Riesgos emergentes PROTECCIÓN LABORAL 67 | 2oTrimestre11 118 mente con una frecuencia de 20 a 30 segun- dos durante la noche, causando, por lo gene- ral, continuas interrupciones del sueño. Los síntomas del SPI afectan en gran medi- da a la calidad de vida de los pacientes. La privación crónica del sueño provoca can- sancio y disminución de la capacidad de concentración durante el día. Esto influye enormemente, tanto en la vida profesional como familiar de estas personas, así como en su estado de ánimo”. El síndrome de las piernas inquietas tam- bién se encuentra en la literatura médica asociado al de Acatisia, cuyo significado literal es incapacidad para estar quieto (inquietud motora). En este sentido, el SPI es una forma de acatisia. Narcolepsia Como decían los clásicos, “virtus in medio” (lo mejor, el término medio). El sueño puede convertirse en enfermedad ya sea por defecto (descanso deficitario) como por exceso (somnolencia y, en el caso extremo, narcolepsia). Entre los diferentes trastornos asociados al sueño, nada más peligroso en el puesto de trabajo que la nar- colepsia. Conocida también como epilep- sia del sueño, es un trastorno poco fre- cuente que se caracteriza por sus accesos de somnolencia súbitos e irresistibles durante el día. Las implicaciones laborales de los trastor- nos del sueño han involucrado a las Mutuas en la lucha contra este desarreglo (que va camino de convertirse en pandemia). Iber- mutuamur, en su revista BIP, número 53, incluye en la sección Tribunas Médicas, el artículo “Trastornos del sueño”. En el mismo se refiere también a la narcolepsia y, pese a que esta patología afectaría sólo al 0,06% de la población general, Ibermutua- mur advierte que “es dos veces más común que la Esclerosis Múltiple y sólo un 50% menos frecuente que la Enfermedad de Par- kinson). La enfermedad aparece en la ado- lescencia, entre los 15-30 años y, una vez instaurada, tiene un curso no progresivo, pero incurable. Presenta un factor genético (...). La sintomatología principal es la exce- siva somnolencia diurna (100% de los pacientes) en forma de ataques sueño, ines- perados e irresistibles, en situaciones de actividad, de duración variable (de minutos hasta una hora), repetidos y con efecto reparador. El inicio suele ser gradual. El 50% de los pacientes ha tenido episodios mientras conducía”. •Cataplejía La manifestación puede tener diferentes grados de severidad, siendo la más grave la que conocemos como cataplejía. Ésta afec- taría al 70% de los pacientes narcolépticos. El artículo ya citado de la revista BIP explica que la cataplejía (o cataplexia) “consiste en la pérdida súbita y reversible del tono mus- cular, habitualmente parcial (musculatura de cara y cuello), de duración muy breve (<1 min), desencadenada por una emoción intensa (risa, llanto, ira) y sin compromiso de la consciencia ni de la respiración”. Junto a la cataplejía, otras manifestaciones anormales del sueño REM son, según nos recuerda BIP: “La parálisis del sueño (25% de los pacien- tes). Se caracteriza por una súbita imposibi- lidad de realizar ningún movimiento en las transiciones entre el sueño y la vigilia, estando totalmente consciente y despierto. -Alucinaciones del sueño (30% de los pacientes). Corresponden con terroríficas sensaciones visuales, auditivas o somáticas, muy vívidas y simples, de pocos minutos de duración, que se presentan en la transi- ción sueño-vigilia o al despertar”. La prueba diagnóstica de estos trastornos se hace mediante una polisomnografía noc- turna. Pero, imaginemos las complicacio- nes que supone en la vida ordinaria esta enfermedad: ¿tratemos de imaginar cómo puede afrontar una jornada de trabajo una persona que, de forma reiterada e inevita- ble, se queda dormida?... (narcoléptica, catapléjica o cataléptica), ‘palabros’ que definen esta patología. Después de haber hecho un somero repaso de las patologías del sueño más comunes, nos referiremos a la modificación de los rit- mos biológicos del sueño, que inducen trastornos de sueño y, según se presume, pueden ser agentes catalizadores de otras dolencias. En este apartado influye notable- mente el estilo de vida de cada persona y, por motivos laborales, la causa de altera- ción del sueño más frecuente es el trabajo La siesta, un hábito cardio-saludable El descanso tras el almuerzo es un hábito antiguo heredado de la cultura grecolatina. Un reciente estudio epidemiológico realizado por médi- cos del Liverpool John Moores University de Gran Bretaña, efectuado sobre una población de más de 23.000 griegos que durmieron siesta durante varias semanas, demostró que quienes descansaban de manera cotidiana después de la comida, tenían una reducción del 37 por cien- to de sufrir algún episodio cardíaco fatal. “Un descanso de treinta minutos es altamente recomendable y está demostrado que produce grandes beneficios en el organismo y en la psi- que humana. Se reduce el riesgo de infarto y se elimina el estrés. La persona se despierta renovada y fresca, apta para seguir enfrentando el resto del día con las ideas renovadas y con una capacidad creativa y de razonamiento diferentes. Después de una ligera siesta el rostro refle- ja luminosidad y frescura”, comenta Juan Ernesto Zuviría, especialista chileno del Centro Médico del Sueño. Sobre la siesta conviene observar lo siguiente: -No debe durar más de treinta minutos para no entrar en un sueño profundo y alterar el ritmo biológico. -No es recomendable para personas que padecen insomnio o tienen hipertensión. -Resulta muy aconsejable para las personas que realizan trabajos de fuerza e intensidad.