El responsable del riesgo químico en las au- topsias es el formaldehido, parte constituyente de las soluciones de formol. Este clásico, omni- presente en los ambientes médico-cientí cos, se emplea para conservar tejidos u órganos; además de inyectarse directamente en los ca- dáveres para enlentecer la putrefacción. Basta decir que dicha sustancia tiene la consi- deración de carcinógeno por parte de la Orga- nización Mundial de la Salud, si bien no existe un amplio consenso al respecto. Al margen de las clasi caciones, el hecho concluyente es que las exposiciones prolongadas a bajas con- centraciones de formaldehido pueden provo- car irritación ocular, in amación palpebral y erupciones. Como ocurre con los uidos biológicos, un cadáver también puede liberar e uentes quí- micos. Pensemos en el potencial tóxico (en la sala de autopsias) de un cuerpo que haya sido envenenado con cianuro. Prevención Algunas series televisivas han conseguido ha- cernos convivir con lo ‘dimensión necrológica’ con aparente normalidad (autopsias y foren- ses que se mueven como pez en el agua). En cualquier caso, como toda actividad laboral, la funeraria conlleva riesgos, cuya prevención exige un protocolo y una batería de medidas a seguir concienzudamente. ·Medidas higiénicas Se deben adoptar y seguir las normas de higie- ne básicas. Es decir, no comer, beber o fumar en las zonas de trabajo. Evitar tocarse los ojos, nariz o boca con los dedos, y lavarse las manos antes de comer o fumar. Los trabajadores deben contar con ropa y cal- zado de trabajo adecuados. Asimismo, las ins- talaciones estarán provistas con zonas de aseo apropiadas, adecuadas al uso de los trabajado- res. Se contará también con lugares para guar- dar de forma separada la ropa de trabajo de la ropa u otras prendas personales. Al salir de la zona de trabajo, el trabajador deberá quitarse la ropa de trabajo y los equipos de protección individual (EPI) que puedan estar contamina- dos por agentes biológicos. En consecuencia, las instalaciones habrán de disponer también de lugares adecuados para guardar los equi- pos de protección y veri car que éstos se lim- pian y se mantienen de forma adecuada. Los EPI de un solo uso (no reutilizables) se deben desechar como residuo bio-sanitarios, aplicándose el protocolo especí co de los mis- mos. La ropa de trabajo y de protección, si son reutilizables, deben lavarse a altas temperatu- ras y separadamente de otras ropas no conta- minadas ·Equipo de Protección Individual La elección de los equipos de protección indi- vidual (EPI) a emplear en cada operación de- pende de la naturaleza del riesgo. En general, si existe riesgo de salpicaduras de sangre o de uidos biológicos a membranas mucosas como nariz, boca u ojos, se recomienda em- plear pantallas faciales, gafas, mascarillas re- sistentes a salpicaduras, guantes resistentes a los microorganismos y, cuando sea necesario, resistentes también a los cortes. Del mismo modo, en las operaciones en que se puedan generar bio-aerosoles se deben emplear, como mínimo, mascarillas auto- l- trantes del tipo intermedio (FFP2). La masca- rilla quirúrgica que usa el médico protege, en todo caso, al cadáver, pero no a su portador, por lo que no sirve de nada. En las operaciones de tanatopraxia (mejorar el aspecto de los fallecidos) se utilizará cuando sea preciso delantal de plástico. Es recomen- dable cambiarse de ropa antes de entrar en la zona de embalsamamiento. Además, como mínimo, se dispondrá de guantes, protección respiratoria, ropa de uso exclusivo y medios para la desinfección de los mismos. Cuando se efectúan exhumaciones (extracción de la tumba), deberán observarse las normas higiénicas y sanitarias adecuadas en cada caso. Aunque queda constancia de que, en el pa- sado, los profesionales han debido intervenir en condiciones muy precarias, hoy día las ne- cropsias suelen realizarse en salas equipadas con sistemas de ventilación y extracción del aire, ‘arte’ que –como hemos dicho en alguna ocasión- no consiste en la mera instalación de ventiladores. Otras medidas complementarias son: empleo de recipientes herméticos para el formaldehido, reducción al mínimo de los niveles de exposición (excesivamente altos, según estudios), y control médico del personal expuesto. Tanatoprácticos: cambiando el rostro de la muerte No es un trabajo sencillo ni apto para pusilánimes. Pocas personas están dispuestas a ser maqui- lladoras de cadáveres, una actividad que sólo ejercen personas que tienen una auténtica voca- ción y se han diplomado con nota en optimismo y actitud positiva. Embalsamadores, tanatoprác- ticos o directores de funeraria, son profesiones tabúes, tan extrañas como necesarias, no exentas de prejuicios ante una sociedad que no termina de digerir la muerte como la consecuencia ló- gica de la vida. El humor (presencia de ánimo) de estos profesionales hace posible un servicio que sería inviable sin los mismos. De hecho, el tratamiento mediático también ha recurrido al humor para presentar los tanatorios: Documentos TV (de TVE) emitió, en noviembre de 2015, ‘Vivo o muerto’, un “re- portaje en clave de humor negro sobre profesionales que trabajan con la muerte”, en expresión literal de la cadena pública. “Cuando una persona acaba de morir no tiene un aspecto agradable. Transformar a esa perso- na, embalsamarla, vestirla, maquillarla, hacer que esté presentable para que su familia guarde un buen recuerdo, eso sí es grati cante”, comentaba convencida Natalie, una tanatopráctica. En términos parecidos se expresaba Donald al subrayar que “embalsamar a alguien es una cuestión de vocación, nada más”. Una prueba de la presencia de ánimo y humor positivo de Erika la tenemos en su respuesta a la pregunta de si habla con los muertos mientras los maquilla: ¿Y por qué no habría de hacerlo? Son los mejores clientes que se puede tener, y lo digo con todo respeto”. 16 TÉCNICAS DE PROTECCIÓN