Arroz siglo y que podría resultar irreversible. Según esta predicción, el 50% de las áreas deltaicas quedarían bajo el nivel del mar. Como detalla Genua, “en el modelo también se han incluido escenarios de subida del nivel del mar más extremos y poco probables que pronostican un aumento del nivel del mar de 1,8 m”. Las pérdidas de producción para este caso alcanzarían un 30% para el 2100. Además, el modelo muestra un gradiente de salinidad del suelo a lo largo del Delta de l’Ebre y, como expone Ana Genua, “este gradiente salino marca a su vez la producción de arroz: los arrozales más próximos a la costa se ven más afectados por la intrusión salina marina y son menos productivos que los arro- zales localizados cerca del río en zonas más elevadas”. En un artículo publicado recientemente en la revista ‘Science of the Total Environment’, los investigadores del IRTA advierten que en esta proyección extrema, el cultivo de arroz en el Delta de l’Ebre podría resultar inviable a finales de siglo, incluso man- teniendo las ayudas económicas de la Unión Europea. Vinculación con el proyecto RISES-AM El modelo, a su vez, se enmarca dentro del proyecto europeo RISES-AM ‘Respuesta de las costas al cambio climático: estrate- gias innovadoras para adaptarse a escenarios extremos’, dentro del Séptimo Programa Marco (FP7) financiado por la Unión Europea, y en el que participan los investigadores del IRTA. En palabras de Ana Genua, “el objetivo principal del proyecto es analizar los posibles impactos de los escenarios pesimistas de cambio climático en las costas más vulnerables, como los deltas, estuarios, ciudades portuarias e islas que se encuentran a nivel del mar, y proponer medidas innovadoras para adaptarse a esta situación” y matiza que “la pérdida de productividad predicha por el modelo varía en función del escenario de subida de nivel del mar considerado”. Consecuencias de la disminución de la producción Como destaca Genua, “la disminución de la producción de arroz en el Delta de l’Ebre tendría consecuencias culturales, económicas y ecológicas”. El cultivo del arroz en la zona se remonta a mediados del siglo XIX y, actualmente, “se dedican cerca de 21.000 hectáreas al cultivo del arroz, lo que supone aproximadamente el 67% de la superficie del Delta de l’Ebre, constituyendo así una de las principales actividades económicas de la zona”. Además, Genua señala el importante papel que juegan los arrozales: “Pese al elevado grado de intervención humana y de considerarse un sistema artificial, los arrozales juegan un papel ecológico de gran importancia en la zona, sobre todo en el mantenimiento de las poblaciones de aves”. Por lo tanto, y como concluye, “la pérdida de la producción de arroz no sólo tendría un impacto económico directo en la zona debido a la pérdida de la productividad, sino que podría tener graves consecuencias en la diversidad y ecosistemas del Delta de l’Ebre, afectando a otras actividades económicas como el turismo ecológico”. Adaptación del entorno y de la agricultura al nuevo escenario Se han valorado distintas estrategias que permitan reducir el impacto de la intrusión salina en el Delta, como son el aumento del bombeo de agua, la construcción de guardas costeras en las bahías o la aportación de sedimentos. El proyecto LIFE EBROADMICLIM, liderado también por investigadores del Programa de Ecosistemas Acuáticos del IRTA y financiado por la Unión Europea, trabaja en la propuesta de acciones de adapta- ción y mitigación del Delta de l’Ebre al cambio climático basadas en la recuperación del aporte de sedimentos del río y en la generación de materia orgánica en los arrozales para combatir la pérdida de elevación respecto al nivel del mar. Una aproximación innovadora que tiene por objetivo establecer medidas dirigidas especialmente al sector arrocero. No obstante, la salinización de los deltas es una realidad, y la agricultura tendrá que adaptarse a las nuevas condiciones. En este sentido, el IRTA forma parte del proyecto NEURICE, un proyecto con financiación europea, coordinado por la Universidad de Barcelona en colaboración con centros de investigación y empresas de seis países. Como señala Elisabet Garriga, del departamento de comunicación del IRTA, “este es un proyecto que busca desarrollar nuevas variedades de arroz tolerantes a la salini- dad. En Asia existen variedades tropicales de arroz altamente tolerantes a la salinidad, pero que no pueden cultivarse en el clima mediterráneo”. Es por ello que, a partir de técnicas tradicionales de mejora vegetal, “la Universidad de Barcelona está cruzando estas líneas con líneas europeas, con el objetivo de conseguir variantes de arroz autócto- nas con capacidad de resistencia a la salinidad”. Elisabet Garriga concluye que, por su parte, “el IRTA estudia el comportamiento agronómico de las variedades obtenidas en arrozales del Delta de l’Ebre para identificar aquellas que se adapten mejor a las condiciones de la zona y puedan tener más salida comercial”.• 42