Protección Laboral 88 3o Trimestre 16 Mortalidad laboral entre los camareros Las leyes anti-tabaco han redimido al colectivo hostelero de unas de sus peores lacras laborales asociadas: las enfermedades respiratorias por la inhalación de humo (fumadores pasivos). Eliminado el tabaco en los bares, el periodo de latencia aún causará muchas víctimas laborales por exposición al humo. La Revista Canadiense de Salud Pública (79(3):194-7. Mayo 1988) se hacía eco a nales de los 80 de un análisis del ratio de mortalidad de camareros y empleados de barra entre las muertes registradas en la Columbia Británica entre 1950 y 1978. Según dicho ratio, la mortalidad predominante entre los camareros (varones) estaba relacionada con el alcohol y el tabaco. Se registró una incidencia elevada de cáncer bucal, esófago, laringe y pulmón. Las muertes debidas a bronquitis, en sema, cirrosis, en- venenamiento accidental por alcohol o drogas y homicidio también mostraban unos ratios signi cati- vamente elevados en el colectivo respecto al total de defunciones producidas en aquella zona en casi tres décadas. Los resultados para las camareras eran ‘comparables’, según el estudio, que apuntaba como causa el ‘estilo de vida’, a lo que cabría añadir obviamente la tipología del trabajo de camarero y sus riesgos asociados. La falta de prevención en aspectos tan básicos puede ocasionar lesiones al personal, siendo las más frecuentes los esguinces, traumatismos en las extremidades, lesiones cervicales y dorsales, y cortes o quemaduras ocasionados por la caída sobre objetos. Quemaduras y cortes Los camareros afrontan este riesgo, que deriva de posibles salpicaduras de líquidos calientes (sopas, caldos, café), o contacto con líquidos fríos, incluso productos que se encuentran a temperaturas de congelación). Las temperaturas de congelación pueden adormecer las manos y reducir su exibilidad y capacidad de agarre, aumentando el riesgo de padecer accidentes. La prevención pasa por no llenar en exceso los vasos y platos al servir líquidos calientes en la mesa. En el caso de las sopas, hay que evitar las salpicaduras y el llenado excesivo de los platos. En el traslado de cafeteras-teteras (y su manejo en el salón), los empleados procurarán protegerse las manos (uso de una servilleta u otras medidas- barrera más especí cas). El manejo de vasos y botellas comporta un peligro frecuente por cristales rotos. Los expertos recuerdan que, tanto empleados como clientes, corren el riesgo de ingerir accidentalmente fragmentos de cristales de vasos rotos, además de sufrir cortes en las manos u otras partes. “Para reducir estos riesgos –recomienda la Enciclopedia de la OIT- debe efectuarse una inspección periódica que detecte los vasos agrietados o con fragmentos rotos. Todos los vasos que no estén en perfecto estado se retirarán de inmediato. Tampoco deben cogerse varios vasos con una sola mano, introduciendo un dedo dentro de cada vaso, ya que pueden romperse al chocar unos con otros. Nunca debe usarse un vaso para recoger cubitos de hielo. Para poner hielo en los vasos debe emplearse un recogedor metálico. En caso de rotura de un vaso de cristal encima del hielo, hay que dejar que éste se derrita completamente”, retirando los fragmentos de cristal, con las manos adecuadamente protegidas. Posturas de trabajo, sobreesfuerzos En su entorno de trabajo, los camareros-as permanecen de pie la mayor parte del tiempo y, con frecuencia, llevan pesadas bandejas de comida, platos y bebidas. El trabajo puede ser frenético e intenso. Durante los periodos centrales de las comidas sufren la presión de servir a sus clientes rápida y e cientemente. También deben acompasar su trabajo (de equipo) con la cocina para garantizar un servicio óptimo. No es raro que los empleados de los bares sufran sobreesfuerzos físicos, ya que su trabajo implica levantar-mover cargas pesadas (barriles de cerveza, por ejemplo).El transporte de las bandejas supone estrés cervical y dorsal. Los camareros tienen que inclinarse y estirarse para quitar, limpiar y poner las mesas o trasladar cajas con los suministros para el restaurante, actividades que mal efectuadas, y por el efecto acumulativo que conllevan, pueden originar trastornos musculo-esqueléticos (TME). Muchas lesiones cervicales y dorsales se deben al uso de una técnica inadecuada al levantar pesos. El transporte de bandejas sobrecargadas con platos y vasos, además de provocar lesiones, aumenta el riesgo de caída de la bandeja y, con ello, de causar lesiones a terceros. La prevención supone en primer lugar la aplicación de medidas organizativas, como plani cación de los puestos de trabajo y de sus horarios, estableciendo, por ejemplo, turnos rotatorios para disminuir, en la medida de lo posible, la acumulación de tareas repetitivas sobre determinadas personas. Simultáneamente, es necesario que el personal tenga nociones de ergonomía (de cómo evitar lesiones por posturas forzadas y tareas repetitivas, o cómo levantar y llevar las bandejas correctamente). Sobre este particular, conviene enfatizar la necesidad de una distribución equilibrada de platos y vasos por toda la bandeja y la colocación de la palma de la mano en el centro de la base, mientras se sujeta el borde frontal con la otra, técnica elemental, pero que contribuye a crear un entorno más seguro en el comedor. La Enciclopedia de la OIT precisa que “cualquier maniobra de levantamiento de peso ha de realizarse con una técnica que garantice la seguridad (...). Para lo cual ha de utilizarse, siempre que sea posible, una carretilla”, u otros medios mecánicos que liberen al camarero-a de esfuerzos físicos intensos. La buena forma física, condición importante para el desempeño de cualquier trabajo, es una excelente contribución para este tipo de trabajo y para prevenir lesiones de espalda y otras TME, que tienen un carácter invalidante a corto y, sobre todo, a largo plazo. Ruido, contaminante físico invisible La actividad, especialmente en bares y una parte de los restaurantes, se desarrolla en un ambiente ruidoso, con niveles sonoros que se ven incrementados en aquellos establecimientos que tienen música o incluyen actuaciones en directo. La exposición a 90 decibelios (dB), límite legal en muchos países, supone un riesgo innegable de hipoacusia (sordera), que se incrementa por el efecto acumulativo de años de trabajo. El umbral de ruido diurno establecido por la Organización Mundial de la Salud es de 65 decibelios. De ahí que la vigilancia de la salud de estos trabajadores implique efectuar mediciones audiométricas; otras medidas son la limitación de la presión sonora o el empleo de tapones auditivos. Los trabajadores se habitúan a convivir con el ruido, 94 La hostelería es un tránsito hacia otros destinos laborales para algunas personas Trabajo y salud