2oTrimestre11 | PROTECCIÓN LABORAL 67 Riesgos emergentes tinal (Hillyer y Alt, 2001). Obviamente, se necesitan estudios complementarios para precisar estos resultados. Veamos, segui- damente, la toxicidad de los nanotubos de carbono. Efectos pulmonares de los nanotubos de carbono Los nanotubos de carbono se depositan esen- cialmente en las vías aéreas altas del árbol respiratorio (Lam y Alt, 2004). Tenemos constancia que la instilación intra-traqueal en la rata de nanotubos de carbono mono-hoja causa una inflamación, granulomas epitelioi- des y una fibrosis (Warheit y Alt 2004 ; Lam y Alt 2004). Los trabajos del equipo de A. Shve- dova del NIOSH en 2005 sugieren que el mecanismo de fibrosis generado por los nanotubos purificados no pasa por ser un proceso inflamatorio previo consecuencia de una activación de los macrófagos pulmo- nares, sino por una activación directa de los fibrocitos pulmonares. La síntesis local de fibras de colágeno sería efectiva a partir del séptimo día después de la instilación. La fibrosis sería bien visible seis días después de la exposición (R. Mercer, 2005). Los efectos inflamatorios se deberían particularmente a la presencia de impurezas químicas (nano- fibras, nano-partículas de carbono, metales catalizadores) vinculadas al método de pro- ducción de los nanotubos (J T. James, 2005). Efectos vasculares de los nanotubos de carbono La toxicidad vascular se evaluó en ratones después de instilación pulmonar de fuertes concentraciones en nanotubos de carbono (hasta 2 Mg por ratón). Se observó un aumento “dosis-dependiente” de la altera- ción del ADN mitocondrial en la aorta, así como una alteración de los mediadores de la inflamación en las células cardíacas siete días después de la exposición (Li, 2005). Estudios “in vitro” realizados sobre células endoteliales aórticas humanas ponen de manifiesto que la exposición durante dos horas a nanotubos de carbono implica una oxidación dosis-dependiente de las lipopro- teínas de baja densidad. Estos resultados hacen pensar que los nanotubos de carbono pueden generar directa o indirectamente una predisposición aterógena (Li, 2004). Efectos cutáneos de los nanotubos de carbono La citotoxicidad (toxicidad celular) de los nanotubos de carbono mono-hoja se mostró “in vitro” con cultivos de queratinocitos (Cunningham, 2005). Se evaluaron la ten- sión oxidante, alteración de la estructura celular, internalización e inducción de cito- quinas pro inflamatorias (Monteiro Rivière y Alt, 2005), sin que fuera posible documentar efecto alguno de penetración trans-cutánea de los nanotubos de carbono. Efectos por ingestión de los nanotubos de carbono La transferencia de nanotubos de carbono ingeridos se ha podido mostrar in vivo: los órganos-diana fueron el hígado, los riñones, el bazo, el cerebro, los pulmones y el cora- zón (Wang y AL, 2004). En cuanto a la geno-toxicidad de los nanotu- bos de carbono, actualmente, una única publicación aporta los resultados de estudios de geno-toxicidad. Se ha investigado el impacto de los MWCNT en el ADN de células cepa de ratón (Zhu L y Alt, Nano Lett. 2007), concluyéndose que una exposición a los nanotubos de carbono induce un aumento de la expresión de proteínas implicadas en la reparación de las rupturas del ADN; una fos- forilación de los histones gamma-H2AX y un aumento de la frecuencia de cambios cromo- sómicos. Estos resultados ratifican la impor- tancia de desarrollar las investigaciones sobre la geno-toxicidad/muta-génesis de los nanomateriales. Riesgo de explosión Los nano-materiales fabricados pueden pre- sentarse bajo distintas formas. Una de estas formas reviste el aspecto de polvo y, como una gran mayoría de los productos pulveru- lentos combustibles (Eckhoff, 1991; Bartk- necht, 1993; Field, 1982), puede dar lugar a explosiones a menudo llamadas “explosio- nes de polvo”. Estos accidentes, relativa- mente corrientes en centros industriales (uno al día: Pineau y Alt, 1993; Proust, 2003; Proust, 1999), pueden considerarse como riesgos graves debido a su fuerte potencial de destrucción. Un ejemplo típico de la vio- lencia de este tipo de explosión de polvo es el de la instalación de almacenamiento de cereales. El 20 de agosto de 1997 a Blaye (Masson, 1998) una explosión de este tipo devastó un sólido conjunto de células de hormigón (capaz de resistir a varios bares de sobrepresión). Esta explosión mató a más de a diez personas, y tuvo efectos destructivos en un radio de 500 metros. Existen numero- sos trabajos científicos (Proust, 2004) que estudian estas explosiones: mecanismos de formación de las nubes, proceso de cebado y propagación, efectos de presión induci- dos. Esto ha abierto la vía de la modelización de los accidentes y la puesta a punto de téc- nicas de prevención del riesgo (eliminación de las fuentes de ignición potenciales, por Riesgo Nano: urge hacer inventario de materiales Eric Gaffet, experto francés en nano-cien- cia, señalaba en una entrevista (Sagascien- ce) que, “sobre la base de las conclusiones del grupo de expertos que presidí, la AFS- SET (Agencia Francesa de Seguridad Sani- taria del Medio Ambiente y el Trabajo) pre- coniza la creación de una estructura independiente y de toma de decisiones que permita realizar inicialmente un inventario de las nano-partículas existen- tes. Luego hay que crear una base de datos relativa a los productos a base de nano- materiales en el mercado. Por raro que pueda parecer, no existe más que una única lista de este tipo en el mundo Otro tema a desarrollar es la coordinación de la investigación, que pasa por la constitución de equipos multidisciplinares que cuenten con especialistas de materiales, biólogos, médicos, etc. Es necesario desarrollar tam- bién una política de instrumentación poniendo a punto detectores transporta- bles y rápidos, dispositivos de protección colectivos e individuales o métodos de producción, transporte y almacenamiento que limiten la diseminación de las nano- partículas. Finalmente, es indispensable realizar y coordinar estudios toxicológicos y elabo- rar normas y reglamentaciones adaptadas con el fin de poder garantizar una forma- ción de los profesionales o, como mínimo, de estar en condiciones de proporcionar- les una guía de buenas prácticas”. 111