Psicosociología PROTECCIÓN LABORAL 67 | 2oTrimestre11 Una pandemia psicosocial con secuelas El estrés laboral se dispara hasta cotas ele- vadas en situaciones como la actual, de crisis económica, que instala a muchos traba- jadores en la pura indefensión frente a un alud de amenazas que empezarían con la pérdida del puesto de trabajo. El estrés labo- ral tiene en España un coste económico que ronda los 20.000 millones de euros anuales, sin contar los numerosos problemas de salud que se le pueden atribuir directa e indirectamente. En el actual contexto no es descabellado calificar al estrés laboral como una pandemia psicosocial. La Secretaría de Salud Laboral de UGT, señala que en España los riesgos psicoso- ciales asociados al puesto de trabajo “se obvian totalmente. Las empresas no lo con- templan como algo interno, argumentan que es algo que el trabajador se trae de casa, no consideran que la mala organización del trabajo pueda estar detrás del problema”, explican. Un escenario de suicidios múltiples –como ha ocurrido en France Telecom- suele ser excepcional y, por su gravedad, induce una pronta actitud reparadora. Lo más habitual es que el estrés vaya generando una espiral ascendente, en la que primero aparece la ansiedad, después las somatizaciones y los problemas físicos de origen difuso y, en el último peldaño, -si no se toman medidas a tiempo- la depresión y otros trastornos men- tales. Un trabajo estresante por sí solo no conduce al suicidio. Las encuestas señalan que el 28% de los tra- bajadores considera que su trabajo es bas- tante o muy estresante, pero sólo un 5,7% tiene tres o más síntomas de estrés cuando se maneja un listado de patologías. Y sólo un 2,3% ha acudido al médico a causa de este problema. Para la UGT la población estresa- da se situaría en torno al 75% de los emplea- dos. En cuanto a los trastornos derivados del estrés, Francisco Ferre, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, explica que “el libro verde de la Unión Europea indica que el 6,3% de los europeos (unos 18 millones de personas) tiene trastornos somato-morfos, es decir, inespecíficos. Mucho menos habitual es que el estrés desencadene respuestas agudas, como una crisis de pánico o un suicidio”. Hay otras patologías que, si bien no matan, merman considerablemente la calidad de vida. Así, se estima que entre un 10% y un 20% de la población adulta sufre bruxismo, un característico rechinar de dientes noc- turno provocado por una acumulación de estrés que se libera mientras dormimos. Este problema que puede llegar a causar la caída de los dientes con el paso del tiempo, está afectando cada vez más al segmento de edad por debajo de los 20 años. También son frecuentes los trastornos diges- tivos sin una causa fisiológica, lo que oca- siona frecuentes cuadros de colon irritable, estreñimiento, reflujo, diarreas frecuentes... Se calcula que el 30% de la población padece estos síntomas inespecíficos, pero sólo un tercio de ellos llega finalmente a la consulta, y cada vez son más jóvenes. No estamos ante un asunto baladí. Juan Car- los Leza, del CIBERSAM (Centro de Investi- gación en Red de Salud Mental), explica que “en los casos de estrés muy grave (bien por intensidad o por duración), se pueden llegar incluso a destruir neuronas, tal y como se ha observado en modelos animales, o a dis- minuir el volumen de ciertas áreas cere- brales, como se ve en humanos. Por si fuera poco, una investigación reciente, llevada a cabo en Estados Unidos, va más allá y establece un vínculo causa-efecto entre el estrés y el cáncer, una posibilidad plausible si se tiene en cuenta que el quebrantamien- to de la salud nos hace vulnerables y propen- sos a desarrollar nuevas enfermedades (el estrés altera el comportamiento inmune del organismo). De hecho, la investigación cita- da no es ninguna revelación, pues ya sabe- mos la interrelación que existe entre cuerpo y mente (mens sana in corpore sano y vicev- ersa). Galeno fue el primer autor que con- sideró la influencia de la personalidad en el cáncer. También hay que apuntar la incidencia cre- ciente de las enfermedades mentales de ori- gen laboral. Al respecto, el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) nos recuerda que “la existencia de los trastornos mentales, nunca ha sido contemplada en los registros oficiales de enfermedades profe- sionales. Sin embargo, los datos apuntan que más de 700 trabajadores fallecen por esta causa, apareciendo cada año más de 7.000 casos de alteraciones mentales de origen laboral. Según los datos de las encuestas de condiciones de trabajo, casi 150.000 traba- jadoras y cerca de 140.000 trabajadores padecerían estrés, ansiedad o depresión por causa de su trabajo”. Patología organizacional, la raíz del problema Cuando surgen dificultades, el cerebro se pone en guardia, preparando el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso se despierta y las hormonas se activan para avi- var los sentidos, acelerar el pulso, potenciar la respiración y tensar los músculos. Esta respuesta (estado de alerta) es importante porque nos ayuda a defendernos contra situaciones amenazantes. La respuesta está programada biológicamente, y todos los humanos reaccionan de la misma manera. Los episodios de estrés que duran poco o son infrecuentes representan poco riesgo. Cuando las situaciones estresantes se pro- longan, el cuerpo se encuentra en un estado de activación constante, lo que aumenta el desgaste de nuestros sistemas biológicos. En última instancia, aparecerán la fatiga o el daño, comprometiendo seriamente el equi- librio psico-físico de la persona. Como resul- tado, aumenta el riesgo de accidente o de enfermedad. Así pues, son las malas condiciones organi- zativas las que originan el problema, con independencia del grado de susceptibilidad individual del trabajador. Dicho de otra man- era, las patologías organizacionales son el estímulo que desencadena la respuesta (estrés y legión de dolencias). Sin pretender la exhaustividad, la tabla muestra algunas de las condiciones susceptibles de provocar cuadros de estrés. Entre las situaciones de riesgo vale la pena enfatizar dos íntimamente relacionadas: ·Directivos estresantes Una tesis doctoral presentada en el Karolins- ka Institut (Estocolmo) (95 páginas, 2009), estudia la influencia de los estilos de direc- ción en el nivel de estrés de los empleados y concluye, entre otras cosas no menos intere- santes, que el estilo de dirección puede influir no sólo en los niveles de estrés, sino también en los de absentismo, poniendo de 122