2oTrimestre16 | PROTECCIÓN LABORAL 87 Más allá del EPI La prevención en el campo laboral pasa por diferentes etapas. Existe una prevención primaria, basada en la evaluación del riesgo y la implantación de medidas correctoras (donde los EPI juegan un papel protagonista). También existe una prevención más evolucionada –digamos que secundaria- y que algunos comenzamos a etiquetar como ‘Prevención 2.0’ que, superada la actitud reactiva ante el accidente, lo que busca es el confort, bienestar e, incluso, la felicidad laboral; la auto-realización personal a través del trabajo; el trabajo no ya como maldición bíblica, sino todo lo contrario, como fuente de múltiples bendiciones. Nuestras empresas se mueven entre ambas prevenciones, aunque la tozuda realidad muestra que una amplia mayoría aún suspende en prevención primaria; y que solo una minoría selecta se ha tomado en serio la prevención secundaria (y para algunos de éstos, el cacareado bienestar de sus trabajadores es más una declaración de intenciones y un instru- mento propagandístico que una realidad consolidada y fructífera). La ‘aristocracia’ de las empresas que practican la Prevención 2.0 sigue una política de liderazgo en materia que Preven- ción de Riesgos Laborales que, grosso modo, entraña unos principios como: no comprometer nunca la seguridad, ni omitir la corrección de actitudes inseguras; buscar el compromiso de las partes, aprovechando las cualidades de las per- sonas y proporcionándoles formación; fomentar un clima de confianza orientado a construir entornos de trabajo segu- ros y productivos, inspirados en un pensamiento positivo. Por supuesto, los cuadros empresariales –y los responsables de prevención- deben poseer las pertinentes habilidades directivas y, entre muchos otros cometidos, velarán por una actuación contumaz contra la ‘siniestralidad dormida’, esa ‘bestia parda’ que hay que mantener a raya. Sobre el papel, la teoría es fácil. Sin embargo, la realidad que nos devuelven las estadísticas y los estudios nos muestra la auténtica fisonomía de nuestra prevención que, en muchos casos, no está más allá del EPI, sino todo lo contrario, y con los deberes por hacer. La situación es universal: el informe ‘Injury Impact Report’ (EEUU) identifica las causas más comunes de accidentes y lesiones laborales (muestra de 1,5 millones de indemnizaciones). Los datos revelan que las causas más frecuentes son: manejo de materiales, resbalones, tropezones y caídas; golpes o colisiones con objetos; acci- dentes con herramientas; sobreesfuerzos y traumatismos acumulativos. El resultado, una letanía de torceduras, esguin- ces, cortes, pinchazos, contusiones, fracturas, inflamación o enfermedades crónicas. Mientras ésta sea la ‘cosecha’, el bienestar laboral y la Prevención 2.0 tienen un alto contenido estético, pero no podre- mos decir que hemos superado la etapa EPI. Beyond the PPE Prevention in the workplace goes through different stages. There is a primary prevention based on risk assess- ment and implementation of corrective measures (where the PPE plays a leading role). There is also a more advanced prevention –let’s say secondary- and that some of us begin to label as ‘Prevention 2.0’ that, surpassed the reactive attitude in front of accidents, is looking for comfort, wellness and even labour happiness; self-rea- lization through work; no longer work as a biblical curse, but quite the opposite, as a source of many blessings. Our companies move between the two preventions, but the stubborn reality shows that a large majority still fails in primary prevention; and that only a selected minority have addressed seriously the secondary preven- tion (and for some of them, the vaunted wellness of their workers is more a statement of intent and a propa- ganda instrument than a consolidated and fruitful reality). The ‘aristocracy’ of companies that practice Prevention 2.0 follows a policy of leadership in Occupational Health and Safety, which roughly involves principles such as: never compromise safety, nor ignore the correc- tion of unsafe attitudes; seek the commitment of the parties, taking advantage of people skills and providing training; fostering a confidence atmosphere aimed at building safe and productive work environments, inspi- red by positive thinking. Of course, top business staff -and prevention managers- must have relevant manage- rial skills and, among many other tasks, they will ensure a relentless action against ‘asleep accident’, that ‘dark beast'’ to be kept at bay. A priori, the theory is easy. However, the reality that studies and statistics brings out shows the true face of our prevention, being, in most cases, not beyond PPE, but quite the opposite, with undone homework. The situation is universal: the ‘Injury Impact Report'’ (USA) identifies the most common causes of work accidents and inju- ries (sample of 1.5 million compensations). The data reveal that the most common causes are: materials hand- ling, slips, trips and falls; struck or collisions with objects; tools accidents; overexertion and cumulative trauma. The result, a litany of sprains, cuts, punctures, contusions, inflammation, fractures, or chronic diseases. While the ‘harvest’ is that, labour wellness and Prevention 2.0 have a high aesthetic content, but we won’t be able to say that we’ve passed the PPE stage.