3o Trimestre 16 que es el riesgo laboral invisible y más frecuente en la mayoría de actividades laborales. Según Fremap, “casi el 56% de las recomendaciones sobre el puesto de trabajo que se hacen a los trabajadores en los reconocimientos están relacionados con la protección auditiva”. En los análisis de audición efectuados el pasado año, (702.990 audiometrías), un 32,58% dieron un resultado anormal (pérdida auditiva). No es una cuestión menor: la OMS calcula que cada año se pierden en Europa 587.000 años de vida ajustados por discapacidad sólo debido a las molestias que produce el ruido (Informe ‘Ruido y Salud’, elaborado por el Observatorio Salud y Medio Ambiente de DKV, GAES y la Fundación Ecología y Desarrollo - ECODES). El estudio refuerza las múltiples evidencias de que la exposición a altos niveles de ruido (por encima de los 65 dB) no sólo provoca pérdida auditiva, sino también problemas de salud, estrés, ansiedad, alteraciones del sistema inmunológico o problemas cardiovasculares. Además, según el citado informe, “hay evidencia cientí ca de que algunas afecciones como cardiopatías isquémicas, hipertensión e, incluso, algunos infartos cerebrales podrían tener su origen en la in uencia del ruido sobre el organismo”. Estrés laboral Yasabemosqueelestréseslarespuestaadaptativa a exigencias que superan las capacidades humanas. No es extraño, pues, que muchos de los trabajadores de la hostelería, expuestos a períodos de actividad intensa y la necesidad de agradar a los clientes (de cuyas propinas dependen a menudo sus ingresos), sean víctimas del estrés y padezcan sus múltiples consecuencias. El estrés se alimenta de variadas situaciones: atender órdenes poco razonables o imposibles de cumplir, estando, con frecuencia, supeditados a la actitud abusiva de los jefes y los propios clientes. Los comedores en horas de máxima a uencia pueden ser lugares muy estresantes por la presión que supone dar un servicio e caz en de un horario limitado. Otros estresores son los turnos de trabajo, la incertidumbre sobre los ingresos (especialmente si dependen de las propinas), así como el trato con clientes con ictivos. Los síntomas van desde el dolor de cabeza, irritabilidad, o insomnio, a la taquicardia, úlcera y la depresión. La prevención pasa por mejorar el método de trabajo, para lo cual el empresario deberá tener en cuenta los puntos de vista de sus camareros; impartirles cursillos sobre técnicas de gestión del estrés; mejorar la calidad del aire interior de los locales y reducir el nivel de ruido. Violencia en el trabajo / acoso Los establecimientos de hostelería copan los primeros puestos en cuanto a incidentes de violencia laboral, ya sea entre trabajadores o ejercida por los clientes. La enciclopedia de la OIT, basada en el estudio de Hales (1988), argumenta que un alto porcentaje de incidentes violentos (en torno al 50%) produjeron víctimas mortales. Son factores de riesgo el manejo de dinero y su intercambio con la clientela, así como el trabajo en solitario, grupos reducidos u horarios nocturnos, entre otros. Otra variante de la violencia laboral se mani esta en el acoso o ‘mobbing’, que puede a orar de distintas formas, pero cuyo objetivo es crear un clima laboral irresistible para la víctima y que ésta acabe solicitando una baja voluntaria. El acosado tiene el amparo legal, pero es recomendable que, antes de solicitarlo, pueda demostrarlo con pruebas irrefutables. El acoso también puede tener carácter sexual (violencia ejercida por compañeros, jefes, clientes), situaciones que son difíciles de manejar y para las cuales la víctima debe buscar el asesoramiento de expertos (psicosociología, derecho, etc.). Es preceptivo que las empresas cuenten con un protocolo o política bien de nida de manera que los acosados puedan noti car y obtener respuesta ante las variadas formas de violencia laboral. Turnicidad, factor de caducidad Otro de los problemas que suelen afrontar los camareros es el trabajo a turnos, que añade malestar a una actividad reñida –como estamos viendo- con el concepto de ‘calidad de vida laboral’. La evolución del mundo del trabajo ha traído consigo la introducción masiva del trabajo a turnos y el trabajo nocturno, que son fuente de numerosas patologías físicas y mentales. Expertos de la OIT a rman que “cada quince años de trabajo nocturno se produce un envejecimiento de unos cinco”. Pero es la fatiga, esa disminución del poder funcional de los órganos, y la sensación de malestar, las que mejor caracterizan la relación entre esta organización del trabajo (turnicidad) y la salud. Entre los múltiples efectos negativos para la salud, destacamos las alteraciones del sueño y el agravamiento de los cuadros de estrés, que obedecen a un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. Así, los camareros perciben que no disponen de recursos su cientes para afrontar la exigencia laboral. El ritmo y la carga de trabajo provocan agotamiento psíquico, fatiga emocional, desgaste personal, frustración de las expectativas, contradicción entre la realidad y el deseo, ruptura del equilibrio psicológico... Dichos estados psicológicos vinculados al estrés agravan otras dolencias físicas. Jugando con las palabras, podemos decir que la turnicidad acelera la caducidad de estos trabajadores al provocarles un envejecimiento prematuro. Protección Laboral 88 ¿Propinas sí, propinas no? Al cliente le asiste su derecho a recompensar el servicio recibido por camareros-as, como un acto de cor tesía. Así se entiende en España, donde la propina no es ninguna obligación, ni existe porcen- taje establecido, sino que, normalmente, el cliente deja en concepto de propina las monedas del cambio. La situación es muy diferente en Estados Unidos, el país con las propinas más caras, donde dejar una propina equivalente al 10% del servicio recibido es considerado como un insulto. La ‘tarifa’‘social- mente correcta’ oscila entre el 15-25%. Sin embargo, este sistema tan arraigado en Estados Unidos puede experimentar un cambio radical, al menos en los establecimientos hosteleros. Ello se debe a las iniciativas de algunos empresarios de éxito y el aumento del salario mínimo. Al respecto, hay que citar la decisión del magnate de la restauración, Danny Meyer, de terminar con las propinas en sus establecimientos. Le precedieron en la decisión otros negocios que se signi can por su per l renovador dentro de la industria hostelera. Este cambio es justi cado por sus promotores como la “voluntad de compensar adecuadamente y ofrecer una carrera atractiva a los empleados”.“Cada vez tenemos más claro que un gran obstácu- lo en este intento es la práctica de dar propinas”, asegura Meyer. Son muchos los sectores de la opinión pública que aplauden la iniciativa por entender que “es el empleador el que debe retribuir adecuadamente a sus camareros”, acabando con una situación anacrónica que ha llevado a los empleados de sala de los restaurantes estadounidenses a percibir un sueldo jo muy bajo para los estándares del país. Esta práctica está tan consolidada que la legislación prevé incluso un salario mínimo inferior al habitual para aquellas ocupaciones que suelen recibir propinas. Los restaurantes que optan por el cambio han subido el sueldo jo de sus camareros (repercutien- do en la cuenta un cargo por servicio). Pero la mayoría de establecimientos son reticentes por el posible efecto del encarecimiento, un presunto rechazo social a la medida y la propia renuencia de los camareros. Por término medio, un camarero de Nueva York gana unos 40.000 dólares (100.000 en los restaurantes caros). No así el personal de cocina que, por ley, no tiene acceso a las propinas, lo que genera un mal clima laboral a cuenta de la retribución salarial. Generalmente, en España, las propinas van a un bote común que se redistribuye entre el personal. 95 Trabajo y salud