2oTrimestre11 | PROTECCIÓN LABORAL 67 Riesgos emergentes El uso de drogas no ataca las causas de los trastornos del sueño, sino los síntomas. Debe evitarse la automedicación requiere un diagnóstico para hallar la causa e instaurar el mejor tratamiento posi- ble. Combatir los síntomas no supone aca- bar con el problema. Por experiencia, sabemos que no todo el sueño es bueno. Durante el sueño noctur- no (normal) alternamos dos estadios dife- rentes, que se conocen como sueño REM (abreviatura de ‘Rapid Eyes Movements’ – ‘Movimientos Rápidos de los Ojos’) y sueño no-REM (NREM), en ciclos de 90 a 120 minutos. Así, una noche normal cons- ta de 4-5 ciclos, progresando el sueño ordenadamente desde la vigilia, a través de las cuatro etapas del sueño NREM, hasta el inicio del primer periodo REM. Las fases del sueño NREM, que representa las dos terceras partes de todo el sueño son: • Estadio 1 (5%). Sueño superficial o de adormecimiento. La actividad cerebral dis- minuye y los ojos se mueven lentamente, disminuyendo la frecuencia cardíaca y res- piratoria. No obstante, es fácil despertar. • Estadio 2 (50%). Sueño ligero, sin movi- mientos oculares y enlentecimiento de la frecuencia cardíaca. • Estadio 3 y 4. Corresponden al sueño pro- fundo y se caracterizan por frecuencias car- díaca y respiratoria muy lentas. Ausencia de sueños. El sueño REM tiene su primer episodio a los 60-90 minutos del sueño. Durante este esta- do fisiológico el cerebro se activa eléctrica- mente con frecuencias similares al estado de vigilia, aumenta el flujo sanguíneo cere- bral, el metabolismo y los movimientos de los ojos. Aparecen los sueños, que pueden ser muy vívidos y extraños. Insomnio De todos los desórdenes que afectan al sueño, el insomnio es el más común, ade- más de ser complejo y difícil de tratar. Los expertos (clínicas del sueño) distinguen entre la dificultad para quedarse dormido, o conciliar el sueño y la dificultad para per- manecer dormido. Las causas son diversas, Dormir, una función vital imprescindible “Necesitamos dormir no sólo para descan- sar, también dormimos para recuperar fun- ciones mentales, físicas, para fortalecer nuestro sistema inmunológico. Si una perso- na no duerme bien va a estar fatigada, va a tener problemas cognoscitivos, dificultades en la toma de decisiones, pensamientos, len- guaje. Su estado de alerta duerme”, asegura Reyes Haro Valencia, director de la Clínica de Trastorno del Sueño de la UNAM y presi- dente de la Sociedad Mexicana del Sueño. Hoy en día, los trastornos del sueño son un problema de salud pública. Una de cada tres personas los padece y pueden causar incapacidad. Reyes Haro advierte que en la era cibernética el 10% de los jóvenes tienen malos hábitos de sueño por la vida social y el uso nocturno y exacerbado de las nuevas tecnologías. Esto puede provocar el Síndro- me de Fase Retrasada del Sueño u otros trastornos crónicos que repercuten en su rendimiento escolar y aumentan el riesgo de accidentes. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el adulto joven, en edad productiva, duerma como mínimo siete horas. En la práctica, la mayor parte de la población duerme sólo entre cinco y seis horas. 115