¿Agricultor o científico de datos? Y me dirán... Todo bien con esto de la digitalización del agro, pero ¿no estaremos pretendiendo que un agricultor se transforme en un científico de datos? ¿O sí? La cuestión es que todavía en muchos países y en otros no tanto, aún no se termina de resolver si “está preparado un agricultor para este cambio”, o simplemente por medio de la presión del ecosistema digital del agro y tocando en cierta medida el bolsillo, pensamos que va a reaccionar. Bueno, siendo optimista, planteemos el hipotético caso de que ‘Sí’ acciona hacia lo digital. De igual modo se nos presenta un tema más, la capacidad del agricultor o la de su equipo de trabajo en el campo de poder llevar a la práctica la transformación digital de su explota- ción. Y, además, que ésta se vuelva real, tangible en hechos a corto plazo. Lo peor que puede pasar es que falle la aplicación de la tecnología y sea un fracaso para el agricultor. En esta situación, los errores se pagan muy caros, es difícil que vuelva a confiar. Considero que todos ponen el foco en formar a los ingenieros agró- nomos o profesionales del sector, lo cual está muy bien, pero en mi experiencia, son pocas las iniciativas que me encuentro de formar al cliente, al agricultor y ganadero, a los trabajadores del campo. Y creo que ahí está el gran desafío. Todos los que formamos parte debemos capacitarnos y en esto también va el agricultor, ¿verdad? La realidad de los agricultores o ganaderos, no es igual para todos. Me refiero a que no todos cuentan con asesoramiento profesional o de especialistas. Por tal razón es importante que tengan acceso a formarse, que puedan conocer el manejo de las nuevas tecnologías agrícolas. Es el eslabón que falta capacitar para unir la cadena de la digitali- zación del agro y como consecuencia de ello las empresas Agtech podrán mantenerse y avanzar, para que esto no caiga en saco vacío. A veces pienso que, actualmente, puede ser más fácil que un agricul- tor compre una cosechadora a que implante agricultura de precisión en su campo o pulverice por medio de drones sus cultivos. Y entonces... Debemos preguntarnos ¿Por qué? Porque ahí está la clave para el cambio. No hay confianza, claridad. Existe demasiada información y expectativas. ¿Estaremos haciendo crecer una burbuja Agtech? ¿Cuántas startups de las que actual- mente están creadas y en funcionamiento sobrevivirán? Tan solo el año pasado en Estados Unidos surgieron más de 2.000 startups agrícolas de alta tecnología y que han captado cerca de 2.000 millones dólares de capitales de riesgo (VC) proveídos por Google, Temasek y SoftBank con recursos que alcanzan los 150.000 millones, conformado por capitales de Japón, EE UU y Arabia Saudita, por mencionar algunos. No sé a usted, pero a mí me vienen muchas veces a la cabeza estas preguntas. ¿Qué nos espera de aquí a una década? ¿También este sector caerá en una excesiva concentración del mercado? Quizás, todo dependerá de la capacidad de conseguir clientes y fidelizarlos. Y soy muy insistente con esto, pero no me canso de repetirlo: Si tiene una empresa de startup es muy probable que tam- bién en gran medida dependa de ir más allá. Lo que quiero decir es, por el compromiso que tenga su marca en formar a ese agricultor que ha elegido su producto. Es momento de pensar en un modelo de negocio que sea cola- borativo entre empresa Agtech y agricultor. Pero colaborativo concienzudamente. El sector agropecuario tiene tiempos más largos y complejos. Los diferentes procesos en los que interviene necesitan de una fuerte cuota de colaboración entre especialistas Agtech, agricultores y ganaderos, logística, comunicación y tecnología. Cada vez son más las empresas agroalimentarias que hablan de innovación y pocas las que lo hacen. Todas buscan adoptar una cul- tura innovadora mediante herramientas ágiles que den respuestas a los desafíos de un mercado global en permanente cambio. El camino hacia la cultura de la innovación es muy reciente en las empresas agroalimentarias. Y el agricultor necesita ser parte de una cultura innovadora. ¿No cree? 45