los deslizamientos. Al contrario que la erosión en superficie, la erosión por procesos gravitacionales afecta a toda la profundidad del suelo. Aunque 11 Figura 1. Indicios de pérdida de suelo por erosión laminar en olivares. a) pedestales en infraestructuras; b) peanas en el olivo (foto: E. Castillo); c) relleno de las pozas del olivo por sedimento fino; d) afloramientos rocosos por pérdida de suelo (foto: J. Jiménez). este tipo de erosión suele contemplarse más desde el punto de vista de los riesgos geológicos, se relaciona estrechamente con la erosión hídrica y tiene importantes implicaciones en las pérdidas totales de suelo y en la gestión de fincas agrícolas y caminos rurales (Fernández et al., 2016; Carpena et al., 2017). La erosión más importante en la cuenca mediterránea y, por tanto, en Andalucía y la Provincia de Jaén, es la erosión hídrica (Oldeman et al., 1991). Esto se debe a una multitud de factores, que incluyen precipitaciones intensas y concentradas, pendientes medias eleva- das y escasa cobertura del terreno por la vegetación, típico de la mayoría de cultivos mediterráneos, pero también de muchas zonas naturales. El mecanismo fundamental de la erosión hídrica es el impacto de la gota de agua de lluvia contra los agregados del suelo, que provoca la ruptura de los mismos y la liberación de las partí- culas primarias de arena, limo y arcilla. Este proceso, denominado splash, se agrava infinitamente cuando el suelo no tiene ningún tipo de cobertura capaz de amortiguar la energía del impacto de la gota de agua. Una vez liberadas estas pequeñas partículas, especialmente las de menor tamaño y peso, son susceptibles de ser transportadas ladera abajo por las aguas de escorrentía y, por tanto, de que se produzca pérdida de suelo neta. Por su parte, el flujo de agua, además del transporte, también origina rotura de agregados y arranque de partículas por sí mismo si el suelo está desprotegido, sumándose al efecto negativo del splash. La erosión hídrica del suelo puede clasificarse en dos tipos, en fun- ción de los rasgos morfológicos que deja en el terreno. Así, se habla de erosión hídrica laminar cuando el agua transcurre ladera abajo sin incidir en el suelo, en la forma de una lámina continua, difusa y apenas perceptible. El proceso de splash, antes comentado, suele considerarse también como parte de la erosión laminar. Al no dejar rastro directo de su acción, como regueros o canales, la erosión laminar es en principio difícil de percibir, al menos en sus estadios iniciales. Sin embargo, algunos rasgos del terreno como las peanas de olivos o de infraestructuras nos pueden indicar que esta se está produciendo (Figura 1). La erosión laminar afecta tanto a laderas como a zonas más o menos planas, habiéndose detectado en pen- dientes incluso inferiores al 2%. La erosión hídrica concentrada sería aquella en que el flujo de agua por la ladera genera la presencia canales o regueros. En función de las dimensiones de estos regueros y, quizás más importante, las implicaciones desde el punto de vista del manejo agrícola, se