2oTrimestre11 | PROTECCIÓN LABORAL 67 Riesgos emergentes Al hablar del insomnio habría que referirse a una modalidad que, por fortuna, sólo afecta en España a 40 pacientes, aunque no se descarta la existencia de casos aislados no diagnosticados o con diagnóstico erró- neo. Nos referimos al Insomnio Letal Fami- liar. Se trata de una enfermedad rara (afecta a muy pocas personas), producida por una mutación genética. Es un síndrome tan extraño que sólo hay 97 casos documenta- dos en todo el mundo. De los 40 casos registrados en España, el 50% están locali- zados en el sur de Euskadi, donde la enfer- medad viene transmitiéndose de padres a hijos desde el siglo XVII. Alucinaciones, visión doble, atrofia en las piernas, temblo- res, taquicardias, depresión profunda y pér- dida de memoria son algunos de los sínto- mas que experimentan los enfermos de insomnio letal familiar. Durante siglos, los síntomas fueron confundidos con trastor- nos mentales. A raíz de la epidemia de las “vacas locas” se pudo comprobar la exis- tencia del mismo gen en ambas patologías. Las autopsias revelaron alteraciones cere- brales similares en enfermos del mal de las vacas locas y enfermos del insomnio letal familiar. Como su nombre indica, el ILF acaba provocando la muerte por degenera- ción neurológica. Esta enfermedad se pre- senta entre los 50 y 60 años, de un día para otro los síntomas son devastadores. La per- sona no puede dormir, logra un estado de letargo que no permite descanso. El enfer- mo llega a un estado de agotamiento donde pierde la homeostasis (equilibrio interno), Los pacientes con síndrome de apnea del sueño tienen un riesgo de siniestralidad en accidentes laborales y de tráfico superior a la población general (hasta 6 veces más que las personas sin SAS) no puede hablar, ni caminar. Pero su mente es capaz de pensar y darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Después de ocho meses, la fase final del insomnio lleva a un coma profundo y sin retorno. Nos hemos referido a este síndrome para ilus- trar la gravedad de la privación del sueño, hecho conocido y que se ha utilizado como instrumento de tortura en la historia reciente. Apnea del sueño La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica declaró 2006 año de la Apnea del Sueño con el fin de dar a cono- cer esta patología a la población general y mejorar su conocimiento en el colectivo sanitario. Se considera que en España hay entre 1.200.000 y 2.150.000 portadores de un síndrome relevante de apnea del sueño (SAS). Actualmente estarían diagnosticados y tratados entre el 5 y el 9% de esta pobla- ción. El SAS consiste en la aparición de episodios repetidos de pausas respiratorias (apneas) como consecuencia del colapso de la vía aérea superior durante el sueño. Este sín- drome produce un aumento en la tensión arterial y, por tanto, favorece la aparición de arteriosclerosis, accidentes cerebro-vas- culares, infarto de miocardio y empeora- miento de la función cardiaca. La calidad de vida de los pacientes con SAS puede verse muy afectada por la somnolencia que les puede llegar a incapacitar para la vida laboral y social. Asimismo, los pacientes con síndrome de apnea del sueño tienen un riesgo de siniestralidad en accidentes labo- rales y de tráfico superior a la población general (hasta 6 veces más que las personas sin SAS, proporción que sube hasta 10 veces más si se asocia con la ingesta de alcohol). El perfil clínico clásico del paciente con apnea del sueño es el de un varón obeso, de edad media que ronca intensamente y se duerme con frecuencia durante el día, incluso conduciendo. En las mujeres se da con mayor frecuencia en la menopausia y el síntoma más relevante es la astenia. Los médicos de familia juegan un papel fun- damental en el manejo, cuidado y segui- miento de estos pacientes, puesto que es a quien primero acuden. Por ello, deben conocer bien las repercusiones la enferme- dad y los criterios de derivación al especia- lista. SPI (Síndrome de las Piernas Inquietas) Más de cuatro millones de españoles sufren el Síndrome de Piernas Inquietas, otra pato- logía del sueño que impide a quienes la padecen dormir las 7-8 horas necesarias, siendo su media de sólo tres horas. La causa son las molestias que sufren en las extremi- dades inferiores, que es lo que da el nom- bre al síndrome. El SPI es una enfermedad neurológica cró- nica que afectaría al 2-4% de la población adulta española y se caracteriza por la apa- rición de pinchazos, hormigueos, inquie- tud, dolor, tirantez, sensación de que algo estuviese deslizándose sobre las piernas (insecto o animal pequeño), sensaciones distérmicas (quemazón, frío), lo que provo- ca la necesidad imperiosa de moverlas para aliviar momentáneamente las crisis. Estas molestias suelen aparecer a última hora de la tarde o durante la noche, lo que desencadena un estado de inquietud y gran dificultad para conciliar el sueño, pudiendo dar lugar a situaciones de incapacidad tem- poral o permanente del paciente. El dete- rioro del sueño reparador suele desencade- nar otras dolencias como son la depresión, la ansiedad, alteraciones cardiacas, hiper- tensión arterial e insuficiencia renal. La Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI) advierte que “el alto grado de desconocimiento social sobre esta enfermedad determina que sólo el 5% de los pacientes esté diagnosticado. De ahí la importancia de realizar un diagnóstico temprano y un tratamiento correcto que prevenga la aparición o el agravamiento de esta enfermedad”. Con independencia de la patología de base (frecuentemente genética y, por tanto, here- ditaria), el SPI es causante de insomnio o, en el mejor de los casos, de un sueño interrum- pido y poco reparador. Al respecto, AESPI señala que “aproximadamente el 80% de las personas con SPI realizan movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño. Estas sacudidas se producen habitual- 117