1oTrimestre15| PROTECCIÓN LABORAL 82 Riesgo psicosocial idea general: demostrar al empleado que per- tenece a una organización y que, como tal, no se encuentra solo ante su problema. ‘Lidiar’ con las personas ‘tóxicas’ Los ‘compañeros de viaje’ son determinantes para nuestro estado de ánimo, tanto en el trabajo como fuera. Conviene saber que existen personas tóxicas, que podemos detectar por su comportamiento: El patrón general de las personas tóxicas es hablar excesivamente de sí mismas olvidando a su interlocutor. Con una tendencia a la queja, difunden un discurso pesimista y negativo. Acostumbran a convertir en un drama las situaciones más cotidianas. Los compañeros tóxicos se arrogan el papel de víctima, en una actitud de creerse el centro del mundo y llamar la atención de los demás. Creen que todo va en su contra sin practicar la auto-crítica de su propia conducta. Actúan como ‘vampiros emocionales’ robando la ener- gía a las personas de su entorno. Envidian los posibles logros de los demás, sin capacidad de sentir y compartir las alegrías del ‘amigo’. Con frecuencia, los ‘tóxicos’ observan un com- portamiento autoritario que les lleva a corregir a los demás –incluso equivocadamente-, por- que llegan a creerse en posesión de la verdad. Aunque su actitud vital les provoca sufrimien- to, no lo admiten, generando únicamente una ola de energía negativa a su alrededor. El estrés será directamente proporcional a la intensidad del contacto con los ‘tóxicos’. El mejor remedio, marcar las distancias y nunca caer en su juego. El mal jefe, ¿mito o dolorosa realidad? Largas jornadas, nulo reconocimiento profesional, sueldo escaso y trabajar bajo presión son estresores clásicos. Sin embargo, uno de los factores con mayor peso en el estrés es el jefe y sus habilidades directivas. El psicólogo Robert Hogan (Universidad de Tulsa) es rotundo al asegurar que “siete de cada diez directores o gerentes son incompetentes, irritables, dominantes, explotadores o indignos de confianza, tienen pocas habilidades de toma de decisiones y se niegan a delegar su autoridad”. La leyenda de los malos jefes no es gratuita. Los defectos que lucen comúnmente son incapacidad de comunicación (no escuchan ni consiguen que les escuchen). El jefe incompetente se involucra poco con su equipo, distante y falto de empatía (sintonía con su personal), desconoce el trabajo de sus colaboradores, a quienes somete a presión. Por el contrario el jefe-líder, con visión a largo plazo, vive lo que predica, enseña, delega funciones y crea oportunidades. Sus habilidades se manifiestan en el autocontrol y las decisiones eficientes en coyunturas críticas. Está motivado, y transmite motivación. Ejercicio en la oficina, un corta- fuegos Hace una década, estudios científicos advertían que pasar mucho tiempo sentado puede provocar obesidad, aumentando el riesgo de diabetes, pre- sión alta y enfermedades cardíacas. “Incluso, ir al gimnasio tres veces por semana no disminuye el peligro de lle- var una vida sedentaria el resto del tiempo”, sentencia el doctor James Levine, endocrinólogo de la Clínica Mayo (EEUU). “Tenemos muchas evi- dencias de que estar sentado nos mata. Uno está prácticamente sentándose en un féretro”, argumenta Levine. Ade- más, ya sabemos que en muchas empresas se viven “atmósferas explosi- vas” (éstas no son ATEX en sentido lite- ral), así que el sedentarismo sólo aumentará los niveles de estrés hasta cotas insostenibles. Para combatir el sedentarismo laboral y los ‘malos humos’ en la oficina, un número creciente de estadouniden- ses trabaja de pie, camina y hasta monta bicicleta durante su jornada laboral en escritorios adaptados con cintas para caminar o estar de pie, o estaciones de trabajo móviles. Estar pegado al escritorio mientras se trabaja ya no es una excusa para no hacer ejercicio. Ahora se puede ser productivo en dos frentes: atender el correo electrónico, por ejemplo, y correr de 5 a 7 kilómetros sobre una cinta instalada en el despacho, sistema que cada día es más frecuente. Pueden emplearse también bicicletas estáticas, u opciones más baratas como sentarse sobre pelotas gigantes para ejercicio. Después están los llamados ‘juguetes de oficina’, que se cuentan por cientos y responden a los más variados gus- tos. Un estudio de la compañía Good- man UK afirma que el 55% de las per- sonas cree que tener objetos personales en su escritorio contribuye al bienestar de su lugar de trabajo. Entre los múltiples beneficios de los juguetes, ofrecer una solución al traba- jador inquieto que necesita aliviar su estrés, u oportunidades lúdicas y de socialización con las visitas La actividad evita el pensamiento negativo No nos gusta trabajar (las investigaciones lo atestiguan), pero la ociosidad tampoco es la solución. “Tener la mente ocupada previene y aleja las emociones negativas”, afirma Christopher K. Hsee, Universidad de Chicago (EE.UU.), en un estudio publi- cado en la revista Psychological Science. En cambio, una mente ociosa tiene bastan- tes probabilidades de enredarse con la basura emocional y provocar, en el mejor de los casos, pérdidas de tiempo y desgaste mental, o –aún peor- flirtear con conductas inadecuadas, que son un factor de riesgo. El profesor Hsee (Universidad de Chicago) subraya que “si no hay un motivo para actuar, preferimos quedarnos quietos para no malgastar energía, una clara herencia de nuestros antepasados para conservar la energía”. Tal conducta es nociva, ya que la sociedad tecnológica ha hecho que los seres humanos dispongamos de un exce- dente de energía que necesitamos consu- mir. De ahí que Hsee recomiende un nivel de actividad constante (física o mental) para alcanzar la felicidad o, al menos, mini- mizar los sentimientos de infelicidad. 47