PROTECCIÓN LABORAL 69 | 4oTrimestre11 Técnicas de protección La higiene, capital Junto a todo lo dicho, la higiene continúa siendo capital para la salud de las manos. El decálogo de las manos sanas y seguras incluye la observancia de unas sencillas normas sobre el uso de los guantes y la higiene personal. La buena práctica en este sentido con- siste en descartar los guantes que se encuentren demasiado viejos o gastados, compro- bar que no tienen defectos antes del uso, y no compartir los guantes, ya que con ello el campo de cultivo de bacterias y gérmenes que es el interior de un guante estará circu- lando por la comunidad de trabajadores y causando el contagio de afecciones de la piel. Por ello, será conveniente lavarse las manos antes de ponerse los guantes, curar y cubrir cortes y abrasiones y, en ningún caso, ignorar los signos de irritación o de erup- ción en la piel. Las enfermedades de la piel, tales como la dermatitis, nos pueden inca- pacitar y son la causa de la pérdida de cientos de miles de horas de trabajo cada año. El guante que no se utiliza no sirve para nada. De haberlo pensado a tiempo, muchos tra- bajadores manuales no estarían ahora aquejados de discapacidad en sus manos. Con el fin de evitar muchos problemas de salud para los que no hay vuelta atrás, y que tengamos nuestros guantes siempre a mano evitando la pérdida de productividad, pueden emplear- se los ‘Glove-Holder’ (Porta-guantes), un sencillo dispositivo que el trabajador coloca en su cinturón, y que dispone de una lengüeta con velcro para sujetar los guantes. tológicas (psoriasis, ictiosis, eczemas, der- matitis seborreica, etc.), quemaduras, esco- riaciones, irritaciones, etc. Cuanto más desfavorables sean las condicio- nes, peores serán los efectos de la absorción de químicos, que vemos seguidamente. Los efectos químicos sobre la piel ·Dilución de la capa grasa de la epidermis El contacto repetido o prolongado con la piel, la seca y desengrasa, ocasionando problemas de irritación y dermatitis. Es lo que conocemos como dilución o disolu- ción de la capa grasa de la piel. Cuando la piel se reseca pierde elasticidad, se cuartea y permite la entrada de contaminantes en el cuerpo. Los disolventes, sustancias típi- cas en el ámbito químico, diluyen la capa grasa de la piel. Los disolventes orgánicos se usan de forma general en diversas industrias. La mayoría de las veces, los trabajadores no se exponen a un único disolvente, sino a una mezcla y, en muchos casos, a otros compuestos. La composición de estas mezclas y la magnitud de la exposición dependen en gran medida de las condiciones de uso y los procesos laborales, que varían de un lugar a otro. Los disolventes no sólo afectan a la salud del tra- bajador expuesto, sino a su progenie a tra- vés de la reproducción sexual. En la industria química y petroquímica, la lista de disolventes incluye benceno, gaso- lina, sulfuro de hidrógeno, tolueno, estire- no, xileno. En los laboratorios, los disol- ventes más comunes son acetona, benceno, cloroformo, dietil-éter y fenol, que constituyen un ‘mix’ tóxico para los trabajadores del sector. Los disolventes orgánicos son sustancias que, a temperatura ambiente, se encuen- tran en estado líquido. Todos ellos son tóxicos, aunque su toxicidad varía de unos productos a otros. En cualquier caso, el denominador común es que la mayor parte de los disolventes, en contacto con la piel, produce dermatitis por sensibilización o por eliminación de las grasas naturales de la epidermis. Además de la propia enfer- medad que desarrollarán las manos, toda brecha en su barrera dérmica supone una puerta abierta a merced de los contami- nantes. ·Quemadura química/causticación La quemadura química es parte de una com- pleta destrucción de las moléculas, las célu- las o la estructura de la piel debido a un pro- ducto químico irritante o corrosivo. La importancia de la modificación de los teji- dos determinará el grado de la lesión. La gra- vedad de la quemadura depende también del tipo de producto químico y su concen- tración, la temperatura del producto y el tiempo que permanece en contacto con la piel. A diferencia de las quemaduras térmicas, el daño que sufren los tejidos en la quemadura química no se detiene hasta que se neutraliza el producto, por lo que será difícil hacer un primer pronóstico del alcance de la lesión. En el ámbito químico, para quemarse ni tan sólo hace falta la presencia del fuego. La gasolina y otros hidrocarburos, o los disol- ventes, ácidos, bases y sustancias alcalinas pueden actuar como cáusticos (del latín causticare - quemar) produciendo quemadu- ras por contacto (quemadura química). En dichos casos hay que neutralizar la exposi- ción retirando ropas contaminadas y lavando las áreas lesionadas con agua y jabón. En la rehabilitación de la piel tienen un papel importante el lavado con agua o suero salino (0,9%). La quemadura exige seguimiento médico ya que puede revestir mayor grave- dad de la estimada en un primer diagnóstico y requerir una intervención quirúrgica repa- radora, dadas las características de este tipo de lesiones. Ello es debido a que se producen reacciones locales y sistémicas que depen- 9