Salud ambiental PROTECCIÓN LABORAL 84 | 3oTrimestre15 24 sistema de filtración de alta eficacia, HEPA). Igualmente, corren riesgo los conductores del transporte público. Se constata la necesidad de poner en práctica una exhaustiva política informativa, de la que los primeros beneficiarios serían los grupos (laborales) de riesgo. Dicha política ayudará a las empresas a desarrollar sus medidas preven- tivas, proporcionando a los responsables polí- ticos evidencias sobre la necesidad de incre- mentar el presupuesto en investigación. Medidas de control ambientales La OMS aconseja mantener a los infecciosos en habitaciones cerradas, separadas del resto del hospital y con presión negativa respecto al espacio circundante de forma que el aire con- taminado no escape de la habitación al resto del hospital. Según precisa Beatriz Sánchez Artola, (Revista Electrónica de Medicina Intensiva. Artículo no S8. Vol 3 / S2, abril 2003), “el acceso a las habi- taciones se efectúa por un espacio estanco, que debe incluir una zona de presión interme- dia, y al que sólo se permitirá el paso al perso- nal debidamente autorizado. Las habitaciones, a su vez, poseen una cámara estanca interna, con puertas de cierre alterno, donde el perso- nal se pone y retira su equipo desechable de protección personal (EPP) (protección de contacto, respiratoria y frente a secreciones) y se descontamina antes y después de cada intervención (lavado de manos, desinfección de estetoscopios y esterilización de cualquier componente del EPP que por motivos de dis- ponibilidad no fuera desechable, etc.) y donde se guarda el material”. La ventilación creará un flujo de aire unidirec- cional, evitando la recirculación del mismo (entrada y salida diferenciadas). Si es necesa- rio, por motivos arquitectónicos, pueden emplearse sistemas cerrados de filtración y recirculación (con filtros HEPA). Los residuos líquidos procedentes de la sala de aislamiento deberán ser manipulados correctamente y tratados mediante un sistema de desinfección térmica o química. En su defecto, el agua utilizada para la limpieza debe almacenarse en contenedores seguros hasta su desinfección. Los residuos han de absor- berse primero mediante celulosa u otros materiales y, posteriormente, descontaminar- se y eliminarse mediante autoclave. Las muestras de sangre y orina, adecuadamen- te envasadas, deben transportarse desde la habitación al laboratorio destinado para su procesamiento (en España, el Instituto de Salud Carlos III). El material o instrumental médico que haya entrado en contacto directo con la sangre, y no pueda desecharse -como el instrumental quirúrgico- debe esterilizarse; el que haya contactado con mucosas (broncos- copios, circuitos de ventilador, nebulizadores, etc.) debe esterilizarse o, al menos, someterse a desinfección de alto nivel (que destruya todos los microorganismos mediante ebulli- ción, vapor fluente o química). En los disposi- tivos que sólo entran en contacto con la piel del paciente o que no llegan a contactar (superficie externa del ventilador, estetosco- pio, etc.) se procederá al menos a una desin- fección de nivel intermedio. Las habitaciones deben limpiarse por perso- nal protegido con EPI, con agentes antivira- les de amplio espectro y probada eficacia frente a los virus. La lencería utilizada debe eliminarse colocándola en contenedores de material biológico peligroso. Para entrar en habitaciones de aislamiento de pacientes infecciosos será preceptivo el empleo de equipo de protección individual (buzos, máscara respiratoria, protección ocular, calzado que pueda descontaminar- se...), equipo cuya complejidad vendrá determinada por la gravedad del patógeno implicado. La gestión de los residuos y especialmente la ropa contaminada merecerían un capítulo aparte. En muchas ocasiones, es al quitarse la ropa y desecharla cuando se produce la infección, que puede afectar al personal sani- tario, pero también al diverso personal que se encarga de gestionar esos desechos conta- minantes. Apuntamos algunas precauciones básicas a este respecto: -No abrir, vaciar, o limpiar manualmente los envases de desecho de objetos cortantes contaminados. -Manejar la ropa sucia contaminada lo menos posible, con un mínimo de agitación, emple- ando EPI. -Poner en bolsas la ropa contaminada en el lugar donde se haya usado. -Desechar la ropa contaminada en envases a prueba de derrame, etiquetados e identifica- dos antes de su transporte. -No separar ni limpiar la ropa sucia contami- nada en las áreas de su uso. Todo ello se completará con una rigurosa limpieza del lugar de trabajo (calendario de descontaminación) y enseres reutilizables. Ébola, la última alarma mundial El ébola es una enfermedad infecciosa provocada por un virus y cuyo síntoma principal es la fiebre hemorrágica. La infección, con una tasa de mortalidad que oscila entre el 50-95%, tiene incluso la consideración de ‘arma biológica’ por su letalidad. La enfermedad se presenta en forma de brotes o epidemias. Es transmitida por los humanos y también por los primates, sin ser exclusiva de paí- ses con deficiencias sanitarias. En el primer mundo la infección no es endémica; es decir, afecta a muy pocas personas, especialmente aquéllas que están en contacto directo con primates, trabajadores de laboratorios que interactúan con animales infectados, o con cultivos del virus en tejidos. También puede desarrollar la enfermedad el personal que haya viajado al África subsahariana y, por supuesto, el personal sanitario que cuida a los pacientes infectados. La denominación de Ébola procede del río del mismo nombre, en Zaire, donde se detectó por primera vez la enfermedad a principios de la década de los 70. A diferencia de otras enfermedades infecciosas, el ébola no se transmite por el aire, sino que es necesario un contacto directo con fluidos cor- porales (sangre, secreciones, órganos internos) de personas o animales infectados, vivos o muertos. También es fuente de contagio el contacto con equipo médico contaminado, como agujas y otro instrumental. Incluso, el protocolo establece que a los muertos por ébola no se les puede hacer la autopsia debido al altísimo riesgo de contagio, debiendo ser incinerados. El virus del ébola, que ya ha infectado a varios centenares de sanitarios (colectivo que representa el 8% de las víctimas mortales), sólo se previe- ne evitando el contacto directo con el uso de medios de protección, básicamente trajes estancos al riesgo biológico (según EN 14126:2003), gafas y mascarillas buco-nasales.