3o Trimestre 16 La inteligencia emocional hace una valiosa contribución a favor de la prevención de riesgos laborales entender la emoción y el saber emocional; y la habilidad de regular las emociones para fomentar el crecimiento emocional e intelectual”. En 1995, Daniel Goleman compiló en su libro “Inteligencia Emocional”, los conocimientos cientí cos sobre las emociones en el comportamiento, haciendo un aporte que está teniendo enorme repercusión en el campo de la Psicología del Trabajo y las Organizaciones. Para Goleman, la inteligencia emocional se basa en dos tipos de competencias, las personales y las sociales que, a su vez, agrupan características de personalidad o de habilidades. Las competencias personales incluyen: -El conocimiento de las propias emociones (autoconocimiento). La capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece constituye la piedra angular de la inteligencia emocional. -La capacidad para controlar las emociones (autorregulación). La conciencia de uno mismo es una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. -La capacidad de auto- motivación. Esta habilidad contribuye a aumentar la competencia no solo social, sino también la sensación de e cacia en las actividades que toda persona acomete. Las competencias sociales que emanan de la inteligencia emocional son: -El reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía, la capacidad para poder sintonizar con las señales sociales sutiles que indican qué necesitan o qué quieren los demás. -El control de las relaciones. Es una habilidad que presupone relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas. Inteligencia emocional y prevención de riesgos laborales La inteligencia emocional y su paralela mejora del entorno psicosocial supone una mejora de la organización, logrando una mayor e cacia y e ciencia, y reduciendo la accidentalidad laboral. “Está estadísticamente demostrado que el éxito y la e cacia laboral dependen en un 20% de las competencias técnicas que poseen los profesionales y un 80% de este éxito depende del nivel de competencias emocionales y sociales que tengandichosprofesionales”(Goleman,1990).Por su parte, el Manual argumenta que “los estudios indican que la habilidad para regular emociones puede ayudar al equipo a desempeñar de manera efectiva la tarea y a tomar decisiones adecuadas bajo presión. Además, contribuye a reducir el burn-out (síndrome de estar quemado) en los empleados y les ayuda a mantenerse motivados durante períodos estresantes de cambios en la organización”. La conclusión es que “actualmente el principal reto que se plantea a las organizaciones es trabajar permanentemente por integrar los objetivos individuales de salud y bienestar y los objetivos organizacionales de productividad y competitividad. Por tanto, el objetivo debe ser conseguir organizaciones responsables y saludables”, aspecto que se sintetiza a continuación. El objetivo de la ‘organización saludable’ es conseguir el bienestar de los empleados a través de un correcto diseño de los puestos de trabajo, la igualdad de oportunidades y el desarrollo de políticas de conciliación entre el trabajo y la familia. La siguiente tabla recoge algunos rasgos de las organizaciones saludables, cuya obtención es una tarea compleja que debe partir de una cultura organizacional exible. La consultora australiana Right Management (2009) señaló que los programas de intervención en salud y bienestar afectan al rendimiento. Cuando en las organizaciones se abordan la salud y el bienestar de forma adecuada, el rendimiento se incrementa más de 2,5 veces. Sin embargo, si no se manejan correctamente, el rendimiento decrece más de 3,5 veces. Los bene cios asociados repercuten en las personas, la organización y, por supuesto, su cuenta de resultados. Contagio de emociones positivas Estando en el terreno de las emociones, y aceptado el axioma de que el espíritu positivo ayuda en cualquier situación, es obvio que toda organización que quiera ser saludable deberá trabajar su inteligencia emocional corporativa en el campo de las emociones positivas, haciendo que éstas a oren y se contagien a todos los miembros de la organización. El contagio emocional es una realidad. Todos tenemos tendencia a sincronizarnos e imitar las expresiones faciales, los movimientos y las posturas de aquellos con quienes interactuamos. “Las personas pueden copiar aspectos como el lenguaje, el tono de voz e incluso experimentar el mismo estado afectivo (Florack, Genschow, 2011). Este proceso de contagio, es rápido y en muchas ocasiones no somos plenamente conscientes. Como señala Cacioppo: “Las emociones viajan de persona a persona como si se tratase de un virus”. Protección Laboral 88 29 Bienestar laboral