2oTrimestre15 | PROTECCIÓN LABORAL 83 Riesgos emergentes Para evitar la inhalación del polvo de sílice la maquinaria incorpora sistemas de aspiración (foto gentileza de Rubí) partículas de polvo con una granulometría pequeña que permita la inhalación y su posterior depósito en los pulmones (sílice cristalina respirable) puede producir silicosis, enfermedad profesional que deriva, entre otras, de la inhalación de dióxido de silicio en forma cristalina. Sobre la silicosis cabe puntualizar que estudios recientes han llevado a la IARC a clasificar el polvo de sílice como carcinogénico del grupo 1. De hecho, la sílice cristalina está considerada como el tercer agente carcinogénico más frecuente en el trabajo de entre los 139 cubiertos por el proyecto CAREX (CARcinogen EXposure), después de la radiación solar y el tabaco. Actualmente, la sílice cristalina no está cubierta por la directiva de la UE sobre sustancias cancerígenas a pesar de que su efecto cancerígeno está ampliamente demostrado. La revisión de esta directiva para extender su alcance a un mayor número de agentes carcinógenos ha ido progresando a paso de tortuga desde 2004. Con etiqueta o sin ella, no se puede negar la evidencia de los graves riesgos que conlleva la inhalación del polvo (general y el silíceo) que generan tanto las obras como los propios materiales de construcción Polvos de madera La utilización de la madera en la construcción es muy frecuente por sus múltiples ventajas. Su aserrado y mecanización en obra genera polvos; es decir partículas sólidas dispersas en el ambiente debido a la disgregación de la madera o su corteza. El riesgo para la salud de los trabajadores viene determinado por el tipo de madera (dura o blanda). En la construcción se emplean ambos tipos, no siempre conocidos por el usuario, lo que suele dificultar la evaluación del riesgo que conlleva la exposición. En cuanto al peligro químico, los polvos de ciertas maderas pueden desarrollar diversos trastornos y enfermedades respiratorias y dérmicas. El efecto colateral del polvo de madera es el cáncer nasal, que es más frecuente entre los operarios que trabajan con maderas duras, aunque también existe sospecha de que los polvos de algunas maderas blandas puedan resultar carcinogénicos. La IARC ha clasificado el polvo de madera como carcinogénico para humanos basado en evidencias epidemiológicas. En 2001, se puso en marcha el proyecto Wood-Risk (Risk Assessment of Wood Dust: Assessment of exposure, health effects and biological mechanisms – Evaluación de riesgos del polvo de madera: Evaluación de la exposición, efectos sobre la salud y mecanismos biológicos), cuyo objetivo principal fue disponer de una base de datos actualizada sobre la exposición laboral al polvo de madera en Europa. Con independencia de la carcinogenicidad (a medio-largo plazo), el polvo de la madera constituye un problema de salud desde el primer minuto de la exposición, tal como ocurre con el polvo de sílice u otros contaminantes aerodispersos. La ventilación adecuada del lugar de trabajo y el uso de protección respiratoria adecuada a cada caso son preceptivas para salvaguardar la salud de los trabajadores. Humo de motores diesel La mayor parte de la maquinaria utilizada en construcción funciona con motores diesel. El residuo principal de estos humos es el hollín (60-80%), generándose mayor cantidad cuanto más incompleta es la combustión. El hollín está formado principalmente por micro-partículas que se inhalan fácilmente y se depositan en la parte baja de los pulmones, generando efectos nocivos para la salud. Recientemente, la IARC ha clasificado los humos de escape de los motores diesel como carcinogénicos para humanos (grupo 1). Existe evidencia suficiente que asocia la exposición a micro-partículas de combustión diesel con un incremento del riesgo de cáncer de pulmón, y una evidencia más limitada que asocia la exposición a un incremento del cáncer de vejiga. En general, en las operaciones en túneles la exposición al hollín es mayor que en operaciones al aire libre. Protección de los trabajadores Respecto a la protección de los trabajadores, las características propias de cada uno de los agentes químicos revela la importancia de seleccionar y utilizar los equipos de protección quí- mica adecuados y específicos. En lo relativo a la protección durante la manipulación de las resinas sin curar, de los endure- cedores o de otros compuestos químicos que se introducen en estos productos (diluyentes, etc.), el material más adecuado para proteger del contacto sería el caucho (guantes), según diversos estudios. Actualmente se están desarrollando guantes multicapa laminados para tare- as en las que se manipulan resinas epoxi. Para proteger contra disolventes, los guantes de goma son la protección más eficaz. En algunos casos, la protección de la piel y de las vías respiratorias es necesaria incluso cuando el material esté seco, y cuando se realicen operaciones mecánicas sobre el material tratado que puedan generar polvo, como es el caso de las espumas de poliuretano, que pueden dejar grupos de isocianatos libres en las zonas tratadas. En el caso de polvo de sílice cristalina, se deben utilizar equipos de protección individual de las vías respiratorias (mascarillas auto-filtrantes tipo FFP3; o P3, para filtros acoplados a adap- tadores faciales). 91