3oTrimestre14 | PROTECCIÓN LABORAL 80 Trajes espaciales y ergonomía puesta del organismo como si estuviese sien- do envenenado, con el consiguiente intento de rechazar las toxinas. Conocida también como enfermedad del espacio (SAS), representa un problema serio ya que puede manifestarse en un momento crítico de la misión, aunque suele darse al principio de ésta. Puede suponer una amenaza para la vida: un astro- nauta que vomita dentro de su traje espa- cial tiene una alta probabilidad de asfixia, siendo muy bajas las posibilidades de un rescate a tiempo. Por fortuna, este inciden- te nunca se ha producido. Los principales síntomas del síndrome SAS desaparecen a las 72 horas de exposición a la gravedad cero. No obstante, la adaptación completa del equilibrio requiere meses de vuelo, y una readaptación a la gravedad terrestre después del regreso. Además de los problemas de desorientación y malestar del espacio, se han observado cuadros complementarios de déficit oculo- motor e inestabilidad postural después del vuelo en no pocos astronautas. ·Atrofia muscular La falta de carga musculo-esquelética reduce la masa muscular, una degeneración que parece obvia por la ingravidez, si bien no se conoce el mecanismo profundo de la misma. Mientras que se considera normal la reducción de la masa corporal y de la capa- cidad física, se ha constatado un deterioro de la fuerza muscular que excede a la reduc- ción de masa, sugiriendo la presencia de otros mecanismos más complejos. La pérdida de fuerza se traduce en una falta de rendimiento y mayor fatiga, fenómenos que se hacen muy ostensibles en actividades que requieren un esfuerzo físico mantenido, como las actividades extra-vehiculares (EVAs por el acrónimo inglés). En misiones espaciales largas puede prever- se que estos efectos aumentarán la posibili- dad de lesión del astronauta, con potencial daño a otros sistemas (huesos y tejido conectivo) que interactúan con la muscula- tura debilitada. En ausencia de la gravedad terrestre el siste- ma musculo-esquelético humano (huesos y músculos) sufre un rápido deterioro, con una pérdida de masa del 1,2% mensual, habiéndose observado tasas de entre 0-24% en cosmonautas rusos. Huesos estructurales como las caderas y la columna son especialmente susceptibles a estos efectos adversos. La disminución de la fuerza ósea representa un elevado riesgo de fractura para los astronautas, tanto durante el vuelo como finalizado éste, con la posibi- lidad de una recuperación difícil o prolonga- da. Asimismo, la mayor duración de los vue- los equivale a un mayor tiempo para la recuperación de la densidad ósea por parte de los cosmonautas. Las tripulaciones retor- nadas verán también aumentadas las posibi- lidades de fracturas o lesiones de los tejidos blandos con respecto al periodo anterior a la misión espacial. ·Exposición a la radiación Es una de las principales preocupaciones concernientes a los vuelos espaciales tri- pulados. La radiación puede darse en varias formas: -Rayos cósmicos. Compuestos de protones de alta energía, partículas alfa y núcleos pesados. -Eventos de partículas solares (conocidos también como erupciones solares), com- puestos de protones, algunas partículas alfa y núcleos pesados. -Partículas atrapadas en el campo magnéti- co terrestre (especialmente los cinturones de radiación Van Allen), que son partículas cargadas principalmente en forma de proto- nes y electrones. La radiación de neutrones aparece cuando alguno de los fenómenos citado interactúa con el blindaje protector de la tripulación. ·Infecciones inmunológicas. El confina- miento en una nave espacial genera ame- nazas tanto interpersonales como intraper- sonales. Se ha podido detectar inmunodepresión (bajada de las defensas) en humanos y animales expuestos a perio- dos prolongados de gravedad cero. El fenó- meno incluye la reactivación de infeccio- nes virales latentes y el desarrollo de condiciones pre-malignas o malignas. Los síntomas de los astronautas son similares a los de los pacientes inmunodeprimidos en la tierra, con la aparición de infecciones vírico-bacterianas, que aparecen como consecuencias naturales con el simple paso del tiempo. ·Pérdida de fluidos y cambio de su dinámica Junto a la pérdida de masa corporal comen- tada, los vuelos espaciales impiden la reten- ción de fluidos corporales en las extremida- des inferiores de los astronautas, que tienden a acumularse en la parte superior El cuerpo, fuente de calor Cuando una persona hace una actividad física, el corazón aumenta su ritmo para llevar más oxígeno a los músculos y alimentar así la combustión de nutrientes. Como resultado de dicha combustión, se produce calor en el interior del cuerpo. Cuando la temperatura sobrepasa los 37o C, el cuerpo genera una respuesta. La primera reacción es una vasodila- tación de la red periférica de capilares sanguíneos bajo la piel: la sangre, que viene calien- te del centro del cuerpo, cede calor a la piel, que está más fría que el resto del cuerpo al estar en contacto con el aire exterior. De esta forma, perdemos calor, pero la vasodilata- ción obliga al corazón a hacer un mayor esfuerzo suplementario y bombear más rápido para mantener la presión en el sistema sanguíneo. La segunda reacción del ejercicio es la producción de sudor. Cuando la transpiración se evapora desde la piel, consume energía en forma de calor, enfriando la piel y haciendo que el proceso de enfriamiento de la sangre que hemos mencionado antes sea más efi- ciente aún. Gracias a la vasodilatación y a la transpiración, la sangre que pasa cerca de la piel, es devuelta al interior del cuerpo más fría que cuando llegó, enfriando el cuerpo en el proceso. Este mecanismo de enfriamiento es también conocido como enfriamiento eva- porativo. No se puede menospreciar la capacidad de enfriamiento de la evaporación. Una persona que realiza un ejercicio físico intenso en un clima cálido, puede transpirar 1,5 litros por hora. Si los procesos descritos (vasodilatación y transpiración) no funcionan la temperatura corporal subirá bruscamente, ocasionando una muerte segura. Está comprobado que, según aumenta la temperatura basal, los individuos tienden a cometer más errores (45% de decisiones erróneas con una temperatura corporal de 39o C), algo impensable en misiones espaciales. 15