Trabajo y salud PROTECCIÓN LABORAL 72 | 3oTrimestre12 100 supone una ampliación de la actual normativa europea”. Mediante experimentación animal se ha com- probado que el Bisfenol A afecta a la repro- ducción, las glándulas mamarias, el metabolis- mo, el cerebro y el comportamiento. En humanos, afectaría al metabolismo de los azú- cares y las grasas, relacionándoselo también con las enfermedades cardiovasculares, inclu- so con niveles bajos de exposición, dentro de los límites que establece la UE. Lo que hace quince años era sólo una sospe- cha, ya cuenta con confirmación epidemioló- gica, por lo que Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, pide una acción urgente por parte de las autoridades, antes de que “sea demasiado tarde”, advierte. Esta opi- nión es compartida por Miquel Porta -Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM), de Barcelona, quien reconoce que existe una evi- dencia suficiente de que “el Bisfenol A no es agua bendita, es un disruptor endocrino”, y se están produciendo múltiples llamadas de atención “que deben conducir a la industria a buscar alternativas”. PVC y ftalatos, veneno medioambiental sin paliativos Cualquier lista de disruptores no puede dejar de incluir estas dos sustancias. El PVC (policloruro de vinilo) es un plástico con un contenido de hasta el 57% de cloro. Su fabri- cación y empleo industrial implica la forma- ción y emisión al medio ambiente de sustan- cias organo-cloradas tóxicas, persistentes y bio-acumulativas. Los gases, aguas residuales y residuos emitidos y vertidos por las fábricas de este plástico con- tienen cloruro de vinilo, hexa-clorobenceno, PCB, dioxinas y otras muchas sustancias orga- no-cloradas extremadamente tóxicas. El PVC es nocivo durante todo su ciclo de vida: el proceso de fabricación y su incinera- ción genera emisión de dioxinas a la atmósfe- ra, a lo que se añade el agravante de la migra- ción (liberación al ambiente) de los aditivos del PVC, plastificantes que le dotan de flexibi- lidad. Ello condujo a la grave conclusión de que el PVC puede considerarse como un “veneno medioambiental”, según sentencia del Tribunal Superior de Viena, Austria el 31 de Marzo del 94). La nocividad del PVC se ve potenciada por la amalgama de productos asociados. Así, puede contener hasta un 60% de aditivos, que le confieren estabilidad, plasticidad o rigidez, color, etc., convirtiéndolo en un indeseable ‘cóctel’ de compuestos quími- cos, tóxicos en su mayoría. Si el producto de PVC es blando o flexible (mangueras y tuberías flexibles, tapicerías, suelos o papeles pintados de vinilo), es por- que contiene plastificantes. Los plastificantes del vinilo son los ftalatos, unos compuestos El barniz de recubrimiento interior de las latas se hace con Bisfenol A, un disruptor endocrino que han resultado cancerígenos en animales de laboratorio y que además son estrogénicos, esto es, pueden alterar el sistema hormonal. Dioxinas: toxicidad comestible Más del 90% de la exposición humana se pro- duce a través de los alimentos, especialmente los productos cárnicos y lácteos, pescados y mariscos. La acumulación tóxica procedente de las dioxinas se aloja en el tejido graso. Refiriéndose a las fuentes de contaminación por dioxinas, citamos a la OMS, que señala que “las dioxinas son fundamentalmente sub- productos de procesos industriales, pero tam- bién pueden producirse en procesos natura- les como las erupciones volcánicas y los incendios forestales. Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la libera- ción de dioxinas al medio ambiente, la incine- ración descontrolada de desechos (sólidos y hospitalarios) suele ser la causa más grave, dado que la combustión es incompleta. Existe tecnología que permite la incineración con- trolada de desechos con bajas emisiones”. “Mientras en el resto de Europa se buscan soluciones para frenar la creciente contamina- ción por dioxinas, la sociedad española per- manece ajena a este peligro, y las administra- ciones no solamente lo ignoran, sino que además se muestran reticentes a prohibir la fabricación de productos que contienen o crean dioxinas, rehúsan las tecnologías indus- For ever young... La eterna juventud (materia de tantos temas musicales) se ha buscado mediante cremas y afeites. Es obvio que algunas sustancias cosméticas (‘milagrosas’) actuales pueden ofre- cer mucho más de lo que prometen: juventud para hoy, y decrepitud –cuando no enfer- medad- para mañana. La AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre) advierte que “los compuestos quí- micos que son disruptores endocrinos cohabitan con los humanos, encontrándose pre- sentes en ciertos productos de uso cotidiano: en el revestimiento de las latas de conser- va (Brotons et alt, 1995; Kang et alt, 2003); el plástico con el que están fabricados los biberones (Brede et alt., 2003); el espermicida que llevan incorporados los preservati- vos (Sonnenschein y Soto 1998); los selladores y blanqueadores dentales (Olea et alt, 1996, Pulgar et alt, 2000); algunos materiales de uso sanitario; detergentes industriales (Rudel et alt, 2003); filtros solares (Schlumpf et alt, 2001, 2004); cosméticos varios (Hoppin et alt., 2003), y pesticidas (Sonnenschein y Soto 1998). La lista es interminable lo que hace pensar que la exposición humana es masiva y universal”. Sin duda, la eterna juventud, ese deseo tan humano, puede truncarse y convertirse en pesadilla por efecto de un DE. La prudencia, información y uso responsable deben ser los mecanismos reguladores y preventivos.