Con el desarrollo de herbicidas selectivos del cultivo, a mediados de la década de 1980, se simplificaron en gran medida las labores de desherbado y, además, se tendió al monocultivo también promovido por las ayudas al cultivo percibidas por la PAC. Este monocul- tivo continuo durante más de 20 años ha sido la causa principal de que, un cultivo que durante décadas se consideró de limpiador porque su siembra en filas permitía el paso de cultivadores entre ellas, cada vez demande más aplicaciones de herbicidas. Ya no es raro, en muchas de las zonas de cultivo españolas, plantear una aplicación de herbicidas de preemergencia en el cultivo, seguida de un repaso con otro tratamiento en postemergencia. Esta utilización masiva de herbicidas, además del impacto sobre el medio ambiente, está ocasionando el desarrollo de biotipos de malas hierbas resistentes a su efecto que dificultan y encarecen el desherbado. En este artículo se plantean respuestas a estas cuestio- nes, desde una perspectiva de sostenibilidad a medio y largo plazo. Importancia de la forma de cultivar para conseguir un desherbado correcto A diferencia de las plagas y las enfermedades, las malas hierbas son propias de cada parcela. Por tanto, la primera estrategia a tener en cuenta en el des- herbado es gestionar bien el cultivo que se quiere mantener libre de malas hierbas, así como el conjunto de cultivos que le acompañan en la rotación. En primer lugar, es importante conocer el historial de malas hierbas de la parcela. No sólo las diferentes especies presentes y su abundancia, sino también la eficacia obtenida con los métodos de control que se hayan empleado en años anteriores. Así, en el caso de emplear herbicidas, podemos prever que especies podrán ser importantes durante el cultivo y qué productos son candidatos a tener problemas de resistencias. Con esto, se dispone de una primera observación para definir la estrategia a seguir. Un segundo aspecto es considerar qué manejo del suelo debemos hacer en presiembra del cultivo, para disminuir al máximo posible las infestaciones de malas hierbas que nos encontraremos después durante el cultivo y que podremos controlar en el marco de un control integrado, combinando diversos métodos entre los que se incluirán herbicidas selectivos. El periodo entre dos cultivos de la rotación y la forma de trabajar el suelo pueden influir en la evolución de las poblaciones de malas hierbas. Si las malas hierbas pre- sentes son de germinación superficial será necesario un laboreo también superficial, a fin de estimular su germinación previamente a la instalación del cultivo. De esta manera se podrán controlar mecánicamente Flor y fruto de abutilon teophrasti. o con herbicidas no selectivos. Si las malas hierbas son plurianuales, una situación probable en el caso del maíz, será necesario un laboreo en profundidad o con aperos cortantes, a fin de destruir el aparato vegetativo presente en profundidad del suelo y con actuaciones más repetidas en el tiempo. Este último aspecto, que incluye la cadencia y necesidad de repe- tición de las actuaciones en el tiempo, va adquiriendo cada vez una importancia más notable en la gestión de las malas hierbas. Además, el conocer los cultivos anteriores en la rota- ción también puede condicionar las estrategias a seguir durante el cultivo. Es muy diferente el desher- bar un maíz sembrado tras 10 años de monocultivo, que un maíz sembrado después de 3 años de trigo o después de un cultivo de alfalfa que puede estar muy afectado de plantas plurianuales como Sorghum hale- pense o Rumex obtusifolius. En el caso de un maíz que sigue a un maíz es de esperar una gran cantidad de malas hierbas de verano, tanto anuales como peren- nes, entre las que se pueden encontrar S. halepense, Echinochloa cruss-galli, Setaria spp, Chenopodium spp, Amaranthus spp. Datura stramonium o Xanthium spp. Sin embargo, en el segundo caso, en que culti- vamos el maíz después de un cultivo de invierno, es de prever una infestación más baja de malas hierbas, sobre todo de las plurianuales de verano. El objetivo, desde el punto de vista del control de las malas hierbas, es cultivar de forma que se rompa al máximo posible el ciclo de desarrollo de las malas hierbas. Por ello, es preferible alternar ciclos de cultivo estivales con invernales y, en el caso de no ser posible, alternar las fechas de siembra. Las siembras retrasadas que suponen un acortamiento del periodo de tiempo del cultivo en el terreno suelen implicar infestaciones menores de malas hierbas, de ahí el interés, desde este punto de vista, de los maíces rastrojeros culti- vados en verano. En definitiva, en la forma de cultivar se trata de diversificar, es decir, combinar todas las posibilidades disponibles a fin de no repetir la forma de hacerlo. Protección vegetal 29