Riesgos emergentes PROTECCIÓN LABORAL 70 | 1erTrimestre12 148 ‘respira’; es decir, no ejecuta la transferencia citada del oxígeno-anhídrido carbónico. La pérdida de capacidad pulmonar se hace ostensible en pruebas como la espirometría. Llegados a este punto, el sistema respirato- rio entra en un círculo vicioso sin vuelta atrás: el tejido pulmonar, como medida de auto-defensa, captura partículas de sílice, las engloba y fagocita, llevándolas hasta el parénquima, donde se auto-destruyen segre- gando gran cantidad de productos que con- tribuyen a la destrucción del tejido. Éste, finalmente, libera más partículas que repiten nuevamente todo el proceso. De ahí la “auto-evolutividad” de la enfermedad aun- que cese la exposición al agente causal. En definitiva, la fibrosis es una respuesta reparadora anatómica, que no tiene resulta- dos funcionales (o, mejor dicho, son adver- sos) desde el punto de vista respiratorio. Así pues, la inhalación de la sílice no sólo provoca la silicosis, sino también los efectos celulares indicados, que deterioran aún más la función pulmonar. Salvando las distancias con el amianto –otro polvo asesino-, existen evidencias de que la sílice cristalina es un carcinógeno ocupacional potencial [NIOSH 1988; IARC 1987; DHHS 1991]. En este sen- tido, la Monografía IARC (International Agency for Research on Cancer), Volumen 68: Sílices, silicatos, polvo de carbón y fibras para-aramídicas declara que existen pruebas suficientes en humanos sobre la carcinoge- nicidad de la sílice cristalina inhalada en forma de cuarzo o cristobalita en puestos de trabajo. La sílice cristalina se clasifica en la categoría “Grupo 1”, lo que la IARC define como agente carcinogénico para humanos. Otra conclusión definitiva es que la silicosis, enfermedad fibrósica-pulmonar, tiene carác- ter irreversible. Valores límite para la concentración de sílice cristalina El valor aceptado por la OSHA (Occupatio- nal Safety and Health Administration, autori- dad de salud laboral de Estados Unidos) es de 100 microgramos por metro cúbico de aire, como promedio ponderado de 8 horas (TWA). Dicho valor ha sido cuestionado por NIOSH (Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacionales, también de los Esta- dos Unidos), al manifestar que continúa El ennegrecimiento es un indicativo de la silicosis, que provoca un claro deterioro pulmonar de carácter irreversible, con degeneración celular y posible patogenia oncológica siendo ‘silicogénico’ y que, por tanto, debe disminuirse a la mitad. El límite de exposi- ción recomendado por el NIOSH (REL) para sílice cristalino en el aire es de 50 μg/m3 como TWA para hasta 10 horas/día durante una semana de trabajo de 40 horas [NIOSH 1974b]. Las razones son obvias: cuanto mayor es la concentración, tanto más pre- coz y grave es la enfermedad. Ante la disparidad de criterio sobre las valo- res límite admisibles para las concentracio- nes de sílice existe una solución salomóni- ca, su prohibición, circunstancia que ya se dio hace más de sesenta años. Debido al alto riesgo de silicosis entre los limpiadores a presión de arena y la dificultad de controlar la exposición, el uso de sílice cristalino para las operaciones de limpieza con chorro se prohibió en Gran Bretaña en 1950 [Ley de Fábricas de 1949] y en otros países europe- os en 1966 [ILO 1972]. En 1974, NIOSH recomendó que la arena de sílice (u otras sustancias que contuvieran más de 1% de sílice libre) se prohibieran como material de limpieza abrasiva y que se utilizaran materiales menos peligrosos en las opera- ciones de limpieza con chorro [NIOSH 1974b]. Con variaciones mínimas en los países euro- peos, la normativa española puede consultar- se en el INSHT (“Determinación de sílice libre cristalina -cuarzo, cristobalita, tridimita- en aire”). También puede consultarse el Límite de Exposición en el Trabajo (Occupational Expo- sure Limits, OEL) para estos contaminantes. Consideraciones de seguridad para el chorreado de arena Es un error que las operaciones con chorro de arena puedan pasarse por alto en la prepara- ción de planes de seguridad con la excusa de que son una pequeña parte de un proyecto más amplio. Ello puede provocar que los traba- jadores se vean expuestos a los peligros del chorro de arena sin la protección adecuada. Incluso cuando los equipos de chorro de arena están bien diseñados e inspeccionados regular- mente, los usuarios deben mantener la alerta frente a los riesgos de estas actividades y tomar precauciones para evitar la exposición nociva. Veamos algunos aspectos clave de la seguridad: •Polvo en el aire Este es uno de los peligros más graves aso- ciados al chorreado de arena. Al evaluar este riesgo, es importante tener en cuenta la con- centración de polvo y el tamaño de las partí- culas. Las partículas más grandes, considera- das como una “molestia”, normalmente se filtran en la nariz y la garganta. Las partículas más pequeñas (10 micrones o más peque-