2oTrimestre16 | PROTECCIÓN LABORAL 87 Bienestar Laboral más conocidos que los cognitivo- emocionales. Las consecuencias adversas que se derivan pueden suponer un riesgo tanto para la organización del trabajo como para los trabajadores involucrados, con diferente alcance e impacto. En función de la sustancia, estos efectos pueden incluir: -Anfetaminas. Riesgo creciente de problemas cardiacos, presión arterial alta e infarto, tolerancia y adicción, problemas de salud mental, la retirada repentina del fármaco puede producir síntomas de abstinencia. -Metilfenidato. Tiene unos riesgos similares a los de las anfetaminas, aunque potencialmente es menos adictivo; sintomatología más adversa con el uso prolongado, especialmente problemas psicóticos en niños. -Modafinil. Reacciones dérmicas, eventos cardiacos, presión arterial elevada y arritmias, desórdenes psicóticos. Se considera que tiene un bajo riesgo de crear dependencia a corto plazo, pero la dependencia a largo plazo no ha sido descartada. Sobre los efectos de estas drogas, la investigación revela que las potenciales mejoras del rendimiento de algunas tareas cognitivas van acompañadas con el deterioro de otras. Además, el exceso de confianza con capacidades sobrevaloradas puede ser problemático para tomar decisiones en situaciones críticas. El exceso de confianza también podría plantear un problema en el contexto del trabajo en equipo, lo que podría debilitar la cohesión del grupo y la cooperación. Cualquier efecto de las sustancias dopantes en el estado de ánimo, las emociones o la motivación puede influir en el rendimiento del trabajo, incluidas las relaciones con los demás y el trabajo en equipo. Cierta tolerancia entre el aumento de la concentración o la atención y una disminución de la sociabilidad podría ser útil cuando las personas trabajan solas en una tarea, pero puede resultar problemático en el contexto del trabajo en equipo. Repercusión en la seguridad y salud laboral Ya hemos hablado de los potenciales riesgos de carácter general para los trabajadores-trabajo que se derivan del uso de dopantes. No obstante, cabe destacar otros problemas de seguridad y salud laboral (SSL) de dichas sustancias en el lugar de trabajo: -Los esfuerzos de la dirección para aumentar la productividad pueden llevar a la coerción directa o creación de expectativas (presión social para encajar) en los empleados hacia el consumo de drogas, propiciado por el desequilibrio de poder en la relación de trabajo y la probabilidad de que los gerentes y profesionales de alto nivel también sean consumidores de dopantes. La elección del empleado y la discreción quedan así seriamente perturbadas, con consecuencias para la motivación y el compromiso de los empleados. -El uso de dopantes proporcionará a algunos empleados una ventaja injusta sobre otros, pudiendo introducir un elemento de discriminación por los empleadores contra personas que eligen no unirse a dichas prácticas. -Los empleados consumidores de dopantes podrían ser vistos como la norma, con la posibilidad de crear expectativas de ‘normalidad medicada’ y una falta de tolerancia hacia las diferencias (incluyendo las enfermedades y la edad) en el lugar de trabajo. -Las sustancias dopantes podrían ser percibidas como la ‘solución’ a problemas organizativos o de gestión dentro de la organización, convirtiéndose en una alternativa a las medidas preventivas y la gestión adecuada de las medidas correctoras, por ejemplo, readaptar los horarios, adecuación de las pausas de descanso o la formación de los trabajadores por turnos para que gestionen los ritmos circadianos. -Algunos empleados podrían usar las drogas cognitivas para mantener su nivel usual de rendimiento, mientras que otros podrían verse enfrentados a tener que traspasar sus propios límites. En ambos casos existe un problema de adaptación individual como el medio de enfrentarse a las demandas del trabajo en lugar de existir la necesaria adaptación del trabajo a la persona. -La suposición de que la mejora del rendimiento es posible con el consumo de drogas potenciadoras podría llevar -en culturas en las que se aceptan largas jornadas laborales- a los empleados a asumir cargas de trabajo más intensivas, con mayores ritmos, etc. Lo que, a largo plazo, tiene consecuencias sobre la seguridad y la salud de los trabajadores (por ejemplo, trabajadores ‘quemados’ – burn-out- o aumento de los errores), y también sobre la reputación de la organización. El sueño repara la mente El sueño es vida, y su déficit o mala calidad se traducen en una merma del rendimiento físico e intelectual. Es incontrovertible que dormir 7-8 horas diarias, no solo aumenta nuestros mecanismos de defensa y nos protege de las enfermedades, sino que nos permite rendir intelectualmente sin necesidad de coadyuvantes químicos o dopantes. Por el contrario, dormir poco engorda: se reduce el gasto energético, aumentando paralelamente la ansiedad y, como consecuencia, la ingesta calórica. Entre un 10-15% (más de 4 millones de adultos españoles) sufre insomnio crónico. Los trastornos del sueño más frecuentes son la conciliación, fragmentación o mantenimiento, el despertar precoz, sensación de sueño no reparador. El repertorio de causas es muy variado, por lo que los especialistas recomiendan la consulta médica, y no el uso de medicamentos, pues es necesario actuar sobre las causas del problema y no sobre sus síntomas. En la medida de lo posible, se optará por la pausa ergonómica al cerebro mediante una ‘turbo-siesta’, o siesta breve, que tiene grandes beneficios psico-fisiológicos. La siesta (el yoga español) se ha universalizado: multinacionales y la misma NASA explotan sus beneficios. En Estados Unidos han bautizado la cabezadita como “power nap” (siesta de poder) porque ese breve lapso reparador es vital después de unas horas de actividad para diversas estructuras cerebrales. 31