Riesgos eléctricos PROTECCIÓN LABORAL 72 | 3oTrimestre12 La polución electromagnética provoca electro-sensibilidad, una especie de “alergia” a los campos electro-magnéticos Electro-smog (niebla eléctrica), una pandemia invisible Después de una jornada laboral, usted vuelve a su casa y se dispone a ‘relajarse’ empleando sus ‘gadgets’ o dispositivos electrónicos (ver la tele, contestar el correo electrónico, hablar por teléfono...). Su cuerpo se va ‘cargando’ de radiación electromagnética, que se suma a la que adquirió en su puesto de trabajo. Llegado el momento, usted se va a dormir: unos días duerme, otros no, o se despierta súbitamente a horas intempestivas. Usted lo achaca al estrés, fatiga y sobre-carga mental. Su psiquiatra también. Es probable que el diagnóstico sea acertado. También es posible que su problema sea meramente físico, derivado de que vive usted –por supuesto, sin saberlo- en una ‘cloaca’ CEM (abreviatura de campos electromagnéticos). La polución electro- magnética, o electrosmog, está mermando su calidad de vida, como si viviera en una cloaca real del subsuelo urbano. Manuel Domene* Su problema lo padecen otros millares de ciudadanos que, como usted, con- sultan con el neumólogo (¿podría ser apnea del sueño?), consultan con el psiquia- tra (¿podría ser estrés crónico?). Podrían ser muchas las causas, incluyendo las apneas y los síndromes de estrés. Lo que no sospechamos ni remotamente es que la causa principal de nuestros múltiples desa- rreglos está en nuestra propia casa, en nues- tros aparatejos, mis Wi-Fi’s, los Wi-Fi’s de los vecinos... nuestros generadores domésticos de micro-ondas y electricidad sucia, que han convertido nuestras casas en edificios tan enfermos como tóxicos, cargados de ener- gía radiante. Es decir, en una ‘cloaca’ CEM. Para colmo de males, la exposición es sensi- bilizante (efecto alérgico). Esto quiere decir que, una vez que su cuerpo ha generado un mecanismo de defensa (reacción alérgica), lo seguirá haciendo cada vez que se vea expuesto al alérgeno (elemento desencade- nante). En pocas palabras, no se puede ‘cohabitar’ con el electrosmog cuando se ha desarrollado una alergia al mismo, del mismo modo que los alérgicos a los gatos, viven lejos de estos felinos. Viviendo en una ‘cloaca’ electromagnética Cuando vemos la contaminación tangible huimos de ella. En cambio, permanecemos inermes ante la electro-niebla que habita Las antenas wi-fi ganan posiciones en el entorno urbano en nuestros hogares, como un huésped invisible. La suprema aberración la encontramos en el router wi-fi colocado sobre la cabecera de la cama, emitiendo radiación sin parar. La pro- liferación hertziana de nuestro edificio no sólo machaca nuestros cerebros también ha creado un caos de radiofrecuencia que se manifiesta en forma de interrupciones e interferencias en algunos dispositivos. ¡No hay problema! El vecino ha instalado un sis- tema de amplificación de su señal wi-fi, que descubrió en Internet. Y, poco a poco los con-vecinos, deciden aumentar la potencia de su señal particular con amplificadores, con lo cual el electrosmog no se soluciona, sino que se incrementa... y las comunicacio- nes inalámbricas de la finca van fatal. Nadie sabe qué fenómeno para-normal ocurre (¿poltergeists?). Por cierto, la cigüeña trajo un bebé a la finca. ¿Qué le pasará a ese niño que llora a rabiar con tanta frecuencia y a horas tan intempestivas? ¡Pobre bebé, no podrá dormir! Quizás los problemas de su casa-finca tengan el origen en un poltergeist desafortunado. Ahora bien, es un poltergeist fácil de desen- mascarar, basta para ello un medidor de radiofrecuencia. Llame a un especialista que le haga la oportuna medición. Sin duda, le tranquilizará sobre el poltergeist, al tiempo que le alarmará al manifestarle que vive usted en una ‘cloaca’ CEM, rodeado –y a mer- ced- de ‘electricidad sucia’, electrosmog. 90