PROTECCIÓN LABORAL 84 | 3oTrimestre15 Riesgos emergentes Efectos de los Disruptores Endocrinos sobre las personas expuestas y su descendencia (según sexo) Mujeres expuestas Cáncer de mama, endometriosis, muerte embrionaria y fetal, malformaciones en la descendencia. Hombres expuestos Cáncer de testículo, cáncer de próstata, reducción del recuento espermático, reduc- ción de calidad del esperma, disminución del nivel de testosterona, modificaciones de con- centraciones de hormonas tiroideas. Hijas de personas expuestas Pubertad precoz, cáncer vaginal, mayor incidencia de cánceres, deformaciones en órganos reproductores, problemas en el desarrollo del sistema nervioso central, bajo peso de naci- miento, hiperactividad, problemas de aprendizaje, disminución del coeficiente de inteligen- cia y de la comprensión lectora. Hijos de personas expuestas Criptorquidia o no descenso testicular, hipospadias, reducción de la densidad espermática, disminución del nivel de testosterona, problemas en el desarrollo del sistema nervioso cen- tral, bajo peso de nacimiento, hiperactividad, problemas de aprendizaje, disminución del coeficiente de inteligencia y de la comprensión lectora. (Fuente: ISTAS). es inocuo, y el glifosato puede ser un ‘ingre- diente’ del peligroso cóctel respiratorio que nos envuelve. -Comida. El glifosato entra en la cadena trófi- ca de varias maneras: involuntaria, mientras se bio-degrada en el medio; y voluntaria, a través de cultivos (normalmente transgénicos y resis- tentes a la sustancia), que consume directa- mente el hombre, o animales que, posterior- mente, entran en nuestra cadena alimentaria. -Bebida. La sustancia se ingiere directamente en el agua, o en líquidos de consumo humano (zumos, bebidas) que estén elaborados a partir de productos tratados con el agente químico. La investigación de Annals of Bioanalytical Chemistry reveló, en 2011, que el 41% de las 140 muestras tomadas de aguas subterráneas en Cataluña tenían niveles elevados de glifosa- to, lo que indica que este herbicida no se des- compone tan rápidamente como dice el fabri- cante, y se va acumulando en el medio natural colonizando a muchos ‘huéspedes’. Diversas investigaciones publicadas en The National Library of Medicine señalan 17 reac- ciones adversas, incluyendo, genotoxicidad (reproducción), neurotoxicidad (sistema ner- vioso), hepatotoxicidad (hígado), nefrotoxici- dad (riñones) y, por supuesto, carcinogenici- dad. La EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) tiene catalo- gado al glifosato como sustancia tóxica de Clase III. Sus propiedades teratogénicas (capa- cidad de inducir malformaciones fetales) le ha valido la comparación con el “Agente Naran- ja”. Además, es un veneno rápido: una dosis de sólo 30 gramos es mortal para un adulto. ¿Y la edafo-fauna...? El herbicida total liquida la fauna del suelo (edafo-fauna). Hay que tener en cuenta que la salud de dicha fauna condiciona la calidad del suelo, determinando la dinámica de sus nutrientes. Dicho en términos absolutos y cla- ros, no hay peor enemigo de las cosechas que el herbicida que, a fuerza de matar la vida en los suelos, los convierte en eriales estériles. Eliminar los microorganismos, bacterias y hongos, que viven en asociación simbiótica con el mismo suelo, no es la solución más inteligente, aunque con ellos nos llevemos los pulgones y los parásitos. Los anélidos (lombri- ces de tierra) se han comportado desde la noche de los tiempos como las ‘tuneladoras’ de los campos, contribuyendo a su aireación. ¿Tiene algún sentido que una multinacional (y sus acólitos) hayan decidido eliminar a estos aliados del hombre apelando al progreso y al rendimiento de las explotaciones agrícolas intensivas? El problema es un círculo vicioso que pasa por diversas fases y se retroalimenta de manera continua: al envenenamiento sigue el empobrecimiento del suelo y –para remediarlo- el empleo de fertilizantes. Sin duda, el modelo tiene pingües resultados económicos para los fabricantes de pesticidas y abonos agrícolas. Lo que queda en entredicho es la ética y la sostenibilidad de semejante agricultura. En la actividad humana (bio-agricultura, en este caso) no cabe el ‘endiosamiento’ de con- seguir imponderables, porque nos sobran las evidencias de que, profesando ser sabios, aca- bamos en la más patente de las necedades. Pan para hoy, y hambre (seguramente acom- pañada de enfermedad) para mañana. Y lo decimos sin ánimo de propalar el alarmismo, sino de reivindicar el principio de precaución, pasando de las declaraciones de intenciones a la acción. Además, como señas de identidad y modus operandi del glifosato encontramos que es un disruptor endocrino (DE) y un contaminante orgánico persistente (COP), aspectos que abordamos a continuación. Los ‘terroristas’ hormonales (DE) Un disruptor endocrino actúa como un ‘terro- rista hormonal’, pues tiene la capacidad quí- mica de alterar el equilibrio hormonal, pudiendo provocar diferentes efectos adver- sos sobre la salud de las personas o de sus des- cendientes. Estas sustancias pueden ser causa de perjuicios para la salud como el cáncer, alteraciones del comportamiento y anomalías reproductivas”, señala el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS). Disruptor endocrino u hormonal (Endocrine Disrupting Chemicals, EDC, según el acróni- mo inglés) es toda sustancia química, ajena a un organismo, y con potencial para modificar el equilibrio hormonal. Esto supone que tie- nen capacidad para interferir con diversos procesos fisiológicos controlados por hormo- nas, generando respuestas endocrinas tan inesperadas como adversas en personas o ani- males. Los disruptores endocrinos, que son muy numerosos, se presentan bajo formas varia- das, pudiendo ser tanto de origen natural como artificial. En ocasiones presentan una elevada virulencia con dosis pequeñas. Uno de sus efectos más ostensibles es su interfe- 43