Congresos, jornadas y eventos PROTECCIÓN LABORAL 80 | 3oTrimestre14 92 estresadas pueden acusar temblores, habla rápida..., existiendo siempre las variables individuales de edad, sexo, factores físicos de la exposición o estresor, etc. El vienés Hans Selye, considerado el ‘padre’ del estrés estableció hacia 1935 las tres fases de respuesta ante el estrés, que son: -Fase de alarma. Aparición de los síntomas ante el estímulo. -Fase de resistencia o adaptación. El organismo segrega hormonas para adaptar la respuesta física a la demanda: cortisol (hor- mona del estrés). -Fase de agotamiento. El estrés se hace crónico, mostrando un cuadro constante y severo. El organismo pierde su capacidad de respuesta y se agota. En la segunda fase se activa el Sistema Ner- vioso Vegetativo (SNV) y la liberación de sustancias (glucorticoides) que, transporta- das a través de la sangre, excitan, inhiben o regulan la actividad de los órganos. Los indi- viduos estresados experimentarán una homeóstasis reactiva (reacción corporal ante determinados estímulos) y que, nor- malmente, será acompañada por una home- óstasis predictiva. En este segundo caso, la respuesta fisiológica adaptativa se traduce en la secreción de cortisol antes de iniciar el día (de ahí el despertar temprano –y, en ocasiones, agitado- de muchas personas estresadas. La reacción homeostática les está preparando para el curso de los aconte- cimientos que habrán de vivir a lo largo del día que inician. En la fase de agotamiento, cuando el estrés se ha cronificado, aparecen las enfermeda- des, que pueden ser tanto físicas como psi- cológicas. Entre las principales consecuen- cias físicas del estrés cabe citar las dolencias gastro-intestinales, cardiovasculares (con hipertensión), respiratorias, endocrinas, dis- funciones sexuales, dermatológicas, muscu- lares (trastornos musculo-esqueléticos, TME) y otras. “Cualquier parte del organis- mo puede verse afectada”, afirmó Méndola. En el área psicológica, el estrés produce trastornos del sueño, induce miedos injusti- ficados y fobias, provoca adicciones a dro- gas y alcohol, depresiones y trastornos afec- tivos, alteración de las pautas alimentarias, trastornos de la personalidad, trastornos asertivos y de las habilidades sociales (fobia social, baja autoestima), preocupación cró- nica, inespecífica y constante (mentalidad catastrofista). Así, puede intuirse por las consecuencias la necesidad de implantar protocolos de vigilancia de la salud psicoso- cial. La prevención, o el diagnóstico precoz en casos en que ya ha aparecido la enferme- dad, son fundamentales –además de estar contempladas en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales- para frenar una epidemia que provoca sufrimiento innecesario, anu- lando el talento humano. Prevención del estrés Que el estrés no es una cuestión menor lo Desechar la basura emocional En el síndrome del estrés es mucha la basura emocional que genera el propio estresado a partir de sus pensamientos sometidos a distorsión. Así, conviene evitar: -Pensamiento polarizado. No podemos hacer juicios radicales (o blanco o negro, los matices existen). -Generalización excesiva. Un pequeño acontecimiento no sirve para obtener una conclusión definitiva. -Abstracción selectiva. No focalizar la atención en un detalle negativo, ignorando los positivos. -Catastrofismo. Desechar la tendencia a esperar catástrofes sin motivos. -Etiquetas globales. Extraer rasgos de nuestra personalidad olvidando el conjunto. -Lectura de pensamiento. No podemos saber lo que piensan quienes nos rodean. Debemos refrenar la imaginación. -Sesgo confirmatorio. Percibimos y recordamos las cosas deformadas, pero les damos validez. Se hace necesaria la asertividad (en un clima positivo), que implica saber decir que no, sin sentimientos de culpabilidad ni tener que dar explicaciones. No hemos de olvidar que cuando decimos sí a otras personas podemos estar dándonos una negativa a noso- tros mismos.