Confort térmico PROTECCIÓN LABORAL 63 | 2oTrimestre10 72 dulas sudoríparas que se encuentran en la superficie de la piel cuando se activa el cen- tro de la regulación térmica por un aumento de la temperatura corporal. El sudor contie- ne sal (NaCl, cloruro sódico), por consi- guiente, con el sudor se pierden agua y sal, que deben reponerse. Al trabajar podemos perder grandes cantida- des de sudor (más de dos litros/hora durante varias horas). Incluso una pérdida de sudor de tan sólo el 1% del peso corporal (60-80 cl) afecta considerablemente al rendimiento laboral, lo que se manifiesta en un aumento de la frecuencia cardíaca (aumenta unos cinco latidos por minuto por cada 1% de pérdida de agua corporal) y de la temperatu- ra interna del organismo. Si el trabajo es con- tinuado, se produce una pérdida de líquido del sistema vascular, lo que reduce la canti- dad de sangre que llena las venas centrales y el corazón. En esas condiciones, se reduce el volumen que bombea el corazón y la fre- cuencia cardíaca tiene que aumentar para mantener la circulación y la presión arterial. Un sistema de control (reflejos baro-recepto- res) mantiene en valores normales el gasto cardíaco y la presión arterial, propiciando los ajustes necesarios al actuar sobre el SNC (Sis- tema Nervioso Central). En caso de deshidra- tación (que puede ser la consecuencia de una sudoración excesiva), se produce una constricción de los vasos sanguíneos y una reducción del flujo sanguíneo a las vísceras (hígado, intestino, riñones) y a la piel. De esa forma, el flujo sanguíneo disponible se redis- tribuye para favorecer la circulación hacia los músculos que están trabajando y el cerebro. • Deshidratación Nuevamente, insistimos en que el equilibrio termolítico depende del equilibrio de todos sus ‘componentes’ o actores. Uno de los desequilibrios más frecuentes que sobreven- drá en caso de ejercicio elevado (agravado por el factor temperatura/humedad ambien- tal) será la deshidratación. Una deshidratación severa puede producir agotamiento por calor y colapso circulato- rio. En estas circunstancias, la persona no puede mantener la presión arterial, lo que conlleva la pérdida del conocimiento. Los síntomas que deben hacernos sospechar la aparición inminente de este cuadro clínico son cansancio generalizado, habitualmente con cefalea, confusión y náuseas. La dismi- nución del flujo sanguíneo periférico agrava la situación, puesto que se reduce la pérdida de calor en la superficie y aumenta todavía más la temperatura interna. Cuando la per- sona se tumba, aumenta el aporte sanguíneo al corazón y al cerebro y, una vez que se enfría y bebe algo de agua, se recupera de forma casi inmediata. Si la situación que causa el agotamiento por calor se “descon- trola”, la persona puede sufrir un golpe de calor, una urgencia médica aguda de posi- bles consecuencias fatales si no se actúa con presteza. La reducción gradual de la circula- ción periférica hace que la temperatura aumente cada vez más, ocasionando la reducción o incluso el bloqueo total de la sudoración y un aumento más rápido de la temperatura interna, que causa colapso cir- culatorio y puede provocar la muerte o lesiones cerebrales irreversibles. En los pacientes que han sufrido un golpe de calor se observan cambios en la sangre y daños en el sistema nervioso. • Pérdida de electrolitos Además de la pérdida hídrica, la sudoración produce una pérdida de electrolitos, princi- palmente sodio (Na+ ) y cloro (Cl–), y en menor medida, magnesio (Mg++) y potasio (K+) y otros (véase la Tabla 42.1). Si se ha excretado gran cantidad de sudor y la reposi- ción ha sido simplemente con agua, puede ocurrir que el contenido de cloruro sódico del organismo sea bajo, lo que causa la apari- ción de calambres por una alteración del fun- cionamiento de los nervios y los músculos. Esta problemática suele ser especialmente acuciante con tiempo cálido (olas de calor) para trabajadores que ejecutan su actividad a la intemperie (obreros de la construcción, obras públicas). Sin embargo, el calor repre- senta una problemática permanente para trabajadores expuestos a fuentes de calor externo: los trabajadores de las plantas side- rúrgicas, cementeras, industrias del vidrio, papeleras, hornos y panificadoras, industrias mineras y, por supuesto, los bomberos. Las personas que trabajan en espacios confina- dos como vehículos, buques y aviones pue- den sufrir asimismo los efectos del calor. Los trabajadores que utilizan prendas protecto- ras o que realizan trabajos pesados con pren- das impermeables pueden también ser vícti- mas de agotamiento por calor incluso con unas temperaturas ambientales moderadas o frescas. Para evitar los efectos nocivos del estrés por calor debemos actuar aliviando la carga térmica de modo que la temperatura interna del organismo se mantenga estable. Trastornos derivados del calor Como venimos viendo, la mala gestión del calor (metabólico + ambiental) conduce al desequilibrio homeo-térmico y los consi- guientes trastornos: trastornos sistémicos como síncope, edema, calambres, agota- miento y golpe de calor, así como trastornos locales como afecciones cutáneas. Los mecanismos responsables de estos trastor- nos sistémicos son la insuficiencia circulato- ria, un desequilibrio hídrico y electrolítico y/o hipertermia (elevada temperatura cor- poral). El más grave de todos ellos es el Reacciones en el ser humano a las diferentes temperaturas • 36° C. Temperatura normal del cuerpo, ésta puede oscilar entre 36-37,5 °C. • 38° C. Se produce un ligero sudor con sen- sación desagradable y un mareo leve. • 39° C - (Pirexia). Existe abundante sudor acompañado de rubor, con taquicardias y disnea (dificultad respiratoria). Puede surgir agotamiento. Los epilépticos y los niños pueden sufrir convulsiones. • 40° C. Aparecen mareos, vértigos, deshi- dratación, debilidad, náuseas, vómitos, cefa- lea y sudor profundo. • 41° C (Urgencia). Los efectos anteriores se ven acentuados, también puede existir con- fusión, alucinaciones, delirios y somnolen- cia. • 42° C. Además de lo anterior, el sujeto puede tener palidez o rubor. Puede llegar al coma, con hiper o hipotensión y una gran taquicardia. • 43° C. Se producen continuas convulsio- nes y shock, pudiendo darse un paro cardio- respiratorio. Normalmente se produce la muerte o quedan secuelas en forma de daños cerebrales. • 44° C o superior. La muerte es casi segura. No obstante, existen personas que han llega- do a soportar 46° C.