abonado N-P, mientras que en secano se puede recurrir a aplicacio- nes foliares de fosfato monoamónico o fosfato monopotásico (2,0 %). En terrenos calizos las aplicaciones convencionales de fósforo al suelo suelen ser poco e caces, siendo su rentabilidad normal- mente baja, y solo a largo plazo se pueden obtener resultados apreciables (Ferreira y col., 1986). El empleo de inhibidores de la nitri cación puede mejorar la absor- ción de P debido a una mejora de las condiciones de la disolución del suelo como consecuencia de una reducción del pH. La fertilización P no es aplicada con carácter general en olivar. Sin embargo, diversos trabajos (Erel et al. 2013) ponen de mani- esto que la producción mejora a medida que lo hace el contenido foliar. Se ha encontrado una correlación positiva entre el conte- nido de P en hoja y el cuajado y número de frutos en recolección. La intensidad de oración, un aumento del número de ores por in orescencia así como a un mayor número de ores perfectas aumentan a medida que lo hace el P en hoja. Vega y col. (sin publicar) han observado una respuesta similar en un ensayo de campo a largo plazo iniciado en 2015. Fertilización potásica A nivel siológico, el potasio juega un papel importante en la acu- mulación de hidratos de carbono y grasas en los frutos, así como en los procesos de transpiración y movimiento de agua en la planta, regulando el mecanismo de apertura y cierre de estomas. La mayor demanda de K se produce a medida que se desarrollan los frutos (Figura 3), que acumulan grandes cantidades de este elemento durante el período de maduración, pudiendo ocasionar de ciencias temporales de K, incluso en suelos relativamente bien provistos de este nutriente. En Andalucía un gran porcentaje de los olivares vegetan sobre sue- los calizos y arcillosos. Estos suelos, aun siendo muy apropiados para el cultivo del olivo, pueden inducir algunas anomalías desde el punto de vista nutritivo. Por ejemplo, es frecuente encontrar de ciencias en potasio en este tipo de suelos, sobre todo tras años sucesivos de grandes cosechas. La respuesta del olivar a la apli- cación de fertilizantes potásicos depende de las características físico-químicas del suelo, la pluviometría de la zona, la tipología de olivar y, por supuesto, del modo de aplicación del abonado. En olivar de secano en suelos calizos y arcillosos el abonado con- vencional con K no suele ser muy e ciente a corto plazo (Ferreira y col., 1986), aunque a largo plazo si se pueden obtener resultados interesantes en olivares con un cierto nivel productivo. En experi- mentos de campo de larga duración realizados en varias localidades de Andalucía, dichos autores observaron que cuando se empleaba una fórmula de abonado N-K se obtenían mejores producciones que cuando los árboles se abonaban únicamente con N. Las aplicaciones foliares pueden ayudar a corregir las carencias de potasio en suelos calizos y arcillosos (tanto en riego como en secano), y contribuyen a aportar a la planta una parte importante de las necesidades. Dichas aplicaciones foliares suelen realizarse con nitrato potásico, cloruro potásico o sulfato potásico a concen- traciones de 1,5 a 2,5% p/v aplicadas en primavera, verano y otoño aprovechando los tratamientos tosanitarios (repilo y prais). En un experimento de campo realizado durante 6 años en Córdoba en un olivar intensivo (6x6 m) regado anualmente con 1.500 m3/ ha de agua, en el que no se aplicaron fertilizantes al suelo, Pastor y col. (2005) encontraron respuesta a la aplicación foliar de K (Figura 4). Los abonos empleados fueron nitrato potásico (NK), sulfato potásico (SK) y cloruro potásico (ClK), realizándose anualmente 3 aplicaciones (primavera, verano, otoño). 35 OLIVAR Figura 3. Evolución del contenido de potasio en frutos de olivo en árboles en carga con riego por goteo de la variedad 'Picual' en la Finca Alameda del Obispo-Córdoba.