Riesgo psicosocial PROTECCIÓN LABORAL 82 | 1oTrimestre15 46 -La cara gestiona las emociones. La cara contiene el mayor número de receptores de emociones. Al sonreír, nuestro cerebro interpreta que estamos felices. Podemos así auto-provocar bienestar a partir de situaciones de tensión. -Lenguaje interior positivo. Hacer lo contrario genera sustancias que matan neuronas. Debe- mos huir de la basura emocional y lo negativo construyendo un diálogo interno que nos haga sentirnos mejor. -La imaginación es poder. La neuro-plastici- dad demuestra que, con la imaginación, pode- mos inducir cambios cerebrales, sentirnos más seguros, tranquilos y capaces. En malos momentos, muchos nos aferramos a imáge- nes mentales gratificantes. -Potenciar la sociabilidad. Tener gestos ama- bles con otras personas aumenta en uno mismo y en los demás los niveles de oxitoci- na, que reduce la ansiedad. Sentido del humor y optimismo El humor, el truco infalible, todo lo puede, y tiene efectos a corto y largo plazo. La catedrá- tica de Bioquímica y Biología molecular, Nata- lia López Moratalla, nos recuerda que “el sen- tido del humor no sólo nos alivia la existencia y hace más llevaderas las adversida- des, sino que, a largo plazo, termina modifi- cando nuestro cerebro de forma positiva”. Además, el buen humor nos protege de algu- nas enfermedades, como corroboran recien- tes estudios científicos. Estas tesis son suscritas por muchas empre- sas, como Sharpbrains (que podríamos tradu- cir como Cerebros agudos), una consultoría que asesora a organizaciones y particulares para un mejor conocimiento del cerebro desde el campo de la neurociencia (motiva- ciones profundas). La fusión de dos reacciones del comporta- miento humano: el optimismo y la actitud, dependientes de la voluntad, nos dan un ‘palabro’ como ‘Optitud’, neologismo que no existe en los diccionarios, pero sí en la mente de quienes ejercitan su cerebro para hacer frente a las complicaciones cotidianas. El optimismo es una decisión que pueden adoptar las personas ante los acontecimientos que viven. Este comportamiento marca la diferencia en la ecuación que es la vida, y entre las personas que triunfan y las que fra- casan. Es una actitud vital en la que se prima, ante todo, la psicología positiva. Como combinación de optimismo y acti- tud, la ‘optitud’ tendría la finalidad de con- figurar nuestros ritmos y actividad cerebral en clave optimista, con el fin de ampliar nuestras capacidades en todos los ámbitos, incluido el laboral. La ‘optitud’, que es un rasgo que también nos define como huma- nos, nos predispone a interactuar con los problemas y las situaciones desde una perspectiva positiva, si bien no se ignoran los elementos desfavorables. Conducirse con ‘optitud’ vital descubre nuestras mejo- res armas y recursos para combatir la adversidad. Esa respuesta pro-activa mini- miza cualquier problemática, reforzando la seguridad de las personas. Tirando lastres Una vida sacrificada a cambio de dinero no es un negocio inteligente, máxime cuan- do, a la postre, hay que gastar ese dinero extra en parchear una calidad de vida y una salud maltrechas. Cada día crece el número de empleados que sacrifican suel- do para obtener una compensación en tiempo libre. Entre los ejecutivos cobra fuerza el ‘down- shifting’, que podríamos traducir como ‘ir hacia abajo’. El mismo refleja una especie de retorno o vuelta a los orígenes de quie- nes deciden vivir vidas más sencillas para escapar del materialismo obsesivo y redu- cir la tensión y el estrés. Se trata de lograr el equilibrio entre el ocio y el trabajo, un ejercicio muy saludable que sólo logran unos pocos. Según Fernando Botella, CEO de Think&Action, algunos profesionales “eligen convertirse en los ‘escultores’ de su propia vida”. Los ‘down-shifter’ se per- miten cambiar su jerarquía de prioridades, decidiendo qué es lo que necesitan y desean en un mundo con menos presión. ¿Y la salud de la organización? No me suena que se haya aplicado el criterio de sostenibilidad asociado a la vida laboral. Sin embargo, todo trabajo ha de ser, por encima de todo, sostenible. Trabajar para una empresa no saludable supone un riesgo para nuestra propia salud. ¿Les suena el aforismo de: “No es saludable estar bien acomodado a sociedades enfermas”? Creo que el mismo vale para las sociedades, las organizaciones e, incluso, las pymes. Es un secreto a voces que cualquier empresa es más saludable si reina el buen humor. Ade- más, si los trabajadores se encuentran en un ambiente positivo aumenta su productividad. El buen humor es un enfoque clave en la con- secución de los objetivos laborales y el control del estrés. Y la tesis está avalada por la Society of Humor Studies, o el conferenciante cana- diense, Michael Kerr, que ha plasmado sus ideas sobre la diversión en el ámbito laboral en libros como “Putting Humor to Work” (Poniendo a trabajar el humor), o “Inspiring Workplaces” (Trabajos que inspiran). Entre sus múltiples beneficios, trabajar con humor ayuda a subir la moral, motivar y com- prometer más a los trabajadores, fortalecer el equipo y construir relaciones basadas en la confianza. También defendía el humor el poeta Samuel Butler al decir que “la única con- vicción que el hombre debe tomarse en serio es que nada debe tomarse en serio”. Papel de la dirección El buen humor del empleado no basta, la dirección de la empresa también tiene que colaborar, por ejemplo: -Ofreciendo apoyo cuando un empleado lo necesita, escucharle, atender los problemas que pueda tener en su vida personal o familiar. -Abandonar ideas preconcebidas y dejar que el empleado estresado explique su situación, mostrándole empatía y comprensión. Si es necesario, respetar su silencio, poniendo de relieve los servicios profesionales que tiene a su disposición (si los hay): asesoramiento y salud laboral, programas de asistencia, etc. -Reducir temporalmente la carga de trabajo de la persona bajo presión, examinando con atención las exigencias del puesto que desem- peña dicho empleado. Caso de ser necesario, la dirección propondrá al trabajador que tome tiempo de su jornada laboral para solventar los problemas que padece. -Llevar a cabo el seguimiento de la situación conocer su evolución, o la conveniencia de buscar asesoramiento externo. Sería prolijo protocolizar las posibles acciones de la dirección al tratar a un empleado estresado, por lo que las resumimos en una