Trajes espaciales y ergonomía PROTECCIÓN LABORAL 80 | 3oTrimestre14 20 para el paseo lunar. Pese al buen comporta- miento de aquella aparatosa vestimenta-bur- buja en las seis expediciones que alunizaron, los trajes demostraron cierta vulnerabilidad al abrasivo polvo lunar, especialmente en las uniones selladas. En todas las misiones, los guantes han demos- trado ser fundamentales para los astronautas, que los utilizan para manejar objetos y herra- mientas, pero también para ayudarse en sus movimientos de desplazamiento durante los ejercicios fuera de las naves (EVA – Extra Vehicular Activity). Sin embargo, la necesaria presurización de los guantes dificulta la movi- lidad de los dedos. La indumentaria espacial de las misiones Apolo contó con unos guan- tes formados por una capa interna, con cober- tura para los dedos, y una capa externa de tejido aislante Mylar y malla metálica. Cabe pues imaginar la restricción del movimiento que imponían. A partir del 2007, un contratista cambió la ten- dencia en el plegado de los guantes al intro- ducir unos más ergonómicos, es decir, cuyos pliegues coincidían con los pliegues de los dedos de la mano humana. Es una contribu- ción simple pero eficaz para facilitar la movi- lidad de la mano. La evolución de la serie Apolo conduciría a prototipos de trajes como Mark III (finales de los 80), incorporando mejoras ergonómicas (gracias al uso de cojinetes) que permitían a los astronautas ponerse de rodillas y ampliar el elenco de movimientos. Con todo, el peso continuó siendo el talón de Aquiles ergonó- mico. Otra de las opciones tomó el atractivo nombre de “Biotraje”, que se ajusta para pro- ducir presión directamente sobre la piel, por lo que no es necesario inflarlo. Sin embargo, su desarrollo es todavía incipiente. Baumgartner: salto supersónico gracias a la tecnología El salto cualitativo en la tecnología de los tra- jes espaciales permitió el reciente salto supersónico del paracaidista Felix Baumgart- ner desde la estratosfera (más de 39.000 metros). La proeza tiene mucho que agrade- cer a la ingeniería textil y, más concretamen- te, a la empresa W. L. Gore (Gore-Tex), cuyos ingenieros diseñaron no sólo una equipación compleja, sino también interacti- va para afrontar condiciones cambiantes e El salto de Baumgartner fue posible por el avance de las técnicas textiles imprevisibles durante un descenso meteóri- co saturado de peligros. La indumentaria de Baumgartner merece su inclusión entre los denominados “sistemas de soporte vital”. No en vano, el traje equipaba, entre otros ingenios, una membrana transpi- rable capaz de evitar el sobrecalentamiento del cuerpo, protegiéndolo así de incendios o temperaturas extremas. El prototipo fue construido por la empresa David Clark Company, especializada en la evaluación, testeo y fabricación de equipa- miento de protección para las actividades aérea y aeroespacial desde el año 1941. Por razones obvias, el traje emparenta con los uti- lizados por pilotos de aviones de reconoci- miento de altura, aunque fue adaptado y opti- mizado para la ocasión. Entre los motivos de aquella personalización forzosa cabe tener en cuenta que los trajes espaciales convenciona- les no han sido diseñados para soportar caí- das libres y alta velocidad. ·Sistema de capas El traje espacial de Baumgartner se confeccio- nó con cuatro capas. La interior, también denominada ‘capa de confort’, consiste en una membrana especial de alta transpirabili- dad para asegurar el confort térmico, evitan- do el sobrecalentamiento corporal. La siguiente capa hacia el exterior (‘membrana gaseosa’) tenía el objetivo de mantener la pre- sión de aire necesaria para garantizar la supervivencia del usuario. La tercera capa (‘de restricción’) mantiene la forma del traje y su estabilidad. La capa exterior actuaba a modo de un escudo térmico (protección de las temperaturas extremas y eventuales incen- dios). El rango de protección térmica se encuentra en la horquilla -68° C y + 38° C. ·Presión Un regulador de presión mantuvo una pre- sión constante a diferentes altitudes. Se dise- ñó con el propósito de mantener la presión en torno a 1,58 kg/pulgada cuadrada (6,45 cm2), o lo que es lo mismo, 0,24 kg/cm2. Así se mantuvo la presión alrededor del cuerpo del paracaidista en valores similares a los que se dan a 10.000 metros de altura, valor que evitaría síntomas de descompresión o la ebu- llición de la sangre, fenómeno que puede ocurrir en torno a los 18.000 - 19.000 metros. A partir de esa altura los fluidos corporales tienden a gasificarse y expandirse, creando una situación de riesgo vital. Los avances desarrollados para lograr este salto podrían ayudar en la creación de trajes espaciales mejores, crear protocolos de expo- sición a la altura y aceleración, conocer mejor los efectos sobre el cuerpo humano de la ace- leración y desaceleración supersónica, así como impulsar la innovación en el desarrollo de paracaídas. Otros elementos importantes de la equipación fueron: ·Casco y visor El casco, construido con materiales composite (sintéticos) se construyó primando la ligereza (3,2 kilos) y la resistencia. Contaba con un regulador de oxígeno para la respiración, conectado a los cilindros de oxígeno portáti- les. El visor, pensado para evitar distorsiones de la visión, era clave para orientar el descen- so y aterrizaje. Contaba con una visera-cober- tor independiente para el sol, que permitía el ajuste por parte del usuario, así como con un sistema de calentamiento para prevenir el empañamiento o la congelación. El visor incluía también el micrófono y sistema de audio para la comunicación del paracaidista.